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jueves, marzo 29, 2018

De la razón a la intuición, de la máquina al organismo

Puedo conversar, parado en el centro de mi persona, fijado en mi forma de ver, inflexible y cerrado a cualquier cosa nueva. Solo escucharé lo que sea afín a mis formas de ver y pensar, y lo demás pasará por mi lado, como si nada, como si nunca hubiera sido dicho. Yo incólume.
Cuando nos localizamos ahí, sin más, hablamos de la conversación amable, en que solo decimos cosas que sabemos el otro acogerá, pues son aquellas que le son familiares y gratas.

Por otra parte puedo conversar, parado en el borde de mi organización, escuchándolo todo, tomando notas, registrando, archivando, catalogando. Todo con la mente abierta y el corazón cerrado. Es la postura del científico, frío, que ve "la realidad" y cataloga sin excluir nada. No soy afectado, o intento no serlo. No hay mayores emociones en juego, salvo la de la confrontación, la lucha. Es el debate.

Puedo conversar, yendo más allá, alcanzando al otro, ubicándome en los zapatos del otro, como se dice. Esta es la conversación con escucha empática, donde ya el corazón abre sus puertas y dejo entrar al otro, con lo nuevo que traiga, lo distinto, la mirada del otro, acogiendo desde donde habla, sintiendo sus emociones. En esta forma de conversar indago, para de verdad entender la posición de ese otro, incluso desde donde, desde que historia, habla.
Cuando esto sucede, hablamos de diálogo. En esta forma hay encuentro verdadero.

Hay una cuarta forma de conversar, que consiste en alcanzar a ese otro y al mismo tiempo sentir que me pasa a mi interiormente, en el cuerpo. E incluso más allá, en todo el contexto, en los 360 grados de la escena. Es en esta forma, que puedo acceder a lo emergente, a lo que pecha por brotar, ser, aquí, a través nuestro. Es en esta forma en que somos vehículo, canal, para lo nuevo.
Esta forma requiere, tener la capacidad de silenciar la mente y escuchar, percibir, sin pensar, lo que quiere emerger.
A esta forma de conversar se le llama la conversación generativa.

De la forma de conversar que hemos llamado debate, solemos salir cansados, incluso agotados.
De la forma de conversar que hemos llamado diálogo, salimos energizados, empilados, entusiasmados.
Y de la tercera forma de conversar, la generativa, salimos, aparte de energizados, transformados.

Volvo Ocean Race
Saber desde donde estamos conversando, es una capacidad que no veo tan propagada. En las formas más elevadas de conversación, diálogo y generativa, nosotros somos instrumento, canal, del futuro que quiere emerger. No somos solo material mecánico en un mundo de indiferencia y lucha, de las primeras dos formas.
Necesitamos aprender a vernos como canal, sintiendo desde dentro lo que quiere ser.

Cuando soltamos nuestra forma racional, mental, desde la cabeza, de ser; y abrimos alto y ancho el corazón, al otro y a nosotros mismos, el mundo cambia.
Las empresas pasan de ser maquinarias optimizables, a ser organismos vivos, que respiran desde seres sensibles, capaces de llorar y entusiasmarse, y más aún, ser creativos o mas bien canal del futuro que quiere emerger y que los usa como canal.
Los equipos se transforman en organismos y dejan de ser un choclón de individualidades, y brota una sensación de ver el conjunto, desde esa mirada compartida, acogiendo los brotes creativos que emergen.

Somos alta potencia, muchas veces dormida. Habrá que despertarnos; es mucho lo que se pierde si no.

Referencias:
Reflexiones sobre el conversar

viernes, marzo 23, 2018

Libro Historia Secreta Mapuche de Pedro Cayuqueo

Un libro de historia de Chile, desde otro lado, desde la mirada mapuche. Un libro terrible, de lectura obligatoria, si quieres conocer de nuestro pasado, incluyendo otras miradas que las lavadas, idolátricas, insípidas, que nos enseñaron en el colegio.

Los mapuches fueron un pueblo, una nación, que vivía aquí, desde mucho antes que llegaran nuestros antepasados europeos. Al principio, los tratamos con honor y dignidad (en algunos momentos, no siempre), estableciendo el Bio-Bio como límite entre dos naciones independientes, con relaciones de buena calidad diplomática.

De repente nos dio por mirar esas tierras del pueblo mapuche y verlos a ellos como raza inferior, que nuestra soberbia y codicia, enervadas por alguna causa, movilizaron un ansia, un deseo de ir y hacerlas nuestras, así, porque si.
Dicen algunos, que mientras éramos colonia española, de elevada riqueza, no apareció ese prurito. Pero bastó que nos hiciéramos independientes, más pobres al parecer, que viéramos esas posesiones, como algo que debía ser nuestro.

