Pongo el despertador a las 6 de la mañana. Es un viernes frío de invierno. Salgo oscuro de la casa a un cuarto para las 7. Micro a Escuela Militar; Metro hasta estación Baquedano y Metro hasta la estación Plaza de Maipú.
Voy con mi bolsa del pan y jockey que mi mujer objeta. Leo muchas páginas del libro que llevo, en todo el tramo de Metros.
Camino unos 14 minutos desde la Estación Plaza de Maipú hasta los galpones donde será en encuentro en Av 5 de Abril #700, con 3 grados bajo cero que me hacen sentir manos y cara.
Llego a la calidez del espacio de los encuentros 3xi. Sillas ordenadas en círculo en varias filas; serán creo que 264 personas del territorio de Maipú los asistentes. La música proyectada en una pantalla gigante y me voy encontrando con mis queridos habituales concurrentes a estos eventos. Jaime Riesco, Camilo Herrera, María Jesús Aldunate, que viaja para esto desde Puerto Varas, la Ale Pizarro, que será la maestra de ceremonias.
Pido un rico calentito café con un poco de leche y me como unos aliados triangulares exquisitos.
Llamas largas calientan el semicírculo de sillas.
Tempranamente visito los baños y asisto al preámbulo de los grupos con esta heterogénea multitud que se ha congregado aquí, convocada por un grupo motor de casi 40 personas; el más grande en la historia de 3xi.
En el primer grupo que facilito con mi asistente impecable, la Alejandra, les digo que lo más importante de este evento ocurre en estos grupos. Aquí se da el encuentro que se busca, donde los que no se conocen se encuentran, se escuchan, conversan, en paz y buena onda.
Vivo en el Abrazo, dice una mujer. Me voy percatando que el abrazo de Maipú es un importante símbolo que confiere identidad a todo este territorio. Importante batalla de la independencia de Chile un día 5 de abril, donde los generales victoriosos, Bernardo O’Higgins y José de San Martín, se abrazan.
Camiseteados con Maipú, su comuna, los maipucenses. Me llama la atención.
Mírense lo desconocidos que son, porque en un poco rato, como que nos conoceremos harto. Y eso ocurre, mágicamente.
Cada persona es un mundo, un mundo fascinante, al menos para mi, que disfruto estas instancias.
Las preguntas del rompe hielo logran hacer aflorar aspectos muy propios y personales de cada uno. Nos vamos tornando familiares. ¿Por qué aceptaste venir? ¿qué abrazo tienes pendiente? compártenos un sueño que tengas.
Y vamos hablando de la comuna de Maipú. Las preguntas llevan la conversación. La viabilidad será un tema. Aparecen poblaciones enormes y las vías de acceso son las mismas de antes. Pareciera que no hablan las inmobiliarias con los responsables de las vías. Los tacos son endemoniados. Esto es así en todo Chile; pregúntame por Puerto Varas donde tengo a tres de mis hijos y 7 de mis nietos.
Noto que los jóvenes no tienen proyectos de vida. Los suicidios de niños de la vecindad de los 12 años son preocupantes. Guau; mega problema. No sabemos lidiar con esto y tampoco es un problema solo de Maipú.
Y los migrantes, que deterioran la belleza de los barrios y contaminan el territorio con su delincuencia y tráfico de drogas, manejada por organizaciones en las que por dinero matan haciendo más daño que el reinante capitalismo rampante.
La complejidad de los problemas es abrumadora. Nadie da una idea resolutora de nada. Solo se instala la idea de conversar, de conversar mucho más, incluyendo a todos los actores.
Falta disposición y voluntad de decir, de utilizar todos los medios tecnológicos hoy disponibles, para conectarnos y vocear las cosas que aquí se están diciendo.
Y tú qué piensas de todo esto que estás escuchando? (hago hablar a los más callados) Y sale mucho, dicen mucho, valioso.
Hacen falta cursos de civilidad dirá uno. Pero viejo, le digo, pídele a chatGPT que te haga una clase de civilidad y te sorprenderá por los rumbos que te llevará.
Tecnología de comunicación sobra. Información sobra. Falta movilizarnos; falta despercudirnos; falta articularnos diría Juan Vera de Articuladores de lo posible.
La pecera cierra el día con las promesas que muchos vocean. Es emocionante. Y termina todo con un viejo que promete no morirse para seguir aportando a la comuna. Felipe, el organizador de la pecera, habla con los últimos cinco que quedan en el centro. Da una señal para que pongan una música adecuada y termina ese viejo bailando con una bella mujer, rodeados ambos por un círculo de contentos participantes.
Salgo con quienes me llevarán de vuelta a Santiago, la Susana Carey y la Javiera Acuña, con una sensación corporal de alegría, contentamiento y plenitud, que les comparto. Ellas van igual.
Qué regalo es haber sido parte de este encuentro organizado por toda esta gente de Maipú y 3xi. Y qué buen alcalde tienen aquí, Tomás Vodanovic.
Gabriel, fascinante experiencia..
ResponderBorrarMe la devoré y me hizo más grato un largo viaje en Metro...GRACIAS