Jaime Soto es chileno, de Osorno, Ingeniero Civil Industrial con Doctorado. Académico de la universidad de Santiago y con cargos directivos en la ACTI, asociación gremial de empresa de TI en Chile.
Su tema es la gestión del conocimiento, algo que está claro no se guarda en computadores ni discos duros, sino en las Personas. De ahí el potencial de las Personas y su importancia en las empresas.
Fuertemente influido por Fernando Flores y Humberto Maturana, ve la empresa como redes de conversaciones, donde la realidad no existe, sino observadores particulares válidos.
Creamos el mundo en nuestras conversaciones, que son un tejido imbricado de lenguaje y emociones.
La comunicación es central en la empresa y en la articulación del conocimiento. Las emociones son parte fundamental de lo que somos y tenemos que terminar de ver la empresa como una maquinaria y empezar a verla como redes de conversaciones con fuerte presencia de las emociones, que históricamente para los ingenieros, estaban invisibilizadas.
Jaime Soto mira a la empresa poniendo a la Persona en el centro, en el epicentro, de las organizaciones. Su potencial es aún desconocido y solo empezará a aflorar en las conversaciones grupales, en las conversaciones de los equipos de trabajo.
Necesitamos creatividad e innovación, habilidades demasiado aplacadas por nuestro sistema educacional. Basta ya de los liderazgos basados en la racionalidad en exclusiva y el autoritarismo, y miremos al ser humano en todo su potencial, siendo las emociones y la imaginación, partes sustantivas.
En las organizaciones atesoramos las transacciones, el monto de la factura de esa venta. Y descuidamos el conocimiento de cómo fue que ese vendedor o ese equipo de ventas, logró cerrar la venta. Es el descuido por el conocimiento, que es patrimonio de la organización, descuidado tantas veces.
En nuestra tierna infancia, aprender era un juego. A medida que crecimos, se fue transformando en algo serio, grave incluso. Y perdimos el emocionar del juego, tan clave en el aprender. Te imaginas recuperar eso y darle foco a trabajar en pegas que nos emocionen, que nos encanten, que disfrutemos. Son aspectos presentes en este libro.
Si miramos la empresa desde el prisma del conocimiento, observando cuales son las personas que más tienen ese conocimiento clave, estratégico y cuidándolas, para que estén a gusto y motivadas, con desafíos estimulantes. E inventar mecanismos de propagación de este conocimiento.
La empresa debe inventar permanentemente su futuro, acumulando con ello poder, y eso se logra a través de la conversación y las comunicaciones entre personas.
Para ello deben cultivarse valores relevantes, entre los que Jaime Soto destaca, la integridad, la autonomía responsable (sin confianza esto no es posible), la intimidad profesional y la reinvención mancomunada de las posibilidades.
El conocimiento es el oro del futuro y este reside en las personas, articuladas en equipos de trabajo, que mientras más afiatados se encuentren, mejor.
Fundamental en ello es la capacidad y la motivación por aprender, para lo cual la capacidad de escuchar es clave.
Hay mucha información en este libro de diversas metodologías de análisis e intervención en las empresas. Me llamó la atención la presencia en ellos, de la conformación de grupo de trabajo interdisciplinario, abocados a la innovación y la gestión de proyectos constructores de futuro.
Y en ningún caso ver a la empresa como un ente aislado, tanto de sus clientes, como de sus proveedores y otros actores con los que suele estar interactuando. Ojalá ellos formaran parte de los equipos de proyectos de innovación.
Un libro provocativo, que le aporta a la mirada de la empresa, célula fundamental de nuestro desarrollo económico y existencial.
Excelente aporte entonces para el desarrollo de organizaciones, cada vez más orgánicas, otorgándole el valor que merecen las redes de conversaciones como motores de su crecimiento y evolución.
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