viernes, octubre 22, 2021

Libro Novaceno de James Lovelock

James Lovelock escribe este libro a sus 99 años; notable. Él fue el que inventó esta idea de Gaia, a la que hay que darle una vuelta para entender de qué se trata.

Nosotros estaríamos en medio del Antropoceno, que se habría disparado con el invento de la máquina de vapor de Thomas Newcomen el año 1712, para extraer el agua con que se inundaban las minas de carbón y estaño en Inglaterra.
Ese invento transforma la luz del sol, almacenada en el carbón, en calor, de ahí a vapor y con la máquina, en movimiento y fuerza.
Y desata la revolución industrial, con todas las transformaciones que ello generó. 

Y el mundo se aceleró, se interconectó, se llenó de artefactos y maquinarias del más diverso tipo. Subió el estándar de vida y se polucionó el planeta.
Nos llenamos de trenes, vías férreas, caminos, autos, camiones, aviones, tanques, fábricas, etc, etc. Y se llenó de gente.

Lovelock marca otro invento que resultará determinante para la nueva era que se desatará, el Novaceno. Se trata de las señales de radio por aire, señales electromagnéticas que acarrean información, inventadas por Guillermo Marconi, el año 1901, al mandar un mensaje de radio de Europa a EEUU a través del Atlántico.
Este invento desata la electrónica, que transforma el mundo al que hoy tenemos, donde la información pasó a ser el objeto central de nuestra civilización.

Lo que pone en alerta, diría yo, a James Lovelosk, es cuando la empresa Deepmind, que después comprará Google, crea el programa informático AlphaGo, que le gana al campeón mundial de Go, un juego de mucha más alta complejidad que el ajedrez.
Este programa evoluciona al AlphaZero, que básicamente recibe las reglas de un juego como input y aprende solo jugando contra sí mismo. Y lo hace rapidísimo. En 24 hrs le gana al que le pongan por delante.

Este sería el arranque más serio de las máquinas que Lovelock llama los ciborgs. Miles, millones de veces más rápidas que nuestras neuronas, que aprenden solas y crearán, se supone, todo lo que viene. El mundo que viene.
Se harán a sí mismos, inventarán su propio lenguaje, se mejorarán permanentemente, incluso se independizarán de nosotros.
Alguien podría pensar que nos superarán a tal grado, que seremos sus mascotas.

Y la evolución seguirá, no por evolución natural, sino por evolución intencional.
Compartiremos con ellos un problema común: mantener a Gaia (el ecosistema planetario) vivo.
Ahora las condiciones climáticas que estas máquinas requerirán, serán menos exigentes que las nuestras, de los humanos de carne y hueso.

Yo pienso que estas máquinas, por muy inteligentes que sean, nunca accederán a la conciencia que a nosotros nos constituye. Creo que Lovelock piensa que es cosa de tiempo que estas máquinas, sean empáticas, se emocionen, incluso se enamoren. Yo no lo creo.
Claro, con tanta inteligencia dando vueltas, me imagino muchas fábricas que visualizo, operadas y optimizadas por robots del tipo AlphaZero y posteriores, que nos mandarán a buena parte de nosotros para la casa.

El mundo que yo veo, es que las empresas serán del Estado, operadas por super robots y todos nosotros recibiremos un buen sueldo mensual, para hacer lo que se nos dé la gana. Y nuestros problemas serán otros.
Cual es el sentido de la vida; a quien le gano, en qué; qué hago; no me lo puedo pasar todo el día viajando o tirado en la playa.
Tendremos que inventarlo todo. Me refiero a de qué se trata la vida humana.

Pienso qué el libro Novaceno de James Lovelock, es una provocación, para ponernos a pensar e imaginar cómo será el futuro, que pienso puede ser muy cercano, por la velocidad a que esas máquinas evolucionan.
Y Isaquino (es el qué me prestó el libro), no creo que esas máquinas puedan tener conciencia. No, jamás.

1 comentario:

  1. Tal vez las máquinas no puedan "tener" conciencia (y por ende, conciencia de si mismas) pero si podrán llegar a simularla. Tal vez la busqueda tendría que ser más orientada a la creatividad real: aquella que posibilita que algo que no existía antes, pueda llegar a existir...". Una creatividad que vá más allá de lo conocido, más allá de la innovación. Tal vez el desafío que hoy tenga la humanidad ya no es el árbol del conocimiento. Tal vez sea el árbol de la vida....y el desafío sea cómo podemos llegar a crear por amor y no solo por placer.

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