martes, junio 14, 2016

Taller acerca del conversar

Ayer participé junto al equipo del Grupo Esencial, en un programa con una Compañía de Seguros, en el Hotel Manquehue, en lo que llamamos, Empresa Despierta, en la línea de los eventos Santiago Despierta.

Me tocó trabajar en el salón Alerce, con un grupo de 25 personas, que me esperaban sentados en círculo, pues habían adelantado la programación y tuve que correr desde mi casa, llegando un poco tarde.

Enfrentaba a 18 mujeres y 7 hombres. Empleados del Consorcio, de las más diversas áreas. Les vengo a hablar, o más bien vengo a conversar con ustedes, del conversar. Esa cosa que todos ustedes hacen desde la más tierna infancia y se supone que saben hacer.
Qué viene, este viejo de 64 años, a decirles de esta cosa, es el pensamiento que imaginaba tenían, mientras me miraban con los ojos clavados en mi persona, manteniendo a esa altura total silencio.

Le vamos a hacer doble clic al conversar y verán ustedes que algo aprenderán sobre este acto tan habitual y que es cada día más importante en la era de la información en que estamos. La calidad de nuestras conversaciones, en los equipos de trabajo, con nuestros amigos y compañeros de trabajo, con nuestras familias y quizás lo más importante, con nuestras parejas, hará una gran diferencia.

De lo básico del conversar, paso a los cuatro tipos de formas de escuchar (link), con el nivel cero de no escuchar nada, con cara de escuchar, a la empática y la generativa, sin dejar de nombrar las detonaciones personales con arranque y receta de contención con derecho de autor de Marita Ruehs.
El grupo empieza a interactuar, las personas empiezan a hacer preguntar o acotaciones.

De ahí a los tipos de conversación (link), el cuerpo como actor en la escucha, las emociones, la intuición.
Las intervenciones se empiezan a avivar y de repente estamos conversando hombres con mujeres de como unos y otros escuchan y como han cambiado las mujeres desde la Natalia Valdebenito, que nos dejó a los hombres a la altura de básicos o pasteles.

Les cuento de los grupos que vengo organizando, primero uno de parejas que duró dos años y medio y ahora uno de puros hombres, que está a 100. Una me dirá mas tarde, a solas, que si organizo otro de esos grupos, quiere participar.
Si, los grupos que conversan bien, donde las voces de todos son validadas y donde al que habla no se le interrumpe, son de alto poder.

Finalmente los invito a formarse en grupos de cinco y seis, donde eligen un líder que irá dando la palabra, y donde la primera actividad es presentarse brevemente, en unos 3 a cinco minutos, con una última pregunta del tipo ¿que te apasiona?.
Son gente que trabaja en la misma empresa y no se conoce en muchos casos.
Los veo inmersos, atentos, animados, casi imparables, cuando ya quiero pasar a la siguiente pregunta.

Habrá finalmente una tercera pregunta y cuando finalmente doy por terminada la sesión, ellos siguen conversando en sus grupos, casi sin atender a mi aviso de término.

Al salir le digo a Paulina Sepúlveda, nuestra jefa o coordinadora de la actividad, que me había ido bien, pues no había forma de pararlos de conversar. Y me despedí riendo, contento, satisfecho. Lo había pasado además muy bien.

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