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martes, abril 22, 2025

Libro ¡No me digas que no te importa! de Eduardo Walker

Eduardo Walker es arquitecto chileno de la universidad de Chile y Coach de Newfield Network de Julio Olalla. Derivó hacia el coaching de transformación organizacional.
Ha trabajado con organizaciones sociales y mineras importantes, como Codelco.

Eduardo Walker

En este libro desarrolla una propuesta de liderazgo de involucramiento. De ahí el título ¡No me digas que no te importa! A una persona involucrada, le importa, lo que pasa donde quiera que esté.
Una persona está involucrada, cuando participa en la construcción y en la toma de decisiones.
Y cuando está involucrada, se siente parte, se siente vista, escuchada, creativa y contenta.

Cuando una empresa no involucra a sus trabajadores, reside en una cultura particular, que implica jefaturas vértices de estructuras con forma de estrellas, en donde las conversaciones de este son con personas en particular, secciones, departamentos, no incluyendo a las demás. La información se concentra en él y normalmente él decide si hacer participar a los demás y lo que da son órdenes.
Esto genera un clima en particular, donde priman las emociones del miedo, la rabia, el resentimiento y la resignación.

La historia de Eduardo Walker en estas materias es vasta. Ha trabajado con poblaciones de gente muy pobre, con pueblos vecinos de minas que desean mover el pueblo para poder iniciar faenas y con mineras propiamente tales.
No es nada fácil la cosa y su aprendizaje es lento en el tiempo, pero contundente.
Me recordó una frase que alguna vez escuché de que la cultura se come los planes estratégicos al desayuno.

Nos formamos en familias de padres autoritarios, fuimos al colegio donde el que sabía era el profesor y los alumnos quietos y ojalá en silencio, mientras el profesor pasaba la materia.
Es esperable que después en el trabajo la cultura fuera coherente con todo esto. Estructuras verticales, trabajadores que hacen la pega, hacen lo que se les ordena.
Cambiar esa cultura, no es fácil y requiere según Eduardo Walker, un proceso que describe muy bien en el capítulo 5.

Comienza con entrevistas uno a uno con los trabajadores, haciéndoles preguntas, escuchando, atento a las emociones presentes, e intentando generar confianza y seguridad que no habrá represalias ni nada.
Luego vienen reuniones que llama espejo, donde cuentan lo que han escuchado, sin dar nombres, para confirmar lo que se ha recogido y que tomen ellos conciencia del punto de partida.
Luego se diseña el plan de la intervención.
Y se procede al entrenamiento donde se les explica lo que se quiere hacer, por qué y se les pasan las distinciones necesarias para dicho proceso.
Luego se pasa a la implementación, con reuniones periódicas de conversación acerca de los avances y retrocesos.
Se cierra socializando el aprendizaje, junto con todos los aspectos en juego. La necesidad de hacer convivir el tradicional liderazgo de influencia, que es el que traían, con el de involucramiento, necesario para establecer límites, reglas y contexto.

Al pasar al liderazgo de involucramiento las personas aprenden a observar sus emociones, las emociones del ambiente, a valorar el ser escuchados, el ser escuchados sus perspectivas y puntos de vista, observando a la vez, las etapas por las que pasaron para ir soltándose y aumentando su participación.
En definitiva, cuando la cultura del involucramiento se instala en la cultura, las personas andan más contentas, más conectadas unos con otros, desaparecen los silos de trabajo e información, y se sienten parte de la construcción y la toma de decisiones.
Es otra cosa, que señala Eduardo Walker debe institucionalizarse, con ritos persistentes en el tiempo.

Este libro me hace entender por qué hay tanta gente dedicada a la gestión del cambio.

miércoles, abril 16, 2025

Libro Mio Cid Campeador Hazaña de Vicente Huidobro

Claro, Vicente Huidobro, escribe este libro en honor de su antepasado, que fue el mismo Cid Campeador, Rodrigo Diaz de Vivar; pasando por el rey Alfonso X el sabio.
Porqué se llama Diaz, Rodrigo Diaz de Vivar, le pregunto a chatGPT, siendo que el apellido de su padre era Laínez. Porque Diaz significa en esos tiempos de la Edad Media, hijo de Diego, Diego Laínez, su padre.

Vicente Huidobro
Vicente Huidobro es principalmente un poeta, así que imagínate nomás el lenguaje con que te encontrarás si optas por leer esta novela suya.
El lenguaje de Huidobro es una fiesta de color y emociones, que saltan desde esos hombres guerreros y esos espacios de la amada España, hasta los confines del universo.
Toda España se remece y vibra, con las glorias de este noble y valeroso hombre que fue su hijo Rodrigo Diaz de Vivar, que la historia renombró como Mio Cid Campeador.

