El sistema educacional se parece a una cuncuna grande, lenta, gorda, señala Cornelio Westenenk. En un mundo que cambió tanto, que ya se hace imperativo que cambie, pero se resiste. Y el cambio de las cuncunas es tan radical como que se transforman en una mariposa que vuela; llamamos a ese cambio maravilloso metamorfosis. Por ello se puede hablar de un cambio en el nivel de consciencia, sin duda.
Cornelio Westenenk |
Cornelio propone que el centro de todo sea el estudiante y no el profesor, ni la materia. Abandonar ya, el formar personas obedientes, con miedo a la autoridad. Basta de eso.
El estudiante debe transformarse en un ser autónomo, activo, entusiasta, participativo, gestor de su propio y particular currículum de estudio; él y solo él establecerá las materias que estudiará. Y el profesor será su tutor, su coach, su socio en este emprendimiento, que es la construcción de si mismo; el más grande de los emprendimientos.
La sala de clases deja de ser lo que ha sido, se transforma en un lugar de debate, de escuchar y acoger diversidad de posiciones, de colaboración, donde el que era el profesor, es un guía, un facilitador, un coach. Son los alumnos los dueños de la escena, sujetos a ciertas reglas que permitan el proceso que se persigue.
Me gustó el ver la sala de clases como un campamento base, de la acción de aprender, que ocurre en buena parte en otro lado.
Los estudiantes que entran al sistema educativo, aprenden a buscar las materias en la red, a discernir cual vale la pena y cual no. El coach les ayuda a buscar su particular camino, su "carrera", lo que a él le apasiona, lo que a él le resulta que tiene más habilidades.
El proceso de estudiante lo dejará lanzado en la pasión por aprender, una tarea de por vida, que no hará en forma aislada y solitaria, sino en grupos, en colectivos colaborativos, en comunidades de aprendizaje, conectados a través de plataformas adhoc.
La institución educacional estará comprometida en formar personas, con valores sólidos, creativas, personas de carácter. El espíritu aventurero del proceso, lleno de emociones, tendrá como norte el construir emprendedores, diestros en aunar voluntades, trabajar en equipos, con el foco puesto en la comunidad a la que se desea de corazón servir, antes que nada. Atrás queda el individualismo radical y la competencia codiciosa.
Me llama la atención la elección de Erich Pohlhammer escribiendo un prólogo que abre y cierra el libro, en su estilo alegre, chacotero, creativo, chispeante, volado, irreverente. Esto también da la pauta de lo volado que es Cornelio Westenenk.
Él quiere, el autor, que la educación, el aprender, aparte de ser un proceso continuo, de por vida y apasionante, nos haga seres hermosos que vuelan como águilas de grandes alturas. Y de ahí la metáfora de las mariposas.
Un gran libro, inspirador, necesario para movilizar el proceso de cambio que esta cuncuna que se arrastra, que es la educación de hoy, se transforme en lo que el mundo que viene requiere con urgencia. Bravo.
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