No conocía a Hannah Arendt, aunque sí había escuchado hablar de ella.
Me ha impresionado mucho, su agudeza de pensamiento original y en particular su historia personal, como judía-alemana en la época de Hitler. Es tomada presa, liberada a los pocos días. Escapa a Francia y desde Alemania le quitan la nacionalidad. Quedó apátrida por más de 10 años, hasta obtener la nacionalidad norteamericana, donde terminó residiendo.
Otro hecho notable para mi, es que a sus 18 años o algo así, fue amiga y amante de Martín Heidegger, un hombre casado y con hijos.
El primero es sobre una interpretación que ella le da al término totalitarismo, que ella localiza en la historia por primera vez en los regímenes nazi de Hitler y estalinista de Stalin en Rusia.
En ambos casos el poder omnipotente se despliega en su máxima expresión. Pieza clave de estos regímenes son los campos de concentración, donde el ser humana es llevado a su total aniquilación, en Alemania directamente a los campos de exterminio masivo, y en el caso ruso, a la total perdida de derechos, incomunicación total y trabajos forzados peores que la esclavitud.
Esto sería un subproducto del desarrollo tecnológico e industrial de Europa, que ve al resto del mundo como territorios a conquistar y explotar en la forma de colonias, tratando a los que ahí viven de maneras muy distintas a como trataban a sus conciudadanos.
La violencia destruye el poder, pero no lo crea, dirá Hannah Arendt.
Ella ve a los países como conjuntos de hombres que deliberan, escuchándose, respetándose y llegan a acuerdos que implementan. Esto no ocurre en los totalitarismos.
El segundo mega tema de Hannah Arendt es esta distinción que hace entre vida activa y vida contemplativa, que es aquella dedicada a pensar.
La vida activa la divide en tres; la vida del laburo, que busca producir el alimento para nuestra sobrevivencia; la vida del trabajo, donde con nuestras manos o herramientas, fabricamos objetos que nos ayudan en forma permanente a vivir y aumentar nuestra productividad; el que fabrica zapatos por ejemplo.
Y finalmente, la acción del tipo praxis, que es la que hacemos deliberando para construir el mundo que compartimos. Requiere una cierta igualdad de derechos a expresarnos, considerar lo que el otro dice como un aporte que puede afectar mi perspectiva, y así ir juntos construyendo nuestros acuerdos y acciones mancomunadas.
Cuando la política se transforma en solo un enfrentamiento de ideas, o inocuos meros ataques para causar daño al contrincante, nos hemos alejado de la acción tipo praxis que llama.
Hay una evolución histórica de estos tipos de acciones descrito por la autora, que termina en la actualidad con una exacerbación de las acciones laborans y trabajo de producción de objetivos, ya meramente para el consumo.
La acción del tipo deliberativa para crear mundos nuevos a través de lo que llama praxis, se ha reducido a la mínima expresión o simplemente se ha degradado por la no representación de los políticos de los ciudadanos.
Hannah Arendt dejó un libro inconcluso al morir el año 1975 de un infarto. En él habla del pensar, distinguiendo el pensar científico o cognitivo que llama, del pensar filosófico, racional. El primero busca entender la realidad objetiva, como funciona y cómo sacarle mejor provecho. La segunda forma de pensar buscar responder para qué todo lo que hacemos, cuál es el sentido, qué somos nosotros, para qué vinimos aquí, etc.
Después habla de la voluntad, del querer, esta voz interna que pulsa en una cierta dirección y discute con otra voz interna, que difiere o quiere una mayor evaluación. Es la típica disputa entre la pasión y la razón.
Y finalmente, en forma inconclusa, hablará del juicio, que lo relaciona con el gusto que cada uno tenemos sobre distintas cosas que enfrentamos.
Un libro que disfruté, del que aprendí y del que quiero más adelante volver a recorrer.
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