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martes, agosto 10, 2021

Certificación de Articulador

Ayer fue la última sesión de trabajo de todo el grupo que sigue el curso para certificarnos como Articuladores, dictado por Juan Vera e Irene Torres. 

Una experiencia potente en muchos sentidos.
Esto de articular, que resulta ser una forma de liderazgo del futuro, para un mundo cada vez más complejo, en que nadie sabrá que hay que hacer en cada situación, sino que la forma de proceder es convocar a todos los implicados y afectados, y lograr entre ellos un intercambio constructivo.

El articulador detecta un ámbito donde establecer propósitos, un ámbito de problemas, o recibe un pedido para atender un determinado escenario que requiere mejora o transformación.

Se diseña el espacio, el programa, se recluta a los que facilitarán la experiencia de articulación.

Quizás uno de los temas más importantes es la convocatoria. A quién se convoca, para qué.
No se convoca a los roles, ni cargos, ni títulos. Se convoca a las personas. Este pequeño detalle, será determinante. Las personas parten por presentarse en pequeños grupos, de 10 a 12 personas. Se presentan como las personas que son; esto hará una gran diferencia, porque con ello se espantan muchos prejuicios que operan en nuestras interacciones, que lo único que hacen es dificultar el encuentro.

Claro, lo que se busca es el encuentro de personas, en primer lugar. Y esto es muy importante. Tan importante, que la exitosa iniciativa del 3xi, centra su accionar en lo que llaman la cultura del encuentro.
Y lo que después opera, es la magia, dicen algunos.
De ahí han salido tremendas iniciativas, que no fueron gestionadas por 3xi, sino por las personas que en un encuentro se encontraron, se conocieron e hicieron match.


El articulador va más allá, entiendo yo. Facilita el encuentro y lo que sigue.
Aprendimos metodologías para lidiar con conflictos graves, como los del método Nansen de Noruega y el método para gestión de conflictos Nonflict.
Lo central es ser capaz de escuchar a la contraparte, ponerse en sus zapatos; ello requiere coraje, entre otras cosas.
Y luego capacidad de diálogo, esa forma de conversar que no muchos tienen, sin saberlo, pues se han restringido a las formas del debate, de quien tiene la razón o quien domina en el argumento.

Uno de los capítulos más relevantes de este curso, fue el trabajo en grupos chicos, de cinco, seis personas, que dado el alcance de la voz de Juan Vera, me tocaron personas de México, Colombia, Venezuela, Perú, aparte de Chile. Grupo con el que estrechamos vínculos, intimamos, nos conocimos y disfrutamos de nuestra constructiva plática. Se instaló una amistad que veo dificil dejamos al garete.
Aparte, y gracias a las bondades del Zoom y el trabajo online, siempre fue posible lanzarnos en las actividades de todo el curso, a grupos pequeños, azarosos, de conversación e intercambio, donde aún más relaciones se establecieron.
Aprecio mucho esta parte del curso, la gente que conocí, su diversidad de mundos, y los vínculos establecidos.

Para terminar, me he quedado mirando esa dimensión humana del encuentro y del vínculo, que tiene ingredientes, por supuesto, no medibles, de honduras insospechadas, pues esa capacidad de conectarnos significativamente con otros es materia esencial de nuestra naturaleza.
Cuando abrimos nuestro corazón, cuando soltamos nuestras defensas, lo que pasa puede incluso deslindar con la dimensión espiritual de la conexión en el mundo de la conciencia donde la comunicación puede ser sin mensaje; puede activarse hasta la comunicación cuántica.

2 comentarios:

  1. Gracias Gabriel. Me sirve mucho, dado que es un resumen del camino recorrido en estos meses. Destaco "los prejuicios dificultan el encuentro". Saludos,

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  2. Genial Gabriel! Gracias por compartir y por la invitación a participar. Una gran práctica para evitar los prejuicios propios y ajenos, y conversar desde una perspectiva abierta de mente.

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