Recuerdo haberle dicho que sospechaba que el concepto de Focusing era lo mismo que Presencing, de Otto Scharmer y Peter Senge. Pero no, resultó ser algo distinto.
Focusing, como yo lo entendí, es conectar con el cuerpo y por ahí con la sensación sentida, como la llaman. Es una conexión hacia nuestro interior, dejando la mente pensante a un lado. Busca lo implícito, lo que se siente a raíz de alguna materia que se quiere enfocar o está pasando, con sus significados profundos, puestos por la sabiduría ancestral del cuerpo.
El origen de esta experiencia de conexión interna, es Eugene Gendlin, un norteamericano, filósofo y psicólogo, que el año 1979 dice haber descubierto este fenómeno o dimensión humana. Creó con su mujer un Instituto con sede en Nueva York, que se ha dedicado a propagarlo y certificar especialistas para su práctica y difusión.
La materia está cambiando de significación. Desde incluso la física cuántica, que habla de un tercer estado consciente de la materia, al Presencing que hurga en el cuerpo y a través de algo parecido a la sensación sentida, pesquisa lo que quiere emerger, el futuro que quiere aflorar. Ahora Edgardo Riveros nos trae el Focusing, que conectando con el cuerpo, incluso habla de la sabiduría del cuerpo, e incluso de que esta es una sabiduría más sabia que la misma mente pensante, razonante; accedemos a un conocimiento profundo de nuestro ser.
La razón, nuestra diosa por tantos años, empieza a ser desplazada o más bien a ubicarse junto al cuerpo, incluso de a ratos, con mayor estatura este último, entre nuestras principales capacidades.
Mientras hablas desde la mente razonante, has una pausa y escucha tu sensación sentida ubicada en tu cuerpo, e incluye este conocimiento en lo que vas elaborando. Este conocimiento al que se accede de esta forma, es mucho más real, mucho más profundo, teniendo en cuenta que nuestra experiencia en general, y nuestra experiencia con otros en particular, es significada automáticamente por nuestro cuerpo de maneras que solo a través de este ejercicio de acceso, podemos recabar de ello.
Edgardo Riveros |
Dialogar, trayendo a colación esa dimensión, es otro nivel de conversar. Es un nivel superior de diálogo, que incluso permite la resignificación y con ello a la sanación de dolencias.
Riveros ve una juventud muy conectada con lo externo y desconectada con lo implícito y por ello, perdidos a la hora de elegir carrera e incluso pareja. Por ello llama la atención a empezar a incluir esta experiencia del Focusing en la relación de padres con hijos, de profesores con alumnos e incluso de jefes con subalternos en organizaciones.
Llama la atención sobre Internet que rebosa de externalidad y pide que para humanizarla debiéramos incorporar el Focusing en la comunicación online.
Bueno, recomiendo este libro, que nos trae una experiencia que debiera ser relevante, a la hora de conectar con nuestra más real y profunda interioridad, y con la de otros. Una práctica que si la aprendemos e incorporamos, nos debiera cambiar la vida.