No pude evitar arrancarme a los cerros a caminar. Eran las 4 de la tarde de este día lunes feriado y busqué el equipo adecuado para la muy probable lluvia con que me encontraría en el Pochoco. La verdad subi el cerro en solitario pues al partir me crucé con un tipo que venía bajando y nunca mas me topé con nadie. Cayó una lluvia tenue y mojante en forma intermitente; al mismo tiempo se abrieron pedazos de cielo y el sol iluminó distintos espacios con su luz gloriosa. El sol fue bajando en un atardecer de nubes oscuras, pedazos de cielo, rayos de sol, un espectáculo de esos que ensanchan el pecho como resultado de la maravilla apreciada, junto con el esfuerzo del ejercicio que también hace su tanto de expansión.
(foto de foureyes .)
Llegué a mi casa y después de ducharme y cambiarme de ropas, me senté a terminar el libro London de Edward Rutherford, de 1.134 páginas que venía leyendo desde marzo de este año. No es para menos, recorrer 2000 años de la historia de esta ciudad europea, a orillas de rio Támesis, en un estilo cautivante de pequeñas historias de personajes y sus descendientes que van pasando de generación en generación, algo así como 100 años de Soledad. Y en el entorno de estos personajes, transcurre la historia de la humanidad.
Londrés resulta ser casi tan cosmopolita como Nueva York pues su población es de multiples orígenes, desde los romanos que ahi estuvieron un tiempo, franceses, vikingos, daneses, gente de las colonias, etc. Las guerras, el comercio tan importante en la historia de esta ciudad, el incendio que la devastó casi totalmente, la peste, la monarquía, los distintos reyes, en particular Enrique VIII que fue tan relevante en la historia religiosa de esa nación, que llegó a perseguir a los católicos expulsando a los monjes de sus monasterios, el teatro, con Shakespeare como su principal ícono, que en su época fue perseguido y su oficio prohibido pues una parte importante de lo que hacía era burlarse de lo notables de la época.
No hay mejor manera de enterarse de la historia que de la mano de pequeñas novelas de personajes que van, vienen, mueren, y con sus descendientes es como si volvieran a aparecer. Recomiendo lecturas de este tipo que nos sacan de la vida de topos en que vivimos algunos y nos ponen en la perspectiva del tiempo y el cerro, del espacio.
Pronto podrás no solo leer en la Cima del pochoco, sino empaparte de cultura, arte, música, escultura, exposiciones y encuentros en la cima misma.
ResponderBorrarse está elaborando un lugar de encuentro de estas disciplinas.
LHCP.