Tras sumergirme en este libro escrito con pluma de poeta, puedo afirmar que el Cid Campeador representa para España y su proceso de Reconquista lo que Aquiles significó para los griegos y la Guerra de Troya. Mientras los moros gobernaron tierras ibéricas desde el año 722 hasta 1492, el Cid emergió como figura heroica y legendaria hasta su muerte en 1099, a los 56 años de edad.
En esta historia narrada por el poeta Huidobro, todo alcanza dimensiones grandiosas: desde la sublime descripción del acto de amor que origina su gestación, hasta su épica partida final cuando, ya sin vida sobre su fiel caballo Babieca, emprende su última batalla contra las numerosas huestes moras que se disponían al asalto definitivo de Valencia, donde el Mio Cid habitaba junto a su familia y su esposa Jimena. Y contra todo pronóstico, vence: los moros, aterrorizados ante su figura, huyen despavoridos.

Cuando nace Rodrigo Diaz gobernaba Castilla el conde Fernando Sánchez (hijo de Sancho), un noble hombre, al cual Rodrigo Diaz declara su lealtad tempranamente, lo mismo que su padre.

Pero cuando muere, a los 22 años de Rodrigo, reparte el reino de León y Castilla entre sus cinco hijos; tres hombres y dos mujeres.
Y se armó la grande; guerra entre los hermanos. Es en estas batallas donde emerge Rodrigo Diaz de Vivar, como potente guerrero y leal vasallo.
El que vence es Alfonso VI, que se hace de todo el territorio que había sido de su padre.
Las envidias de la corte hacen que finalmente el rey Alfonso mande al exilio al que ya empiezan a llamar Cid Campeador; Cid, que significa Sir en moro y Campeador, pues campea en los campos de batalla.

En una de sus vueltas, se casa con Jimena, su amor de la juventud y tiene dos hijas, Cristina y María.
Cuando sale al exilio, con su pequeño grupo de guerreros, dejó encargada a su mujer e hijas en un convento.

Pide un préstamo a dos judíos para financiar los gastos del convento, dejando en prenda un baúl lleno de arena, con prohibición de ser abierto antes de un año.
Manda a pagar la deuda con creces, y en ese momento los prestamistas ven que solo contenía arena. Sienten el engaño, pero igual bien retribuido.

El ejército del Cid Campeador crece y crece con cada nueva victoria. Los españoles más se peleaban entre ellos que contra los moros invasores.
Las traiciones son frecuentes y las alianzas incluso con jefes moros, son pan de todos los días entre todas las partes.
El Cid Campeador, campeón en todos los planos, desarrolla habilidades estratégicas, políticas y de negociación.
La batalla final será contra la importante ciudad andaluza de Valencia, en la costa mediterránea.
Las idas y venidas previas a esta gran victoria son múltiples. Lo logra y manda a buscar a su mujer e hijas, para instalarse en definitiva como gobernante ahí.

Su estadía en Valencia es su cúspide. Con su mujer e hijas que crecen y termina bien casándolas.
Y se viene la primera gran oleada mora a retomar la ciudad. Son mucho más los moros. Pero la ferocidad del Mio Cid irradia y contagia a sus guerreros, que logran una victoria mítica, que su mujer Jimena observa tensa, desde lo alto de una atalaya dentro de Valencia.

Cuando viene la segunda gran oleada mora a recuperar la ciudad, el Mio Cid yace moribundo por enfermedad. Muere rodeado de sus seres queridos y pide ser embalsamado y puesto arriba de un caballo, bien equipado para la guerra y de esa forma liderar a sus tropas.
Lo hacen y al verlo los moros se aterrorizan, aparte de qué los españoles se aleonan y obtienen la última y final batalla de este fascinante libro.

miércoles, abril 09, 2025

Libro Las 48 leyes del Poder de Robert Greene

Este libro de Robert Greene (+), habla del poder. Qué es el poder, es la primera pregunta que me hice.
ChatGPT me dice que es la capacidad de hacer que las cosas ocurran. El poder de elegir, el poder de cambiar una creencia limitante, el poder de decir “no”, el poder de inspirar. Es decir, una especie de autoliderazgo.
Después está el poder social, el poder de influir, para que otros hagan lo que tú quieres.
En definitiva, el poder es una posición o capacidad, bastante apetecida, especialmente por cierto tipo de personas.

