Era un mal momento. 11:30 de la mañana es cuando más pican los peces en su negocio de comerciante independiente de frutas de la estación en Isabel La Católica con Vespucio.
Se llama Daniel Darwin Pérez Bravo y tiene 48 años.
En pareja, con una hija con ella qué se llama Constanza qué tiene 13 años.
Tiene dos hijas más, Génesis (22) y Eli (23), de dos madres distintas.
En la actualidad vive con su pareja en Puente Alto.
Estudió hasta 5to básico.
Su padre, comerciante ambulante igual qué él. Sigue operativo y además tiene taxi y un restaurante.
A ninguno de ellos les gusta trabajar apatronado.
Son comerciantes independientes y se nota en su personalidad libre comunicativa.
Tiene un socio, Roberto Villagra.
Disponen de una bodeguita al otro lado de la calle, qué se las facilita Salcobrand.
La idea es qué estén atentos a la llegada de malandras y colaboren con el cuidado del entorno.
Se reparten las ganancias a medias.
Van de martes a viernes a Mapocho, a la Vega Central a comprar la mercadería. Tienen que estar allá a las 4 de la mañana para elegir la buena fruta, que saben es la que aprecia la gente de este barrio.
Tienen una camioneta roja qué está estacionada allá al frente donde está la Salcobrand.
Llegan a las 7 de la mañana a la bodeguita aquí al frente. Parten el día embolsando el producto.
Entre 10 y 11 salen a la calle a vender a los autos qué paran en la luz roja de Vespucio.
No paran a la hora de almuerzo y comen a la rápida sándwiches.
Y se van para la casa a las 8 de la noche.
Lo único si, es que fuma; como una cajetilla diaria.
Aparte, el fin de semana trabaja con su pareja un puesto en una feria en Puente Alto.
Daniel es un tipo alegre, comunicativo, cercano con sus clientes.
Tiene sus clientes habituales y le toca a veces hacer un poco de psicólogos, cuando alguno va un poco triste y logran sacarle una sonrisa.
En general la gente los aprecia.
Tiene dos hermanas Daniel. La Paola vive en el Tabo, qué es para donde arrancan todos a vacacionar en verano. Su otra hermana, también casada, vive en Cerro Navia. Las dos están bien.
Le pregunto por las platas y me dice qué gana más aquí en la calle qué en el puesto de Puente Alto. Y qué le alcanza ajustadito, con los colegios y tantas cosas.
Un relato urbano, mínimo. Gracias por la lectura Gabriel!
ResponderBorrarLa calle es una vitrina de talentos, que a menudo vemos y dejamos pasar sin hacer nada al respecto, más que dar algunas monedas o comprar algunas cosas baratas.
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