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miércoles, abril 10, 2019

El Contrato matrimonial

El matrimonio es un contrato entre dos personas que se comprometen a ciertas cosas, diseñado ya sea por la iglesia o el Estado.
Iglesia y Estado han sido autoridades incuestionables hasta la fecha, razón por la cual jamás antes se me habría ocurrido cuestionar sus diseños del acuerdo que es el matrimonio.

Hoy la cosa ha cambiado. Las parejas que cumplen las promesas que contraen en el acto del matrimonio, son las menos. Las separaciones abundan y hoy preguntarle a una persona joven si es casada o soltera, es una pregunta inadecuada. Más vale preguntar si está en pareja, conviviendo y si tiene hijos. Muchos están en esta condición, en pareja con hijos, sin haberse casado.

Por otra parte, la iglesia perdió su credibilidad y autoridad; lo mismo el Estado, con sus leyes creadas por los tan cuestionados políticos del poder legislativo.
Estamos en cierta medida en descampado.

Por otra parte, según leí en un diario de prestigio de la plaza, el 73% de las personas que asisten a un matrimonio a escuchar la promesa que contrae la pareja que se casa, ya han incumplido al menos sus votos de fidelidad. Con ello, se podría decir, que auspician el hacer promesas que saben lo más probable no se cumplirá.
Te imaginas que solo pudieran estar presentes los que han cumplido los votos matrimoniales ? Sería un evento al que asistiría muy poca gente.

Me ha ocurrido asistir a un matrimonio, en que los novios diseñaron, entre los dos, el acuerdo de matrimonio que querían contraer. Incluso fui uno de tres invitados, maestros de ceremonia. Me tocó leer algunos de los párrafos y esperar que dijeran “sí prometo”.
La jueza del Registro Civil, prácticamente entró y salió para las formalidades legales, antes del evento mismo; el real para ellos.

Está en el aire entonces, y está en nuestras manos, el diseñar cada uno, las promesas que está dispuesto a cumplir y a pedir se cumplan. Y esto en pareja.

He estado invitando a la gente a escribir su propio diseño de acuerdo matrimonial.
Y me he quedado con la sensación que el poncho les queda grande, o que están tan acostumbrados a que esto venga del dominio del deber ser, fuera de su incumbencia, que responden o hacen aportes, que al menos para mi, se quedan cortos.
He escuchado cosas como las siguientes, en cuanto a términos de un Contrato matrimonial a la medida:

  • Lo medular que constituye a una pareja, es el compartir la dimensión sexual; y piden exclusividad. Osea, tienes sexo solo conmigo. En el momento que tengas sexo con otro, esto se acabó.
  • Trato respetuoso
  • Cuidado y preocupación por el otro
  • Desarrollar y cultivar la conversación de la pareja; crear espacios sagrados, verdaderos ritos, donde la pareja se encuentra a solas y conversa. Para ello, desarrollar la capacidad de escuchar, de decir, con honestidad, profundidad, la disposición indagatoria, la empatía. 
  • Aprender juntos o por separado, habilidades que apunten a mejorar cualquiera de los puntos anteriores; por ejemplo, el buen conversar.
  • Apoyar y tener presente, el desarrollo personal y profesional del otro y el propio.
  • Acompañar en la enfermedad y estar disponible para lo que haga falta.
  • Cuidar los espacios de autonomía que cada uno requiera o necesite. No todo necesita ser compartido.
  • Acoger la diversidad de postura y pensamiento; incluso la divergencia. Desarrollar la habilidad de poder conversar incluso cuando se está en desacuerdo.
  • Cultivar la ternura, en ambos sentidos.
  • Plazo indefinido ? Renovable cada cierto tiempo ? Plazo fijo ?
  • Para el reparto de los bienes en caso de término de contrato, la legislación vigente, parece que lo hace bastante bien.
  • Acordamos ser solidariamente (proporcional a los ingresos sincerados) responsables de la mantención y cuidado de nuestros hijos.
  • En caso de rompimiento por incumplimiento de Contrato, existe la posibilidad de reescribir el contrato y volver a ser pareja.
  • El matrimonio civil sería conveniente para el reparto de bienes y cuidado de los hijos, en caso de separación


Qué agregarías tu ?

5 comentarios:

  1. Estimado Gabriel: La vida en pareja parece corresponder a la naturaleza humana; los solitarios son la excepción. Cosa diferente es que la pareja sea siempre la misma persona. De otra parte, desde que hace un par de siglos se generalizó en Occidente el matrimonio por amor, se fue difuminando el hecho de ser el matrimonio un contrato destinado a regular el patrimonio y la condición de los hijos. Así las cosas, el matrimonio tradicional está en crisis porque devino en cáscara, mera forma. Lo que sí permanece es que se trata, y no es menor, de una medida de publicidad, esto es, de poner en conocimiento de los demás (los terceros) el estatus de una pareja. En suma, habiendo cambiado el medio ambiente del matrimonio (su dimensión social) y los roles de los contratantes (cada vez más iguales), parece lógico que también evolucione el contrato de vida en común.