Robert Greene
Las 48 leyes del poder, son una lista de reglas recomendadas por el autor para alcanzar y mantener el poder.
Leyendo esto me di cuenta de varias cosas. Una de ellas es que yo nunca ambicioné el poder por el poder. Aparte de que hay mucho juego sucio, muchas veces implicado.
En política, la pecha por el poder es una lucha, una guerra, desatada. No dialogan las contrapartes, debaten, pelean. Hay que ganar, no hay otra.
Y quien le gana, faena el chancho y lo reparte entre los suyos. Dicen que todo es por el país, por y para todos sus ciudadanos, pero eso ya nadie lo cree.

Otra cosa de la que me he venido dando cuenta, es que en todas las relaciones humanas, el poder relativo de uno y otro, está en juego. Pequeños gestos, pequeñas actitudes, denotan quien está por sobre y quien por debajo.
Un detalle del que antes no recababa y que muchas veces mi mujer me decía cosas, que muchas veces no entendía.
Por qué vas tú a sus casas y no vienen ellos a la tuya? etc, etc.

Veamos algunas de las leyes del poder que más se me quedaron en la retina.
Al jefe, nunca le hagas sombra. Más bien adúlalo, celébralo, ríete de buena gana de sus chistes. Esto lo he visto hacer mucho.
Cuide mucho su prestigio; defiéndalo con todo. Es clave para ejercer el poder.
Llame la atención; no pase desapercibido. Aquí he fallado mucho.
Haga que otros trabajen por usted, pero preocúpese siempre de llevarse usted los laureles. Otra cosa en la que he fallado (y no me arrepiento).
Sus acciones dicen mucho más de su poder, que sus palabras.
No se junte con perdedores (loosers), sino solo con ganadores. Otro lado donde he fallado; me junto con todos.
Haga que la gente dependa de usted. Por ningún motivo; ni a mis hijos los he educado así.
A sus enemigos, si puede matarlos, mátelos. Esto era así más en la antigüedad. Hoy no corre; más se les evita, que es una manera de mandarlos al exilio.
Este poco con .. sus nietos; lo adorarán. Sí, me pasa. Esté con ellos, pero desaparezca pronto. Lo echarán de menos. Esto también es ejercicio de poder.
No se aísle, no construya fortalezas alrededor suyo; manténgase en contacto.
Muy interesantes son las artes de los cortesanos y cortesanas, en las cortes de los reyes. Los hábiles, eran los que sabían leer a los demás y sabían moverse en esas aguas movedizas.
Cuando se trata de entrar en acción, vaya con todo. Mande guardar sus miedos y timideces.
Planifique bien su accionar y después haga como si todo le fuera natural, sin esfuerzo.
Indague, infórmese, del talón de Aquiles de los demás. Es clave.
Sepa cuándo es el momento oportuno para cada cosa. Es un saber clave; y no es tan fácil.
Compórtese no muy distinto de los demás, aunque piense completamente distinto.
Muéstrese con fallas, nunca muy perfecto.

Claro, muchas de estas leyes uno las ve aplicadas por personajes actuales como Donald Trump y Vladimir Putin. Y yo no quiero parecerme a ellos.
Pero creo que saber de estas cosas, es siempre bueno.
Un libro complejo, pero necesario, a mi parecer.

domingo, abril 06, 2025

Libro La traición de Darwin de Gerardo Bartolomé

Este libro de Gerardo Bartolomé (+) tiene distintos planos. Uno es del gobierno argentino que quiere organizar una expedición por el río Santa Cruz, hasta su nacimiento, con fines territoriales, en relación con los límites con el vecino país Chile.
Otro es el viaje de Charles Darwin en el HMS Beagle, al mando del capitán Robert Fitzroy, en diciembre de 1831. En esa fecha Darwin tenía 22 años y Fitzroy 26. Notable lo jóvenes qué eran.

Gerardo Bartolomé
Todo comienza con una conversación entre el ministro de relaciones exteriores de Argentina, Rufino de Elizalde, con el joven Franciso Moreno, el año 1875, también naturalista, como Darwin, para que recorra nuevamente el río Santa Cruz y esta vez sí llegue a su nacimiento, cosa que Darwin y Fitzroy no habían logrado 40 años antes.
Será el inglés John Stokes, miembro de la misma expedición de Darwin, quien les proveerá los planos, mapas, indicaciones y toda la historia de la expedición de Darwin.
Y parte el que terminará siendo el perito Moreno de Argentina, la expedición, coronada con completo éxito.