Se me aparecen próceres de nuestra historia como Benjamín Vicuña Mackenna y Diego Barros Arana, como codiciosos racistas, mirando en menos a estas razas inferiores, propagando ideas de ir a la guerra contra ellas y si era necesario, exterminarlas.
Parece que esto del racismo y el verse ciertas razas como superiores y desde ahí con ciertos derechos e incluso obligaciones imperialistas y de dominio, era algo que andaba por muchos lados de esa época, con ideólogos como Nietzsche detrás. Era como uno de los signos de los tiempos.
Y la causa civilizadora, e incluso moral, como los argumentos más contundentes.

Visto todo esto desde la mirada de hoy, al menos la mía, esto que ocurrió en nuestra historia fue una vil usurpación, un robo, incluso un crimen, llevar a la miseria a toda una nación, quemando y matando, incluso familias enteras y llevándose a muchos de sus miembros, como esclavas realmente, para el servicio doméstico de nuestras cosas.
Ahí siguen muchos de sus descendientes, ahora con AFP, Isapre y leyes que más o menos les han permitido recuperar la dignidad, pero no la riqueza de la que fueron dueños sus antepasados.

Dos personajes relevantes de esta historia, son parientes míos: Cornelio Saavedra (mi padre era Bunster Saavedra) y José Bunster. Los tenía por nobles señores y hoy los veo de otra manera.
Pienso, y si yo hubiera vivido en esa época, de la que no hace tanto tiempo (1860), capaz que yo también hubiera sido lo vil que fueron ellos. Quien sabe, es posible.

Yo veranié toda mi vida en bellos y ricos fundos, tanto en la vecindad de Collipulli, hacienda Canadá, como de Mulchen, Licura, tierras totalmente mapuches con anterioridad, que siempre sentí legítimamente nuestras, herencias de respetables caballeros.
Hoy, veo esas tierras como el fruto de la usurpación chilena a sus dueños, los mapuches, donde mis antepasados fueron astutos beneficiarios. Y muy astutos, en el caso de José Bunster.

Más tarde, cuando yo tenía como 15 años, llegaron otros usurpadores, liderados por ideologías demócrata cristianas, en el gobierno de Frei Montalva y nos usurparon a nosotros.
De esta historia yo seguía, en el fondo de mi ser, resentido. Hoy, siento y pienso, que las cuentas, al menos de mi familia, han quedado saldadas.
Sin embargo, producto de ver esta historia contada por Pedro Cayuqueo, aun no me deja el alma quieta, tranquila, Quizás lo que más me pasa, es el engaño sufrido por nuestro sistema educacional, la acomodación de la historia, para que se vea ... bonita ? Un asco.

La crueldad de la invasión, donde en muchas partes fue de tierra arrasado, matando y quemando a destajo. Fue tal el desbande, que el territorio se llenó de bandidos, primero españoles y luego chilenos, que eran peores que los mismos soldados. Los crímenes que se cometieron, fueron feroces.
Tenemos una historia brutal, sangrienta, vil.
Para los norteamericanos, mirar su pasado de exterminio con los pueblos originarios, debe ser parecido. Los argentinos, no lo hicieron nada de mal, bastante bien sincronizados con los chilenos, siendo un hermano de José Bunster, Manuel, cónsul en Angol de Argentina (para las coordinaciones).

Una historia para ser leída y salir de nuestra ignorante inocencia. Entiendo que Cornelio Saavedra escribió sus memorias, cosa que se me hace imperativo leer, para ver esa mirada.
La realidad no existe, la creamos desde el tipo de observador que somos y a veces que elegimos ser. Pero un crimen será siempre un crimen.

Como se resuelve esto para adelante, porque el tema sigue vivo; te lo encargo. Por de pronto, abrazar al pueblo mapuche, hermanarlo y ayudarlos a que vuelvan a tener un espacio cultural digno, en este Chile del siglo XXI.


Referencias:
Entrevista a Pedro Cayuqueo

jueves, marzo 08, 2018

Libro La patria de cristal de Elizabeth Subercaseaux

Insisto, no haré un resumen del libro, hablaré de las cosas que me pasaron a mi con el libro.

Tuve un suegro historiador, que mientras vivió nunca me convenció de la importancia de saber historia. Yo era un tecnológico en ese tiempo y todo en ese mundo era nuevo, día a día. El pasado, para mi, no tenía mayor importancia.
Hoy, he cambiado. Valoro, saber de nuestra historia. Y este libro, en primer lugar, me enseña historia, en forma bastante amena.
Y lo otro, me enseña historia con sus principales actores, más como realmente deben haber sido y no como en el colegio me los enseñaron, tratando de dejarlos medio o totalmente idealizados, libres de polvo y paja. Y la verdad, me gusta más la gente, como fueron realmente y no aparentando lo que no son.

