martes, junio 16, 2020

Libro Ciencia y religión de Ken Wilber

Estaba en los libreros de mi casa. Lo tomé en estos días de cuarentena de la pandemia del coronavirus, mientras esperaba libros comprados por Busca libre.

Iba en la página 64 cuando como que los subrayados me parecían sospechosamente míos. Y me fui al buscador de mi blog y ahí estaba, un posteo mio, del mismo libro, de febrero del 2010.
Me quedé pensando y opté por seguir leyendo.

Ken Wilber declara que lo que pretende en este libro es reconciliar a la ciencia con la religión. Tamaño desafío. Y a mi entender, lo logra.

La realidad se compone de tres partes, la realidad sensible, lo que nuestros sentidos y sus extensiones, pueden aprehender; la interioridad del yo y la interioridad del nosotros.
A partir de la Ilustración, que es cuando empieza la modernidad, estas tres partes, que antes estaban fusionadas, se diferencian. Son el yo, el nosotros y el ello.

Wilber, basado en infinidad de fuentes, abre el escenario en un gráfico de cuatro cuadrantes. Arriba a la izquierda, la interioridad del yo; arriba a la derecha, la parte exterior del yo; abajo a la izquierda, la interioridad del colectivo, del nosotros; y abajo a la derecha la parte social, o lo visible del colectivo.

Bueno, lo que va a pasar en la modernidad, con el auge de la ciencia (y su resentimiento con la religión) y la industrialización de la economía, es que el ello, la ciencia material, el lado derecho de este gráfico, se establecerá como régimen imperial, de total dominación de la escena.
Y transformará a la religión, o la dimensión espiritual, en algo parecido a Santa Claus y a los sentimientos, la conciencia, lo interior del yo, como algo, de muy menor importancia, ojalá obviable.
Y creamos el páramo de la modernidad, en el que venimos estando.

Wilber dice que tenemos tres ojos para mirar el Kosmos: el ojo de la carne, que ve la realidad sensible, el ojo de la mente, instrumento de la razón y el ojo del espíritu, que mira los dominios de Dios, que es esa dimensión que acá en occidente obviamos.

Wilber desmenuza la ciencia, su método de extracción de verdades de la realidad, de tres pasos, en que en el del medio obtiene los datos, experienciales o instrumentales (que son extensiones de nuestros sentidos), para obtener la evidencia, que después contrastará con los datos y evidencias que otros obtengan del mismo escenario.
Concluye que el método científico es gran valor, que debe extender su ejercicio a los ámbitos de la mente y del espíritu, a los dominios interiores.

La religión en la propuesta de Wilber, debe dejar fuera todas sus piezas mitológicas y dogmáticas, y quedarse exclusivamente con la experiencia mística, contemplativa y espiritual, para partir de las experiencias espirituales de sus maestros fundadores. Y someterlas al método científico, un método científico ampliado, que permita considerar como dato de la experiencia, los obtenidos de experiencias espirituales.

Ken Wilber
Ya hay registros de meditadores profesionales, que se someten a instrumentos de la ciencia que miden lo que pasa en el cerebro y han constatado que los fenómenos psíquicos internos, tienen correlatos en los instrumentos de medición de actividad cerebral.
Esta sería la ciencia confirmando que hay algo pasando allá en la interioridad del yo, un buen punto de partida, para abrirse a investigar todo el lado izquierdo del gráfico de más arriba, que según Wilber, opera en distintos niveles, con correlatos en cada cuadrante.

Y de lo que ahí surge, es un enfoque de desarrollo y evolución, del lado izquierdo, en escuelas que serán liderados por una nueva religión, con insospechado impacto en el mundo político y económico, del lado derecho, del ello.

La voz del Espíritu hace rato que murmura, susurra, a través de la experiencia de la belleza, que experimenta el yo, a través de la bondad, que experimentamos en relación con el nosotros y la experiencia de la verdad, en la obra de la ciencia en la naturaleza, expresión esta del corazón del Kosmos, que es otra forma de llamar a Dios, dice Wilber.

Debemos para el reduccionismo extremo al que hemos llegado, de asociar las más variadas emociones con la secreción de sustancias en el cerebro y de abordar las enfermedades mentales, propias de un mundo patológico, sin significados, con píldoras que atacan solo la componente material de fenómenos de la interioridad del ser. Hemos estado viviendo en un mundo chato, sin sentido, enfermo.

Me iré ahora a leer qué escribí del mismo libro hace 10 años.


Referencia:
Mismo libro leído hace 10 años

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