Este libro de Eligio Resta, que hace la Introducción, que es lejos más extensa que el resto del libro, recoge un intercambio epistolar entre Albert Einstein, que en julio del año 1932, junto entre las dos guerras mundiales, le pregunta a Sigmundo Freud justamente ¿por qué la guerra?
Los seres humanos siempre hemos resuelto nuestros conflictos de intereses a través de la violencia, al igual que cualquier otro miembro del reino animal.Es la forma natural que tenemos. Te sorprende ?
Freud se pregunta en un pasaje de su carta, porque nos sorprende que las guerras siempre han existido. Y parece que siempre existirán.
Hoy, más que hace rato, abundan.
Cuando uno de los bandos derrota al otro, o lo aniquila o lo somete. Ahí aparecen el derecho y las leyes. Son hechas para favorecer al vencedor y someter o subyugar al vencido.
Ver esto de esta manera, para mi es nuevo.
Ahora, con la evolución, los pueblos han comprendido que se hacen fuertes frente a los que quieren someterlos, si ellos se apropian del texto del derecho y las leyes. Es la forma en que los muchos finalmente derrotan a los pocos poderosos.
Para que esto perdure, deben instalarse lazos afectivos, del tipo sentirse parte de esa comunidad, de manera de darle continuidad en el tiempo a este régimen.
Ahí están los Estados y las naciones.
Para los conflictos entre Estados, harían falta dos elementos. Un derecho con sus leyes inter Estados y una fuerza suficiente para imponer sus resoluciones.
Esto no se ha logrado. En parte porque requiere que los Estados, sus personas más poderosas, cedan parte de su poder, de su soberanía, a esta institución supranacional.
Simplemente, no ha pasado. Por eso las Naciones Unidas de a ratos no se entiende bien cuál es su rol, si ni corta ni pincha.
Freud aporta las dos pulsiones fundamentales que nos habitan. Una que construye, une, crea y procrea, Eros y otra que se orienta a la agresividad, a la destrucción, tánatos.
Y normalmente andan juntas.
Si deseo a esa mujer, la quiero que sea mía, solo mía. Amor y agresividad juntos.
La guerra tiene elementos confesables y elementos inconfesables. El placer de destruir, el placer de matar, juega un rol no menor.
Solo recuerdo cuando chico el placer de quebrar vidrios prohibidos con onda.
Teníamos una relación diplomática y cordial con los mapuches y cuando nos independizamos de papá España, nos vimos empobrecidos y se nos abrió el apetito por el territorio mapuche y zas, nos lo tomamos; los conquistamos por la violencia (a alguien se le ocurrió llamarlo pacificación de la Araucanía; marketing nomás de esa época).
El tiempo pasa, los hijos, nietos y bisnietos de los conquistados, ya conviven con nosotros .. podemos ajustar las leyes para mayor reconocimiento e igualdad; no ?
El estallido social, fue un amago de guerra, nuevamente. Zafamos por la vía de intentar cambiar las leyes que nos rigen. Fracasamos en dos ocasiones. Volvimos a fojas cero ? Toca guerra ?
Quedo enredado y preocupado.
La perla de esperanza que aporta Freud es que el desarrollo civilizatorio, el desarrollo cultural y de la razón, opera como un antídoto, anti soluciones violentas.
Cómo estamos ahí ? Me parece que mal.
Necesitamos actuar, educando, enseñando que si no es el diálogo, lo natural es pasar a la violencia. ¿Queremos eso?
Albert Einstein y Sigmund Freud hablan en el año 1932, después de la primera guerra mundial y antes de la que viene el año 39. El tema los preocupaba sobremanera. Sus aportes no cambiaron la historia.
Yo pienso en la importancia del desarrollo personal, simplemente para tener las pulsiones agresivas sosegadas.
Muchas gracias Gabriel, como siempre grandes lecturas y con excelentes comentarios y análisis de tu parte. En esta ocasión me queda una sensación de impotencia y desazón. Sin embargo creo que la evolución de la sociedad es lenta pero existe, tenemos menos guerras, la gente vive, más tiempo, hay mayor acceso a las condiciones básicas de vida, dedicamos más tiempo al ocio en promedio. Dos grandes autores que he leído estos días y que pueden aportar a estas reflexiones: Jorge Wagensberg, en su libro Teoría de la Creatividad aborda las formas como los seres vivos se organizan, por ejemplo en manadas, y como esto incide en su forma de subsistir y perdurar, habla del síndrome del malentendido bajo el cual los colectivos humanos pueden hacer crecer su odio trágicamente, como sucedió con el nazismo, habla también sobre la democracia y el Zeitgeist Hegeliano. El otro libro es del gran Amos Oz, Contra el Fanatísmo, en el cual busca dar explicaciones a las respuestas violentas de los colectivos humanos "La actual crisis del mundo, en Oriente Próximo, o en Israel/Palestina, no es consecuencia de los valores del Islam. No se debe a la mentalidad de los árabes como claman algunos racistas. En absoluto. Se debe a la vieja lucha entre fanatismo y pragmatismo. Entre fanatismo y pluralismo. Entre fanatismo y tolerancia..."
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