Hubo una época en la historia de Chile, en que eramos colonia y nuestros padres y antepasados eran españoles, mayoritariamente y las lealtades iban en esa dirección.
De repente, algo cambio. Empezamos a no querer SER españoles o descendientes de españoles, sino que otra cosa. Algo que tuviera que ver con estas tierras donde habíamos nacido y habíamos crecido.
Aparte de que España había sido capturada malamente por Francia, por Napoleón específicamente y era ya otra cosa. No sentíamos a sus autoridades como nuestras autoridades.
Y este desplazamiento telúrico de capas de esta sensación de quien soy, patriota o realista, ocurrió en el medio de las familia, separando padres de hijos, hermanos entre si y para que decir parientes. Un lío no menor. Que terminó a balazos como al parecer siempre ocurría.

Ambrosio O'Higgins, un poderoso realista, que termina de virrey del Perú, haciendo uso y abuso de su poder, conoce en una comida donde un amigo, a esta chica de 17 años, su hija, que flirtea con él, viejo maloliente, de 57. Un día en que no estaban los padres, con la venía de las empleadas presente, la saca a pasear y se la viola brutalmente. Y de ahí sale nuestro prócer de la patria.
Hoy, así como van las cosas con las leyes de aborto, Bernardo O'Higgins no habría existido.
Un padre que se hace cargo de él en cuanto a educarlo, pero no a muchas otras cosas, recibirá de su hijo, lo más probable, un odio parido. Y quizás de ese doblés en la relación de un padre con un hijo, se gesta el odio parido entre patriotas y realistas. Y se harán pedazos en batallas sangrientas como el desastre de Rancagua, que ganan los españoles.

Por otro lado y en ese mismo tiempo, los hermanos Carrera, con su sangre en orden y también los papeles, se sienten clase superior; otra forma de poder. Y hacen de las suyas. José Miguel, seco para las mujeres, sin importar si fueran solteras o casadas. mató a alguien por líos de faldas y fue pillado por el marido de otra, al que literalmente echó de la casa. Tipos que se creían que podían hacer y deshacer, y lo hacían.
Estos Carrera estaban en el mismo grupo de los independistas, que O´Higgins, pero eran distintos, eran aristócratas, finos; no como el huacho Riquelme, como lo trataban.
Así que la historia se fue dando bastante complejamente, peleando contra los españoles y peleando entre ellos.
Y O'Higgins con su Logia Lautaro, mandaron matar a todos los Carrera e incluso a Manuel Rodríguez, que se la había jugado por la independencia como el que más. Feo, muy feo, visto todo esto desde nuestra mirada de hoy en día.
Un aire muy enrarecido se respiraba en ese periodo de las luchas independentistas.

En este caos, en un país pobre, con una elite riquísima y un pueblo al nivel de la sobrevivencia, separó las aguas entre conservadores y liberales, hoy socialistas y comunistas. Los dueños del fundo por un lado y los trabajadores, por el otro.
Hay personajes del libro que dicen, para que enseñarles más que a leer y escribir, si no lo necesitan, pues solo tendrán que arar el campo y si los educamos se pueden transformar en revoltosos.
Así las cosas, se va dando la historia.

Aparecen personajes como Diego Portales, un tipo seco para la parranda, que nunca se casa, a pesar de tener con una mujer que lo ama y persigue, tres hijos, a los que creo, nunca pesca mayormente. Un tipo inteligente, bueno para los negocios, autoritario al punto de la criminalidad, que ocupó altos cargos en el gobierno. Fue tal el odio que generó en su entorno y en particular en el ejercito, que apenas pudieron lo mataron horrendamente.

Los curas en este libro, siempre muy apegados al poder económico, también luchando por su cuota de poder, que venían perdiendo, pues en ese tiempo se va concretando definitivamente la separación entre iglesia y Estado. Bueno, no hay cura que se salve. Son todos los de este libro, una manga de idiotas, retrógrados e hipócritas.
Esto no me mete ruido mayormente a mi, que veo hoy a una institución de la iglesia, la verdad bastante alicaída y desprestigiada.

desastre de Rancagua
Después de la guerra del Pacífico, 1879, sube José Manuel Balmaceda al poder. Un ex estudiante para cura, idealista, inteligente, dueño de la verdad como todos los de iglesia, se las ve con una oposición en el Congreso, donde están los aristócratas y dueños del país. Balmaceda era, se podría decir una especie de socialista, muy sensible de la gente, del pueblo y de sus males, que era donde más quería intervenir.
La cosa se acabronó, al punto que el ejercito se cargó para un lado y la marina para otro, y la guerra civil fue de tal envergadura, que me cuesta bancarme las enormes matanzas, que ocurrieron en Con-con, donde veraneaba cuando chico, y Placilla. Gente que hacía, dos años ? había peleado codo a codo en la guerra del Pacífico.
Gana un lado, que se dedica a charquear y quemar todas las propiedades, después de saquearlas, de todos los que se identificaban con Balmaceda. Escenas de miedo, para no creerlas.