Cinco años durará la expedición de Darwin y Fitzroy, que dará la vuelta al mundo. Partirá de Plymouth, al sur de Inglaterra, por el Atlántico hacia el sur. Tocará las islas Canarias, sin descender en ellas. Pasan y se bajan en la isla Santa Elena, frente a Angola, donde tienen una notable conversación con el que había sido el guardia de Napoleón mismo, obteniendo sabrosa información de sus últimos días antes de morir. Visitan también la tumba de Napoleon en la isla (la pasada por la isla Santa Elena no fue a la ida sino a la vuelta, cuando ya van camino a Inglaterra, el año 1836). Y siguen a las costas de Brasil.
Rio de Janeiro, Montevideo, breve estancia en Buenos Aires, luego puerto Deseado en la boca del río Deseado y de ahí al río Santa Cruz.
Han roto la quilla del Barco, que proceden a arreglar en lo que terminan llamando puerto de punta Quilla. Desde ahí inician el remontar el río, en una expedición de varios días, con botes buena parte del camino a la rastra.

Cada vez que bajan a tierra y están en tierra, hay dos intereses. Por una parte, Fitzroy y Stokes (el mismo que después mandará la documentación a Moreno), se encargan de hacer mediciones para establecer las precisas coordenadas del lugar, con el objeto de confeccionar planos y cartas de navegación.
Y por otra, Charles Darwin, que buscará piedras, fósiles, investigará la vida silvestre, animales, aves. El tipo de observador que es Darwin es muy notable. Y de mucho interés para Fitzroy, por lo que sus conversaciones son de gran interés, tanto para ellos como para lo que leemos el libro.

Hay una interpretación, vigente en esa época, que es la creacionista. Esta consiste en pensar que Dios creó el mundo y todos sus habitantes, en una fecha precisa (4004 AC) y en general todo se ha conservado sin mayor transformación desde esa fecha.
Bueno, Darwin, a partir de sus observaciones y descubrimientos, empieza a desafiar cada vez con más intensidad, toda esa teoría. Le pone a su teoría la teoría evolucionista.
Y las discusiones entre Darwin y Fitzroy empiezan a intensificarse.
Darwin empieza a especular que el hombre desciende de los monos y Dios, simplemente no está, no se requiere.
Fue hasta tal punto esta discusión, que creo que fue Stokes, quien le pone a un punto a orillas del rio Santa Cruz, punta de No-God.

No llegan al nacimiento del Santa Cruz, porque se le empezaron a acabar los víveres, siendo que después, 40 años después, Francisco Moreno, dirá qué solo le faltaron dos horas de caminata, arrastrando los botes.
Siguen al sur, estrecho de Magallanes, donde intentan instalar una colonia con los tres fueguinos que traían desde Londres, que habían llevado desde estas tierras en el viaje anterior.
El encuentro con los indios locales, no fue muy fácil. El cura que bajó con ellos, con la intención de quedarse, casi fallece. Fueron saqueados y aterrorizados. Sino es por la pronta vuelta del Beagle, que el sacerdote, no la cuenta.
Igual los fueguinos se quedaron ahí y se transformarían en vestimenta y costumbres a los locales, sin saber nunca más de varios de ellos. A uno sí lo volvieron a ver, pero no quiso irse con ellos a Inglaterra.

Pasan al océano Pacífico y llegan a Valparaíso. En Valparaíso, un grupo parte con Darwin a cruzar la cordillera de los Andes, llegar a las más altas cumbres y bajar al pueblo, en ese tiempo, de Mendoza.
Hay un momento, cuando caminan hasta el paso de más altura, se viene una tormenta y Darwin divisa una zona propicia para encontrar fósiles. Contra todas las indicaciones parte, llega al lugar y encuentra mariscos fosilizados, que serán claves en sus reflexiones. Baja, llega la tormenta y si no es por una brújula, no logran dar con el boquete del paso y empezar a descender a territorio argentino, donde la tormenta mengua.
Cómo mariscos fosilizados en las más altas cumbres. Sino porque en algún momento en la historia mucho más antigua que el año 4004 AC, esas tierras estaban bajo el mar.

Fue más tarde en las Galápagos, donde Darwin cae en cuenta que la evolución claramente ahí era un muestrario irrefutable, de las transformaciones de las aves como los pinzones, las tortugas y las iguanas.
Fue ahí donde decanta definitivamente su teoría que se convertirá en su famoso libro El origen de las especies, publicado muchos años después, el año 1859.
Donde ya remata su teoría de la evolución es con su libro El origen del hombre, el año 1871.
Darwin tenía un serio problema para publicar estos libros. Primero, una promesa que le hizo a Fitzroy en Valparaíso, de que no publicaría nada hasta que no hubiera demostrado con pruebas irrefutables científicas, su teoría.
Y segundo, su teoría que dejaba a Dios como a alguien no necesario, ponía muy mal a su mujer Emma.

Un libro fascinante, que representa un cambio fundamental en la manera de pensar que tenía la humanidad y un fuerte retroceso para la iglesia.