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miércoles, septiembre 04, 2019

Miriam Peña, una vida de esfuerzo y logros

Supe de Miriam en casa de mi tía Gaby Bunster, días antes de que muriera, de voz de una de sus dos hijas. Esta mujer a la que la Gaby había ayudado y que había saltado de cocinera, a Jefa de Enfermeras de Neonatología de la Clínica Alemana.

La conoció en Pinturas Cerrillos, donde trabajaba junto a su hermano Gabriel, mi padre, que era socio y gerente general de la empresa. La Gaby trabajaba en recepción de las oficinas y era como la dueña de casa del lugar, donde el equipo administrativo no eran mas de 10 personas. Los Benavente, que eran cuatro y los Bunster, que eran dos, salvo los cuatro años en que yo trabajé ahí, recién salido de Ingeniería de la Chile.

Miriam Peña Astorga
Miriam nació en el pueblo La Torre a unos 20 kms de Ovalle, el año 1948. Hoy tiene 71 años y tiene un pie fuera del mundo del trabajo y el otro en la academia, en la universidad de Santiago. Fue allí donde nos reunimos, en el casino de las autoridades o casino de los profesores de la universidad. Ahí fue que conversamos; ahí nos sacamos esa foto de más abajo.

Ella fue la cuarta de seis hermanos, hijos de un padre agricultor, que tenía sus propias tierras por allá. Iba al colegio en Ovalle y se recuerda como un animalito muy feliz en medio del campo, en esa etapa, que duró hasta como sus 13 años.
Les tocó una sequía, mucho peor que la de los días actuales, que obligó a su padre a migrar a Santiago con camas y petacas.
Acá retomó sus estudios en un Liceo, que tuvo que abandonar al terminar tercero de humanidades, pues no quedó otra que los cuatro mayores salieran a trabajar.

Trabajó en una fábrica de paraguas y luego como vendedora en una Confitería.
Fue por ahí que conoce a un hombre mayor, que terminaría siendo su marido, Eduardo Correa. Se casan cuando ella tenía 17 años y él 29.
Eduardo trabajaba en el laboratorio de esta fábrica de pinturas y vivía en una casa, junto a sus padres, que esa empresa le había ayudado a comprar. Ahí llegó a vivir la Miriam, a sus 17 años.

Al poco tiempo, se presentó la oportunidad que se fueran a vivir a Pinturas Cerrillos, a la casa de los cuidadores, al fondo de las oficinas administrativas. Aceptan y por primera vez Miriam empieza a ejercer de dueña de su casa. Además le ofrecen el trabajo de cocinar para el cuerpo administrativo y gerencial de la empresa, cosa que empieza a hacer de inmediato, con el apoyo de la Sra Gaby Bunster.

Un día le dice a la Sra Gaby que quería terminar sus estudios. Ella, con decisión, le da su completo apoyo. Y encuentra que en el Liceo Barros Borgoño, puede hacerlo, en modalidad vespertina.
Completa sus estudios y le dice a la Sra Gaby que quería seguir estudiando. Nuevamente obtiene su patrocinio y los permisos y acomodos que hicieran falta de parte de su hermano, Gabriel.
Se pone a estudiar Enfermería en la universidad de Chile, sede Norte, en Santiago.
Cuando viene el golpe militar, Pinochet prohibe los cursos vespertinos y no le queda que seguir estudiando en horario diurno. Qué hacemos, conversaron con la Sra Gaby.
Bueno, le dice ella; cocinas en la noche y yo caliento, con la ayuda de la contadora Alicia Vallejos, y servimos el almuerzo. Y así lo hacen y ella sigue estudiando y recibiendo su sueldo.
La Sra Gaby se va aburriendo y termina consiguiendo con su hermano contratar una ayudante para la Miriam, que hiciera la pega de calentar y servir, recoger y lavar.

Yo con Miriam, en el casino de la U de Santiago
Al final de la carrera vienen los turnos nocturnos y ya no puede seguir trabajando para Pinturas Cerrillos. Pero ya estaba ad portas de entrar de lleno en su carrera profesional propiamente tal.
Empieza trabajando en la Posta Central. Sigue en el hospital de niños Roberto del Río y termina en la Clínica Alemana, donde después de un tiempo, alcanza el cargo de Enfermera Jefe del personal de enfermería.

En el intertanto, Miriam tiene dos hijos con Eduardo Correa. Eduardo el mayor, bien. Pero la niñita viene con problemas, aparte de prematura, sufre una asfixia en el parto y queda con serios problemas. La Sra Gaby consigue cuando ella tenía 5 años, internarla en el Pequeño Cottolengo, donde estará hasta su muerte a los 37 años.
Su único hijo en la actualidad, le ha dado una nieta, que tiene 23 años y es Tecnóloga médica. Está realizando una especialización en el servicio de Scanner de Clínica Alemana.

Miriam se separó de Eduardo y luego se enamoró de su actual pareja, con la que viven felices.
Tiene una casa en Algarrobo, donde pasa mucho tiempo y donde pretende irse a vivir, cuando finalmente se retire.
Cuando se jubiló de la Clínica Alemana, al poco tiempo la llamaron para hacerse cargo de la Unidad de formación del personal de enfermería, Esta Unidad realiza inducción al personal que ingresa y reforzamiento al personal con ausencia por más de seis meses por licencias, permisos, etc.; en eso estuvo cuatro años más.
Y ahora, que la llamaron de la universidad de Santiago, está con un Contrato part-time como académica.

Miriam se declara una mujer sencilla, no enrollada y agradecida de la vida.
Yo la veo alegre, jovial, llena de vida y poderosa, en esa forma sencilla que tiene; aparte de muy inteligente. Y resiliente le han dicho que es.

Bueno, el día del funeral de la Sra Gaby llegó tarde a la misa, así que fue en el cementerio, donde salió adelante y dijo cosas como que la persona en que ella se había convertido, se lo debía a la señora Gaby Bunster, que ese día despedían. Y a la que le estaba infinitamente agradecida.

Qué tal ?

6 comentarios:

  1. Anónimo9:12 a.m.

    Maravillosa historia Gabriel!
    Y calladitos los Bunster tienen muchas historias de este tipo. Cariños

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  2. ¡La tremenda historia, una mujer digna de destacar, gracias por compartir este post sobre ella!

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  3. Hermosa historia, lamento la partida de tu tía. Un abrazo

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  4. Lamento la muerte de tu tía, querido Gabriel. Pero ese trozo vivo de biografía que generosamente nos has contado, basta para admirarla. ¡Hay personas cuya vida valió la pena! Y a veces, su modestia impide conocerlas de verdad, aunque están tan cerca... Un abrazo, amigo.

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