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miércoles, junio 21, 2023

Cómo le explico a un amigo ingeniero/empresario el valor del coaching

Él ve el mundo como que las personas sirven o no sirven para el cargo. No ve la transformación de las personas como posible, la verdad.

Cuando hablamos de un posible trabajo de coaching para un empleado suyo, me pide un plan de trabajo, ojalá fuera una carta Gantt con objetivos, tareas, en plazos determinados.
Esto no funciona así, le digo yo. Estamos tratando con seres vivos, como las plantas, en que las hojas salen solas, cuando están listas para salir y es un proceso que no puedes empujar.
Esto le sirve más para entender el tema de los tiempos, de lo que toma un trabajo de coaching, siempre más lento de lo que quisiera el que lo está pagando.

Pienso en el caso de una persona que anda con una rabia parida en las entrañas, producto de una historia personal dura, de mucha agresión y hacerse las personas la vida difícil. Esa energía rabiosa, contamina sus interacciones con sus subalternos y colegas, cargando las situaciones de conflicto con más energía de lo que la circunstancia amerita.
Lo primero siempre, es crear el espacio de confianza para poder poner todos los temas sobre la mesa.
El coach opera en buena forma como un espejo para el coacheado. Debe estar abierto a escuchar y atender a lo que el coach está viendo y no resistirse en exceso.
El proceso será un ir tomando conciencia de lo que le pasa e ir él mismo aprendiendo a modular, gestionar esa energía rabiosa. Incluso buscaremos formas de descargar esa energía, ya sea en las mismas sesiones de coaching o haciendo deportes, por ejemplo.

El gran temor es que después que la persona da el salto de crecimiento, de elevación de sus niveles de conciencia, que se le vaya y pierde entonces toda esa inversión.
No, me dice, prefiero buscar a la persona que se ajuste al cargo y se afiate bien con el equipo, sin mayor inversión de desarrollo personal.

Lo importante, cada vez más, es tener gente en tu empresa, que le guste su trabajo. Que esté en los temas que le apasionen.
Si logras tener en tu empresa, personas apasionadas con lo que hacen y apasionadas con lo que hace la empresa, invertir en su desarrollo es neto beneficioso para la empresa. Su productividad e irradiación de la empresa al público serán óptimos.

Necesitamos pasar de ver a las empresas como maquinarias, que solo debemos aceitar, optimizar y si algo no sirve, cambiar la pieza.
Necesitamos ver a las empresas como organismos vivos, conformadas por personas que son seres vivos, que tienen emociones, que buscan sentido para lo que hacen, de las que tenemos que hacernos cargo y saber gestionar.
El garrote, el miedo, la presión, ya no son las herramientas adecuadas.
Es cosa de ver a nuestros hijos, que privilegian la calidad de vida. Si tu empresa les resulta hostil o agresiva, se irán, pierde cuidado.
Y tienes un imperativo de crear empresas donde la gente quiera trabajar y donde sepa que ahí crece, aprende y el que se irá cuando se vaya será otro que el que entró.

Si incluso la educación debiera cambiar a aprender de sí mismo, a saber quién soy, qué quiero, qué me apasiona y que soy una persona de insospechado potencial, de aprendizaje y crecimiento permanente.
Si seguimos abocados a solo maximizar utilidades y rentabilidad, los pronósticos son malos; incluso ecológicamente.

Por todo lo anterior, amigo mío, te invito a invertir en desarrollo personal de tu gente y si como resultado de ello, se te van, deséales lo mejor. Y celebra que te irás armando de gente apasionada, con conciencia, que quieren y disfrutan trabajando en los equipos donde participan, para la misión que todos han desarrollado para el mundo al que sirven.

2 comentarios:

  1. Siempre un placer leer tus reflexiones, Gabriel. Gracias. Abrazo del alma,

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  2. Gabriel, 100% de acuerdo contigo! No veo otro camino.
    Por otro lado, las empresas esperan resultados de corto plazo y eso produce una tensión. Creo que ahí entra el equipo y sus capacidades coordinadas, en donde unas personas con sus capacidades y expieriencias pueden cubrir los déficits de otros. Y viceversa, los resagados en ciertos aspectos y en ciertos momentos (por factores personales por ejemplo) pueden ser los que empujen en otros momentos.
    Porque las competencias deben ser variadas para el buen funcionamiento de los equipos, la uniformidad de la fábrica del siglo XX no sirve hoy en los entornos inciertos y cada día más complejos, hoy se requiere de equipos con distintas formaciones y diferentes experiencias laborales y culturales (obviamente hay procesos repetitivos en los que la fábrica antigua es aún válida, pero cada vez menos).
    Se debe y puede encontrar un equilibrio entre resultados y calidad de vida, siempre y cuando existan líderes y no jefes. Y el liderazgo no es por decreto, es por respeto, es por aprecio, tanto laboral como humano; y eso se gana.

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