Yo soy de los que ando diciendo que la realidad no existe, sino que la producimos de acuerdo a nuestro interés y ajuste ecosistémico.
Cada pieza de estos libros relata un pedazo de historia de Chile. Cómo nos comportamos con los pueblos originarios cuando ingresamos o irrumpimos en sus territorios. Pésimo pues, casi los exterminamos. Mi familia mental aumentó su sangre en las manos producto de los genocidios que muy probablemente ejecutaron, fueron testigos o simplemente encubrieron.
La lectura de estos libros, entonces, me afecta. Me habla de cómo hemos sido y mucho de cómo somos en realidad (otra vez con esto de la realidad).
Hasta más o menos la época de Balmaceda, esta república más parecía una monarquía, pues el presidente más parecía un patrón de fundo, que aparte de nominar a su sucesor, designaba a todos los miembros del congreso, instalándolos ahí a punta de acarreos y compra de votos. Y la forma de lidiar con los rebeldes, era con la máxima brutalidad, utilizando a sus fuerzas (ejército, carabineros, ..), apaleando o simplemente apretando el gatillo, incluso por pocos minutos, como fue con las ametralladoras en la matanza de Santa María en el norte. Cientos de muertos, hombres, mujeres y niños, que congreso y prensa, se las arreglaron para poner debajo de la alfombra como si nada. Aparte de los decretos leyes que prohibieron hablar del asunto.
Arturo Alessandri gritaba desde la Moneda, “matenlos a todos”, cuando pasaban los carabineros con los presos de la toma de la universidad de Chile, jóvenes nacis, hacia el Seguros Obrero, frente a la Moneda, donde se encontraba otro grupo de los mismos sitiado. Bueno, los mataron a todos; unas 60 personas. Algunos completamente inocentes, pues solo trabajaban ahí y se vieron en medio de este infierno. Carabineros presionados para declarar una versión oficial de los hechos, elaborado por un abogado y el mismo Alessandri.
Me sorprendió mucho ver como los hechos de Europa, la revolución Bolchevique en Rusia, los nazis y fascistas, en Alemania e Italia, encrisparon el ambiente acá.
Los más pobres, los más desposeídos, empezaron a verse como una real amenaza, pues los discursos revolucionarios, de connotación internacional, penetraron también nuestro territorio. Y eso explica quizás la agresividad impresionante, ante movilizaciones, más que razonables muchas veces.
El miedo sin duda, factor relevante en las acciones desquiciadas de los hombres.
Y pienso que seguimos, incluso hoy, con miedos similares en nuestro ambiente.
Bueno, no ha pasado tanto tiempo.
La historia de la Falange, una escisión del partido Conservador, de en medio de la aristocracia misma, con afinidades fascistas en una etapa del desarrollo de Mussolini, con próceres tan importantes como Eduardo Frei Montalva, en estos días en la prensa por el veredicto del juez Madrid, por su asesinato.
Un partido que derivó hacia el centro y luego hacia la izquierda, siempre con la cruz de Jesucristo en alto.
Felipe Portales |
Esta historia de arreglársela por tantos años la aristocracia latifundista (de ahí vengo) a través de la sociedad nacional de agricultura SNA, para impedir que se constituyeran en sindicatos los inquilinos y temporeros de los fundos, porque la Constitución usaba la palabra industrias y ellos defendían que las haciendas no eran industrias. Y lo lograron por años, incluso bajo los gobiernos radicales de Ibáñez y González Videla. Solo en 1967 (ayer) esto se revirtió.
Me declaro un ignorante de la historia de Chile y considero que la historia que nos enseñaron en los colegios (Grange en mi caso), no podía ser más insípida.
Recomiendo con fuerza estos dos tomos de Felipe Portales, como una forma de saber más, de algo tan importante como nuestra propia historia.
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