jueves, agosto 01, 2024

Libro El trauma oculto en la infancia de Felipe Lecannelier

Este libro de Felipe Lecannelier lo encuentro lectura obligatoria para todo ciudadano chileno que tenga alguna relación con niños.
De alguna manera refleja la importancia que le damos a la persona en este país, pues los niños son la semilla de las personas que terminaremos siendo cuando adultos. El cuidado de donde sembramos esa semilla y los cuidados y atenciones que le damos en su crecimiento, derivará en el tipo de personas que vamos siendo. En el tipo de país que vamos construyendo.

Pareciera que en este país lo que más importa son nuestras riquezas naturales: el cobre, los minerales, los bosques, la vida marina, la producción agrícola. Ahora, los vientos de la Patagonia y la radiación solar de nuestro desierto nortino.
Y las personas, qué rol juegan en este baile ?
Pareciera que hay un grupo selecto de personas que son las que harán a este país lo que es y será, y hay una gran multitud de personas que necesitamos para que trabajen, hagan la pega, por ello las necesitamos instruidas para la producción y dóciles, por favor. 

Bueno, este libro de Felipe Lecannelier pone el foco en las personas que desarrollamos desde la primera infancia, pues serán ellas las que harán el país que venimos siendo y queremos construir.
Si ponemos a la persona en el centro, como lo más importante estratégicamente para este país, este libro es obligatorio, imperativo.
Los niños son y han sido una parte olvidada, obviada, descuidada, históricamente. Aquí y en la quebrada del ají.
Es para la risa, defendemos la vida de los por nacer, como si fueran hueso santo y después los mandamos al Sename, que es un poco al olvido. Y de ahí salen buena parte de nuestros delincuentes, que parece que sí sabemos producirlos.

Felipe Lecannelier pone el foco de su mirada y de su vida profesional, en el niño, en el niño muy chico, de cero a seis años. Observa con agudeza, qué siente, qué necesita, cómo se organiza, cuál es su plan estratégico.
Ese niño chico nace con el 23% de su cerebro desarrollado, que a los 3 años, va entre el 60 y el 65% de desarrollo. Y nosotros los vemos y tratamos como si fueran adultos chicos.
Ese niño necesita para su sobrevivencia construir un vínculo de apego con un adulto cuidador (padre, madre, cualquiera), que le de todo lo que necesita y le ayude a regular el estrés que con frecuencia vive frente a situaciones de riesgo para él vital.

Las conductas del niño siguen el plan estratégico de minimizar el dolor y maximizar la calidad del vínculo con ese adulto.
Si el niño no logra disponer de esas condiciones adecuadas para su estabilidad emocional, aparte de las otras básicas del buen sobrevivir, se estresa, se traumatiza. Esto pasa en el día frecuentemente y por ello el niño necesita disponer de ese adulto, adonde recurrir para estabilizarse, calmarse, volver a la estabilidad, necesarias para seguir con su actividad diaria de explorar y descubrir el mundo fascinante.

Cuando el adulto está pero no está, porque está pegado en el celular, el niño se estresa. Cuando el adulto está pero no está, porque está absorto con quien será el nuevo presidente de la república producto de unas elecciones claramente sospechosas, el niño se estresa. Cuando el adulto está pero no está porque está con una depresión postparto que te la encargo, el niño se estresa. Cuando el adulto no está, porque ambos cuidadores principales tienen que trabajar todo el día para pagar la Nana haitiana o venezolana y todos los gastos necesarios en la vida moderna, el niño se estresa. Suma su sigue.
Y lo que resulta de todo esto, es que vamos formando niños traumatizados, enfermos, incluso psiquiátricos. Y esto, según el autor, es una epidemia oculta.

Bueno, Felipe Lecannelier desmenuza los distintos escenarios posibles de traumas, siendo unos más graves que otros, que si aprendemos a distinguirlos, sabremos hacer mejor lo que haga falta para atender a ese niño que tan mal se porta.
Felipe Lecannelier va más allá; provee mecanismos, técnicas, para sanar a los niños más traumatizados, esos de conductas descontroladas, que tanto nos cuesta lidiar con ellos.
Alguien piensa en estos días en los niños de Venezuela ? No he escuchado nada. Alguien piensa en los niños de Gaza (un poco más parece); los niños de Ucrania; los jóvenes que van como carne de cañón de Rusia, al frente con Ucrania y los mismos ucranianos ?

Viejo, algo tenemos distorsionado. Necesitamos poner al ser humano en el centro de nuestras preocupaciones, no para maximizar nuestra rentabilidad y riqueza, sino porque la calidad de la vida que estamos construyendo depende de ello. Es lo que aporta el verdadero propósito de la vida.

No te lo pierdas.

2 comentarios:

  1. Anónimo8:50 a.m.

    100% de acuerdo. Pertenezco a una generación en donde como niños se nos “mal trato”. No teníamos explicaciones a las actitudes de los adultos, …. Normalmente, las razones eran “si porque si” o “no porque no” y también se usaba “san se acabó” y ahí quedábamos los cabros chicos “marcando ocupado”. ¿Habrá sido motivo de trauma? Quien sabe! …. También era frecuente el “coscacho”, …. ¿Como saber la cantidad de traumas incrustados, producto de los tratos, bruscos o irracionales?
    Buen comentario Gabriel, gracias

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  2. Anónimo10:46 a.m.

    Los niños no necesitan una especial atención. Lo que necesitan es tener adultos a quienes imitar y de quienes aprender. El problema esta en los adultos. Si pensamos que podemos generar mejores condiciones para los niños sin cambiar los adultos estamos muy equivocados. De tales adultos, tales niños ( y después tales jovenes ) y así se perpetua el ciclo. Hay mucha preocupación por "cuidar" a los niños, pero el verdadero cuidado pasa por ser mejores personas, no mejores "padres".

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