Y esa es nuestra historia de Chile ? No es muy bonita, la verdad, pero es nuestra historia. La que es bueno conocerla, ojalá desde distintas miradas, todas válidas, diría yo en estos tiempos.
Hoy, en otra lectura, me asomo a la mirada de los mapuches y mi espanto crece.

Un libro entretenido, con personajes que disfrutarás, como Beatriz y Fidela, la empleada de las Majadas de Pirque. Te lo recomiendo.


Referencias:
Entrevista a Elizabeth Subercaseaux por Fernando Paulsen

sábado, marzo 03, 2018

De la capacidad racional a la capacidad de sentir lo emergente

Mi vida transcurre llena de estímulos de múltiples fuentes, que movilizan en mi interior sensaciones, sentimientos y reflexiones. Con amigos, nos buscamos y nos sentamos a conversar en torno a un café por ejemplo. Esta vez fue además con galletitas.

Él, Isaquino, lee en estos días Presence de Otto Scharmer, Jaworski y Senge. Yo he seguido los cursos on line de Otto Scharmer, por lo que los temas me son familiares.
La otra provocación importante que compartimos es Yuval Harari y sus vaticinios sobre el futuro, en que nos ve sustituidos por robots o algoritmos en todas las partes donde se requiera tomar una decisión. Si lo último que vi, en Lo and behold en Netflix, fue a robots jugando fútbol y el pronóstico del científico, era que para el 2050 le ganarían al Barcelona, con Messi incluido.

Hay gran confusión de para donde va la cosa y al mismo tiempo hay tanta decepción con personas e instituciones .. Ahora saltó un tremendo desfalco, monumental, en carabineros de Chile. Mal, estamos mal. La cosa se presta para decaer y ponerse negativo, deprimido, desesperanzado.

Pero no; con Isaquino rasguñamos los espacios buscando por donde. Estamos en un nivel de conciencia, en una forma de ver el mundo, que tiene que cambiar. Pero como se hace eso ? No sabemos. Pero hay reflejos, por aquí y por allá.
Harari dice que lo que viene es cartografíar la conciencia. Pero cómo, si ni siquiera sabemos que es eso. Aunque la llevamos puesta todo el día.

Bueno, con Isaquino, parece que llegamos a algo. Algo que nos excitó, que nos entusiasmó.
Se trata de lo siguiente. Nosotros dale que dale con el pensar, leer, estudiar, usando el instrumento del pensamiento racional, como el gran instrumento, con que hemos contado toda nuestra vida, especialmente nosotros, ambos, que somos ingenieros. Una carrera además donde, al menos en mi tiempo, la emoción jamás se nombró.

Bueno, parece que no será la racionalidad el instrumento que nos dirá por donde ir. Será una capacidad que tendremos que desarrollar y que muchos lo andan haciendo, no necesariamente sabiendo del potencial que están abriendo. Se trata de conectar con uno mismo, con el ser auténtico que somos, echando fuera al de los deber ser y otras imposiciones sociales. Tendremos que poder mirar, sentir, en nuestro interior, con verdad, con sinceridad y con coraje.

Póngale a eso el desarrollo de la capacidad del silencio, del estar en el presente (presence), en el aquí y ahora. La meditación ha sido para mi el gran medio de desarrollar esta capacidad. Silenciando la mente y conectando "con lo que quiere emerger".

Si, pensamos que lo que viene surgirá mayormente de este tipo de experiencias, de intuiciones, de ideas que afloran al despertar, de cualquier parte.
Hay que andar atento. Hay que andar viviendo, sintiendo, conversando, conectando con lo que nos pasa internamente, en cada situación.

Presencing lo llama Otto Scharmer en su Teoría U que elaboró desde el MIT. Y luego, de percibir estas emergencias, atraparlas y cristalizarlas en iniciativas, prototipos, que se materialicen en realidad y transformación.

Necesitamos desarrollar entonces el potente órgano que somos las personas y dejar de cultivarnos para ser instrumentos productivos de una maquinaria industrial o de servicios. Somos mucho más que eso, nuestro potencial es insospechado y apunta en otra dirección que solo la racionalidad y el conocimiento como lo hemos practicado.
Somos un ser con una capacidad de percibir y materializar el mundo que quiere emerger. Y tenemos que desarrollarnos en esa dirección. Más meditación, más arte, más filosofía para desaprender quizás, como dice mi amigo Enzo, más autenticidad, más transparencia, más intuición, más humanidad.