Libro en verso de la muerte en cruz y resucitación de Jesucristo.
Todo fluye distinto cuando es en verso. El lenguaje se transforma y transforma lo que se percibe.
Jesucristo, ese hombre que vivió cuando comenzó nuestro calendario. Y vivió tan solo treinta y tres años. Por Dios, que poco.
Organizó su pequeña cofradía con doce pescadores, hombres simples, que con dificultad entendían lo que les decía.
A propagar una nueva nueva. La del cielo, la del amor como epicentro de toda la existencia.
Donde empieza a remover la cosa es cuando empieza a dar a entender que él es Dios mismo. Un rabino destacado, iluminado, te creo, pero andar insinuando que él es la divinidad misma, es otra cosa. Y por lo tanto el rey de todo.
Los milagros te van dejando turuleco. Sana enfermos, de todo tipo de enfermedades. Hasta a ciegos hace ver. Pero para más remate resucita personas.
Cuánto de todo esto es verdad y cuánto es mito, es la pregunta que me hago.
Incluso multiplica panes y peces, convierte agua en vino de calidad.
Se junta con pecadores y sana gente en día sábado, algo completamente prohibido en las leyes religiosas del lugar.
Pues, se empieza a transformar en una verdadera molestia para el poder imperante. Quieren silenciarlo, expulsarlo, eliminarlo. Y empieza a gestarse el plan asesino, leyes mediante.
Los judíos no están autorizados a matar a condenados. Solo los romanos pueden hacerlo. Por eso Jesucristo pasa del Sanedrín, a las manos del gobernante romano, que si puede mandar a alguien al cadalso.
Le ponen, no, le clavan una corona de gruesas espinas y luego le plantan una cruz de madera de 70 kgs en la espalda, para que la cargue los 500 mts de la ruta al monte del Gólgota.
Cuando ya no da más, pescan a alguien del público, Simón de Cirene, y será él quien cargue la cruz el último tramo.
Lo tiran sobre la cruz en el suelo y le clavan manos y pies. Qué dolor por Dios.
Luego lo levantan y fijan en un hoyo en posición vertical. Lo amarran también un poco, no vaya a rajarse y caer.
El tormento debe haber sido fenomenal; máximo.
Los gustos que tenía la gente en ese tiempo. Crucificaban bastante, entiendo.
Se demora en morir. Tiene un encuentro visual con María, su madre, que lo acompaña todo el tiempo, junto a Magdalena. La poesía de José Miguel Ibáñez enciende estos momentos, como momentos culmines de la historia de la humanidad.
Lo mismo con un centurión, que vio la conversación entre Jesucristo y el bandido que lo reconoce, que cree que él es quien dice ser. Y ve como Jesucristo pide a Dios por quienes lo están matando.
Nunca había visto nada igual y vive una transformación mayor.
Pero lo más increíble, es que Jesucristo después de pasar un día completo muerto, solo en el universo. Después de haber tocado fondo, cuando sintió el abandono de Dios, su padre. Termina en una tumba, en una cueva, bien sellada con gran roca.
Y resucita, mueve la roca y sale a encontrarse con sus discípulos.
El que cree, cree; el que no, ve una fuerte historia de la mitología de la religión cristiana.
Un libro más bien para creyentes, que toca muchas fibras humanas, por el hecho de estar escrito en buen verso, de este excelente escritor que es José Miguel Ibáñez Langlois.
Las torturas, atroces, no son muy distintas de las de los tiempos de la DINA. Las pruebas de los milagros de Jesús son escasas. La impresión de su rostro en el manto en que lo envolvieron es una. Al final, si las pruebas fuesen incuestionables, cuál sería el mérito de la fe? La fe es un don, es lo que nos lleva a creer, simplemente. Si nos miramos en nuestra vida diaria, encontramos cientos de gestos que nos mueven a la fe. Creer lo que nos dicen los hijos, nuestra pareja, colegas de trabajo a quienes normalmente no cuestionamos en la veracidad de lo que dicen nos puede asombrar por la "fe" que les dispensamos. Es cuestión de elegir: a este patipelado no le creemos porque... es un patipelado, a pesar de tanto que se ha dicho y que la existencia de una organización que lleva 2000 años, más que ninguna otra, no nos mueve a sospechar que "alguien" la ha sostenido viva a pesar de... ya sabes. Tu nota, en todo caso, me mueve a leer el libro de JMI, a quien conociera en mis tiempos de estudiante de ingeniería.
ResponderBorrarQue bien
BorrarLa “fe” como creencia, es una mala traducción. La “fe” es una fuerza inspiradora inconmensurable, es la inspiración surgida desde lo profundo, desde el convencimiento absoluto y sin duda de la unión o conexión con la presencia divina o energía universal o Brahma, como se le quiera llamar, es la fuerza que él mismo Jesús dice que “mueve montañas” y que por lo demás le permitió enfrentar su calvario. Nada que ver con “creer”. Las personas que tienen “fe” no creen, ellas “saben” y lo que se “sabe” no necesita creerse.
ResponderBorrarEn términos prácticos el saberse conectados con la energía universal, te genera confianza y perseverancia para actuar desde la conexión, sin temor, sin duda, sin trepidar, eso es “fe”. Energía metafísica, los que la sienten, lo saben, no necesitan creer!
Buen aporte; gracias
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