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sábado, septiembre 07, 2013

La atmósfera y potencia de la relación de coaching

Arriesgo al aventurar una reflexión sobre tema tan difícil de asir. La atmósfera, lo que se crea en una relación de coaching, o de muchos otros tipos, es una capacidad humana notable, sin duda.

Cuando dos personas se ponen a conversar sobre el ser y el no ser, de uno de los presentes, mas bien; pues el ser del otro y su no ser también entran en juego; se produce un fenómeno, una experiencia, de inmersión, en la experiencia de la conversación, que como he aprendido le lleva lenguaje y emociones, y quien sabe que otras cosas. Esta conversación se puede producir en espacios cerrados o aislados, preparados para ello, o en espacios públicos como un Starbucks, y se da el fenómeno en que el entorno desaparece y se está sumido en la conversación, en la experiencia de la relación, en esa danza, ese flujo, realmente insondable en sus características y atributos. Es un espacio donde el instrumental de la ciencia poco tiene que hacer.

Unos lo logran, otros no tanto, otros nada.
Si no se da, el coaching no es posible.

Espacio sagrado, una vez escuché llamarlo. Me parece bien. Tiene de sagrado.

Espacio de confianza. De todas maneras. Si no hay confianza, el fenómeno no ocurre.

La atención del coach es total. Está inmerso en la relación, en la atención de lo que el otro dice, pero no solo de ello, pues tiene los ojos enganchados en el otro, captando cuerpo, emociones, lo que sea que se produce en esa experiencia relacional.

Pienso que no sabemos la materia de la que está hecha esta experiencia. Cuando leo de las últimos investigaciones del cerebro, de las neuronas espejo, pienso que probablemente hay bioquímica en juego, participando, y también hay electromagnética en juego, pues como es posible intuir al otro, como es posible adivinarlo, pues también se produce.

La relación del coaching es un capítulo muy importante de la actividad del coaching.
Será posible tasar ese fenómeno, meter el instrumental de la ciencia y ponerle números? Capaz que si, pero no aún.
Solo intuyo que lo que ahí pasa es potente e implica más dimensiones de las que somos conscientes.

También pienso cómo frustramos, impedimos, que aproximaciones a ese fenómeno relacional, del que el coaching usufructa, se lleven a cabo.
Métele celulares, whatsapp, y la cosa se va a la mierda.

Hay personas expertas en frustrarte el encuentro, distrayéndose, no conectando simplemente, incluso adrede, pues no se desea la conexión. Puede ser muy doloroso, cuando se es consciente que te están eludiendo, evitando, despreciando incluso.

Bueno, el acceder a ese campo experiencial relacional, es la materia prima, es el terreno arado y rastrojeado necesario para sembrar esa poderosa dimensión de la experiencia humana que son las relaciones significativas, como es el coaching.

Pienso que hay una capacidad humana en juego en esa dinámica, capacidad que me hace pensar que es un primer paso hacia la potencia que vamos descubriendo es el ser humano. Potencia minimizada en nuestra cultura, que se ha enfocado en rentabilizar la realidad.

Hablar, por otra parte, es un fenómeno notable, especialmente cuando el hablar sale del ser, de lo profundo. Aparte de ser un proceso que fluye automático, en el momento, con total destreza, mueve el ser en un proceso transformacional insondable.

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