Nuevamente en la primera pasada termino con la sensación de haber entendido muy poco. Fue a partir de la segunda, que empiezo a ver los destellos de la luz de sus conceptos e interpretaciones.
Tres pasadas le hice, debo reconocerlo y termino con la sensación que siguen partes que no logré penetrar y que tendría que seguir repasándolo, pero por el momento basta.
El poder es el tema central del libro, aunque viene con el subtítulo "Un ensayo sobre la amabilidad", que pone a la amabilidad como materia relevante también.
Siempre se entiende el poder como coacción, como opresión e incluso con la presencia de la violencia. Pero no, justamente cuando no hay poder, aclara Chul Han, es que hay esas cosas.
El verdadero poder, es cuando el sometimiento es libre y ocurre porque en esa relación, se potencia el propio ser.
Cuando hay profundidad de interioridad en el espíritu, este desea salir y propagarse, para expresarse y con ello retornar a si mismo crecido. Esta es la forma en que se da el poder.
Dice por ahí Chul Han, el cuerpo pertenece al espíritu; sin él, el espíritu no sería capaz de manifestarse. Me pregunto que dirían a esto los tecnócratas de la inteligencia artificial, que visualizan máquinas espirituales (ver The age of spiritual machines de Ray Kurzweil), que por su enorme desarrollo y capacidad, expresarán conciencia, sentimientos y deseos.
Este es otro tema.
El poder es la capacidad de continuarse a si mismo en otro. El arte romántico es la cúspide de la expresión de la interioridad subjetiva humana.
La iglesia cristiana cierra sus templos, al revés de los templos griegos y budistas, que son abiertos, justamente por la necesidad de guardar esa interioridad que mejor cultiva.
Es propio de la esencia del espíritu tener que aparecer, expresarse. El arte es una de las maneras de aparecer.
En el amor, me vuelco hacia el otro, el que en última instancia opera como una caja de resonancia de mi mismo. El amor consiste en estar junto a uno mismo en el otro. Florezco con el otro.
En el poder, es la misma cosa. El poder vela constantemente por la continuidad del si-mismo.
La amistad brota del dejar ser al otro. La amistad es poder esperar hasta que el otro se encuentre en el despliegue de su esencia. Palabras de Chul Han.
Vivimos en la modernidad, en que el ser se ha acentuado. El desarrollo de ese ser necesita de un espacio de poder libre, donde lo propio, el autentico si-mismo pueda crecer. Solo el sometimiento a este tipo de poder le permite al individuo despertar y ser él mismo.
Byung-Chul Han |
El espíritu se torna libre cuando pasa del "hay que" y "lo correcto es", a "yo quiero así". Cuando la persona afina su "yo quiero", hace la gran diferencia entre el mundo antiguo y el moderno.
La persona, no lo sabe, pero todo lo que hace en su vida es crearse a si misma.
El poder absoluto no domina; en el dominar lo otro se extingue.
Cuando el poder gana en espacio todo se ajusta a su entramado y lo hace, de hecho, por propia voluntad.
Solo el poder convierte a la multitud en un organismo.
La nada budista es todo lo contrario del poder. El objetivo de la meditación budista es desaparecerse mediante la respiración. En el carácter vacío de la nada budista, que es íntegramente receptor, en ello consiste su amabilidad.
La amabilidad es una forma vacía del espíritu, ofreciendo hospitalidad y total acogida al otro, a lo otro.
Un libro agudo, profundo, que requiere tiempo y paciencia para acceder a sus luminosas honduras.
Hermoso comentario estimado amigo. El cultivo del propio "campo social" donde mi ser (ego) se dona a sí mismo, para dejar ser al ser social que quiero ser (eco). Cada día hay más luminosidad que nos avisa del despertar de una nueva era que quiere ser su propósito profundo: manifestación encarnada de la divinidad que estamos siendo: Amor Individual, Amor Universal. "No yo....Cristo en Mi"
ResponderBorrarTus comentarios me invitan a leerlo. Gracias
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