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  2. Lucida mirada Gabriel. Tal vez ya sea hora que ni el estado, ni la iglesia, ni los empleadores sean dueños de decirnos cómo contraemos nuestros compromisos. Tal vez la pregunta se hace evidente frente a los derechos que tenemos o quisiéramos tener. Me surge la pregunta respecto de las obligaciones que queremos contraer....y los justificativos que le damos cuando las incumplimos ¿fuerza mayor?, ¿destino?, ¿etc, etc....

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  3. Anónimo3:29 p.m.

    Gabriel, me pareció bueno que invitaras a reflexionar a partir de tu pregunta del acuerdo o contrato matrimonial.

    Me puse a escribir sin mayor orden de acuerdo a lo que se me iba ocurriendo y es lo que te envío:

    Para mí, la primero que me surge es CONFIANZA.

    Nada podemos iniciar sin confianza. ¿Qué puedo hacer si desconfío, más que protegerme, mantenerme cerrado y más dispuesto al ataque que a la acogida?

    La confianza es un poder que me otorga el otro, me responzabiliza.

    (sigo)

    Marco Antonio Palma

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  4. Anónimo3:30 p.m.

    Me exige responder a mí, a ser yo, a plantearme que es lo que quiero, y vivirlo. Lo que da consistencia a nuestra decisión debido a que lo elegido, lo decidido, tiene consecuencias. Y tenemos que entender que hay que estar dispuestos a asumir las consecuencias.

    No hay modo de asegurarnos nada. Un contrato nos da una falsa idea de seguridad. Nos atamos a una posición con la exigencia de cumplirla teniendo claro que no lo sabemos. Nos atamos por seguridad y así atentamos contra la vida que es libertad.

    En las cartas del Tarot la primera de ellas es El Loco. Personaje que da un paso al vacío. Avanza confiado. Alguna vez escuche a Humberto Maturana que la abeja sale de la colmena a buscar néctar. No hay duda. Es una confianza establecida entre la abeja y la flor. Cada una espera algo de la otra confiada.

    Es el miedo el que nos hace controlar las personas. Y nuestro propio miedo embarga al otro de temor: la posibilidad de equivocarnos, de fallar, de que no entendamos lo mismo de los planteamientos que definimos entre ambos.

    Nuestra educación no aporta en ese sentido.

    Se educa exigiendo obediencia, el seguir reglas, leyes escritas y no escritas y con esto el cómo transgredirlas.

    No se enseña a asumir las consecuencias de nuestros actos.

    Recuerdo perfectamente en mi etapa de colegio a mi profesor de matemáticas y física, Fidel Oteiza, que nos dejaba solos en algún momento mientras realizábamos una prueba. La idea general que yo tenía y, creo, todos teníamos, era que teníamos que responder a esa confianza no copiando. De hecho cuando algún compañero intentaba preguntar algo que no sabía a otro, la mayoría lo hacía callar para que se las arreglara sin copiar. Con el tiempo lo entendí de otra manera que me hizo más sentido. El profesor nunca entró de manera sorpresiva para intentar descubrir a alguien copiando. En el fondo se trataba de asumir una posición personal, de hacernos cargo de nosotros mismos.

    Madurez. No vivir como niños que tenemos que acatar órdenes y buscar la manera de burlarlas sin que nos descubran.

    Creo que con tanto contrato y leyes lo que conseguimos es aumentar las ganancias, ya altas, de los abogados.

    Yo prefiero perder. Siempre es ganancia.

    Prefiero que me engañen a andar vigilando el comportamiento del otro. Mi libertad la adquiero en la medida que no aprisiono ni las cosas ni las personas.

    Desgraciadamente vivimos en la desconfianza generalizada.

    Confiar significa ser conscientes de los propios límites, de las carencias, de nuestras “inseguridades” aunque parezca paradójico, porque la confianza no es creer que todo saldrá a nuestra pinta.

    Hay incertidumbre en esto de confiar, de dar un paso al vacío. Y preferimos apostar por la seguridad aunque nos vayamos secando.

    La filosofía del Tao ve en la naturaleza la forma como comportarnos, como vivir. Es concreta, práctica, enraizada como lo es la filosofía mapuche.

    Somos naturaleza pero con la posibilidad de alterarla con dos posibilidades: corromperla o divinizarla. Nosotros seres humanos podemos a nuestro enemigo humillarlo, quitarle su dignidad lo que no hacen los animales, y también podemos amarlos, lo que tampoco hacen los animales. Sin duda más difícil esto último porque no se nos ha enseñado que esto nos libera.

    Y, para terminar, como dices tú, un poema de Beltolt Brecht que encontré:

    QUIERO IR CON AQUEL A QUIEN AMO

    NO QUIERO CALCULAR LO QUE CUESTA

    NO QUIERO AVERIGUAR SI ES BUENO

    NO QUIERO SABER SI ME AMA

    QUIERO IR CON AQUEL A QUIEN AMO



    Un abrazo querido Gabriel y se me ha ocurrido invitarte en algún momento a que veas lo que estoy haciendo y saber tu opinión.

    Marco Antonio Palma

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  5. Anónimo6:24 a.m.

    Lo único que le pido a mi mujer, después de 40 años de matrimonio, es que no me wevee. No se como poner eso en un Contrato Matrimonial

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