Nikolai Rubakin, nace el año 1862 en Odessa, Ucrania y muere el año 1946 en Moscú. Escribió este libro el año 1911. Trabajó buena parte de su vida como bibliotecario, inmerso en los libros.
Se pregunta por el origen y evolución de los idiomas que hablamos las personas.Hay idiomas muy antiguos que son el origen de muchos idiomas que hoy se hablan. Los estudiosos de estas materias pueden ilustrar estas derivaciones, yendo a libros muy antiguos donde aparecen reflejados sus formas originales.
En nuestro mundo hay como 800 idiomas diferentes. Si se agregan los dialectos dentro de cada idioma se llega a cómo 3.500 según Nikolai Rubakin.
Si ponemos a un grupo de niños a criarse con nodrizas mudas hasta los 12 años, cosa que hizo un poderoso kan de la India, no aprenden ningún idioma y tendrán serias dificultades después para hacerlo.
Aprendemos a hablar en el contacto frecuente con nuestros familiares. Y aprendemos cualquier idioma.
Pensé en que si yo hubiera nacido en China, el mismo yo que soy, hablaría chino fluidamente. Notable, no ?
Imperceptiblemente a veces los idiomas van cambiando, van evolucionando. Nuevas prácticas van incorporando nuevas palabras.
Inmigrantes aportan formas y palabras nuevas que se incorporan en un idioma.
Cuando un pueblo conquista a otro, se producen fusiones importantes con formas y palabras que dejan de usarse.
Hay idiomas extintos. El latín por ejemplo, ya no se habla y está en muchos libros antiguos.
Nikolai Rubakin es un experto en estos temas y se pasea por muchos idiomas y muchos idiomas extintos que son la raíz de lenguas que hoy se hablan.
Las palabras tienen una raíz a la cual se le agregan prefijos y sufijos, creando nuevas palabras. Hay palabras que se juntan unas con otras fundiéndose.
Hay idiomas como el chino que solo añaden palabras que son raíces en sí mismas. Por ejemplo, para decir muchedumbre, dicen hombre-mujer-muchos.
Hay muchas formas de formarse los distintos idiomas.
Hablar de los idiomas o del idioma que hablamos, tiene un poco de esto del pez que empieza a mirar el agua por la que anda. Lo más natural es que sea algo invisible.
Leyendo este libro me doy cuenta que hay idiomas que tienen pocas palabras, muchas palabras e incluso muchísimas.
Hay personas con las que hablamos que usan vocabularios más reducidos que los nuestros y no tomamos esto en consideración. Y no nos entienden como creemos que lo hacen.
He empezado a preguntarle a mis nietos si saben que significa tal o cual palabra que he usado y muchas veces me dicen que no y he tenido qué intentar explicárselas.
Un libro inesperado que me prestó mi amigo Klaus Heynig, que me sumergió en un tema valioso.
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