Ayer viví una experiencia significativa. Asistí, invitado por la profesora Andrea Brandes, a la celebración del cierre del año académico de un taller literario que desarrolló en la cárcel de alta seguridad con alumnos como Claudio Spiniak, Jorge Lavanderos, Lenin Guardia y otros.
Iba en el auto con algunos invitados de ella, mas su profesor el poeta Raúl Zurita, grupo con el cual tuvimos que pasar por todo el ritual de identificación y entrega de elementos de identidad y diverso,como celulares, pendrives, anteojos de sol, que pudieran servir a los internos para usos no deseados.
Cada alumno estaba en una mesa redonda, bien adornada con un mantel, un plato con pedazos de pan de pascua y otros con galletas de navidad. Lo acompañaban sus visitas para la ocasión, como parejas, hijos, hermanos.
Hubo discursos alusivos a lo que había sido este primer año con la profesora Andrea, donde le entraron a los temas de la poesía y de ahí a sus particulares intentos de creación artística, siendo esta experiencia una verdadera fiesta y paseo imaginario por las insondables dimensiones del alma humana.
La sensación de gratitud de los internos hacia Andrea, por su coraje y habilidad para lidiar con tan particular grupo humano, que no cualquiera, ni hombre o mujer querría aventurarse.
Me tocó saludar y ser recibido por un protocolar Lavanderos, conversar larga y abiertamente con Claudio Spiniak y también con Waikilaf Cadin Calfunao.
Me sorprendió la humanidad contusionada de Spiniak, su sinceridad de haber caído bajo, muy bajo, con explicaciones que rondaban la holgada riqueza, la soledad y principalmente las drogas; su arrepentimiento y dolor por el daño causado a sus hijos y cercanos.
Y Waikilaf, que se me apareció como una víctima del acoso y hostigamiento persistente sobre su pueblo, su abandono y como sus entendibles reacciones de rabia y defensa personal, lo tenían confinado en este recinto. Se me apareció como una persona íntegra, injustamente tratada por las fuerzas del invasor de su historia, propiedades y tradición.
Y me aportó links a sitios donde explican y muestran parte de su drama: la ONG Mapundial, el video donde se muestra como carabineros los hostigan y balean.
Él es líder de la Comunidad Juan Paillalef, de la cual él y sus padres gobiernan y están todos presos.
Bueno, una experiencia que no olvidaré y donde vi personas cuyas expresiones me tocaron, donde la entrega de regalos a sus hijos ahí presentes me emocionó y de donde salí con una poderosa sensación de que somos todos hermanos y no debemos olvidar a nadie, por la salud de nuestro querido país.
Gabriel,
ResponderBorrarLa experiencia la encuentro extraordinaria y debe haber sido emocionalmente muy intensa. Mi mujer hizo algo parecido, algunos talleres, en una práctica de psicología; esto fue en la carcel El Manzano en Concepción. La experiencia marcó en ella el convencimienmto de que todo ser humano puede crecer y merece nuevas oportunidades, incluidos los que por sus actos están privados de libertad.
Saludos, Guillermo Muñoz H.
Gabriel:
ResponderBorrarFreak total la experiencia. Valiente la Andrea por hacer clases, y tú por asistir. Habla bien de la capacidad que ambos poseeen de perdonar. Yo no sé si podría mirar al huevón de Lavandero a la cara. Tan caballero que se ve y tan pedófilo que es... Tampoco sé si le podría mirar la cara a Spiniak, quien tanto daño le hizo a su familia, a sus hijos. Insisto: rara la situación, pero tremendamente interesante.
Un abrazo.
Peky.