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viernes, agosto 08, 2003

Kindergarten

Anoche sustituí a mi padre en el estreno de la obra de teatro Kindergarten de Egon Wolf, amigo y socio de mi padre, de toda la vida.

Barrio Bellavista, nueve de la noche, día jueves, figuraba yo comiendo con mi madre en un restaurante vecino del Sibaritas, algo así como Muchacha Brava. Unas fajitas exquisitas, para relamerse los bigotes, a 12 lucas el plato para dos personas, por ese precio habrían de ser buenas, y si, las recomiendo especialmente; mas un vaso de cerveza. Lo único malo fue salir corriendo para disponer de un poco de tiempo ya que habíamos sido invitados por Egon y las entradas había que pedirlas en portería.

Al llegar me di cuenta de que estaba efectivamente en el estreno; todos conocidos de Egon probablemente, y claro yo también conocía a varios. Saludos, encuentros de tiempos, reconocimiento de caras cambiadas, mucho cariño, sonrisas, preguntas cordiales; grato.

Desde el principio una mujer en la fila de adelante se reía a carcajadas, sola, no le importaba; las escenas, muchas de ellas eran para la risa, pero ella reía como si estuviera sola en el cine. Lo que son las drogas pensé yo para adentro, recordando conductas del tipo en personas que después supe eran drogadictas.
Me reí mucho, con unos diálogos de estos tres hermanos que en un estado ruin de sus existencias, caídos en desgracia y pobreza, se hacen pedazos de una manera que me hace mirar a Egon y pensar de donde tanto material punzante en esa cara cordial, educada, de señor casi aristócrata ya.

Foto de Egon el escritor de la obra KindergartenDisfruté la obra, a pesar del cansancio que andaba acarreando depues de un partido de raquetbol a medio día con victoria de mi parte. El único problema es que ya por el final de la obra mi hija insistía en llamarme por teléfono haciendo vibrar mi celular que había silenciado en mi bolsillo; habrá pasado algo ? la Andrea chocó ? no, era que quería que la pasara a buscar a la casa de su pololo a vueltas de la obra.

Saludamos a Egon con el que quedé de juntarme a conversar próximamente y nos fuimos prontamente a atender las demandas de una hija.

Fue una singular velada con mi madre, quien no deja de sorprenderme como disfruta de estas salidas valorándolo todo, la compañía, la comida, los lugares, la gente; debiéramos sacarla mas pues mi padre ya prefiere los cuarteles de invierno de su nuevo departamento que bien disfruta.