sábado, agosto 23, 2025

Libro Los inocentes al poder de Daniel Mansuy

Leo en paralelo a Daniel Mansuy y a Renato Garín y su libro Los reemplazantes, dos autores que de distinta manera hablan del mismo fenómeno social.
Se trata de estos jóvenes que primero emergen con las protestas estudiantiles de los estudiantes secundarios, los llamados pingüinos, del año 2006.
Con más fuerza emergen el año 2011, esta vez de los estudiantes universitarios.

La Concertación a esta altura llevaba 20 años gobernando al país, una generación que a esa altura ya estaba desgastada, con una característica intolerable para esta nueva generación desafiante, que era el no haber podido salir de la política económica de la dictadura de Pinochet, el neoliberalismo.
Este sistema económico fue implantado o más bien impuesto por los Chicago boys,  en el gobierno autoritario.

Y ha funcionado, ha persistido, se ha arraigado persistentemente. Y los desafiantes, aparte de criticar sus fallos, que los tiene, no han tenido una opción alternativa, que realmente sea capaz de superarlo. Y por eso perdura, incluso en el actual gobierno de Gabriel Boric.
Este sistema de verdad ha permitido que el país crezca, suba su producción per cápita, promueva la iniciativa privada, la creatividad y el emprendimiento.
El problema es que los ricos se han hecho más ricos y la cantidad de pobres ha aumentado. Pero con un poco mayor nivel de bienestar.

La Concertación había perdido el poder por primera vez el año 2010 con Sebastian Piñera, de la derecha, de Renovación Nacional.
El malestar explotó al año siguiente con estas marchas estudiantiles, esta vez universitarias. La crítica al sistema educacional era profunda. Aparte que se consideraba el origen de toda la desigualdad fuertemente extendida.
Se pedía educación gratuita y de calidad, y no al lucro en la educación. Igualdad de acceso y más control del Estado.
Las marchas fueron potentes y multitudinarias. Las fuerzas políticas, de derecha e izquierda, no podían no atenderlas.

Esto coincide con la emergencia de una nueva fuerza política, la de los jóvenes. Lideran al principio, la Fech, Camila Vallejo y la Feuc, Giorgio Jackson. Gabriel Boric derrotaría a Camila Vallejo en la Fech en diciembre del año siguiente.
Estas marchas desafían al gobierno de Sebastian Piñera, representante de la élite económica del país.
Pero donde dispararon todos sus dardos ideológicos sería contra la Concertación, esa generación que había gobernado los últimos 20 años.
Y la verdad, la destrozan. Queda tan debilitada, que el país pierde el centro y se polariza hacia los extremos.

Tanto el gobierno de Piñera como el siguiente de Bachelet, incorporan en sus políticas muchas de las demandas de los movimientos estudiantiles. Lo curioso es que los anhelos de mejora no prosperan, todo lo contrario, empeoran.
Este fenómeno no está explicado en el libro.
Lo que pasa más adelante, es el estallido social. Este fue un terremoto social mayor, de alta destructividad. Reflejaba un malestar real, bastante profundo y violento.

Se va conformando un conglomerado político de jóvenes, puros e inocentes, que dicen representar al mundo social, del cual los políticos presentes, especialmente los de la Concertación, han perdido contacto y por lo tanto, no representan.
El estallido social, casi voltea al gobierno de Piñera dos. Logra zafar entregando la Constitución y sometiendola a una Convención Constitucional, democrática, con cupos reservados para los pueblos originarios y espacio amplio para que se presenten personas independientes, por fuera de los partidos políticos.

La elección de los convencionales fue en mayo de 2021. En diciembre de ese mismo año gana las elecciones presidenciales Gabriel Boric.
Los primeros meses del gobierno de Boric fueron un desastre. Patético es el caso de la ministra del Interior, Izkia Siches, cuando va a “dialogar” con los mapuches del Wallmapu y la reciben a balazos.

El proceso de esa Convención Constitucional fue un hito histórico de la izquierda. Finalmente podían a través de una nueva Constitución, refundar este país propiedad y gobernado por una pequeña élite. Fue un derroche de creatividad, desorden y hechos que causaron una muy mala impresión en la población.
El gobierno de Gabriel Boric que partió mal, apostó todas sus cartas al resultado del plebiscito de salida de la Convención. Perdieron por paliza; sacaron menos del 40% de aprobación.

De ahí para adelante, el plan de gobierno se mandó a guardar y se han dedicado a administrar lo que había. Pobre desempeño.
El Frente Amplio, desmembrado, inconexo, sin capacidad de hacer nada, ni tampoco de haber pensado en profundidad su crisis, está terminando muy desvalorizado.
Emerge una candidata del partido comunista en los grupos de izquierda, con una muy probable victoriosa derecha, por el lado de Kast para el gobierno que elegimos a final de este año.

Hemos terminado en un país achanchado, prácticamente paralizado económica y políticamente polarizado. Parece que es lo mismo que pasa en Bolivia.

jueves, agosto 14, 2025

Libro El poder del metabolismo de Frank Suárez

Hay libros que no se leen una sola vez, sino que se guardan cerca para consultarlos de vez en cuando, como un amigo sabio que siempre tiene algo nuevo que decirte.
El poder del metabolismo, de Frank Suárez, es uno de esos libros. Su valor radica en que entrega información estratégica para alimentarnos mejor, cuidarnos y mantenernos sanos… y, de paso, delgados.

Frank Suárez
El hombre detrás del libro

Frank Suárez es de esas personas que se te quedan en la retina. No tenía la formación académica que uno esperaría en un “experto” en salud. Su punto de partida fue muy distinto: fue obeso desde niño, y fue en la lucha contra su propia condición que encontró un camino. Lo compartió primero con cercanos, luego con un público creciente, y finalmente creó NaturalSlim, empresa que dirigió hasta su fallecimiento en 2021, a los 71 años, en un trágico hecho en San Juan de Puerto Rico.

Lo que el libro revela

A medida que avanzas en sus páginas, se hace evidente que el negocio de la alimentación no está diseñado para tu salud, sino para la rentabilidad de las empresas que los producen. Esto incluye tanto a quienes fabrican alimentos como a las farmacéuticas, que te venden medicamentos para “sanarte” de los males que esos mismos alimentos provocan.
Un enemigo declarado en el libro: la glucosa y los hidratos de carbono (pan, arroz, papas, tallarines, etc.). Son adictivos, generan antojos intensos y, en exceso, son nocivos.

Yo mismo recordé premios de infancia que hoy veo como “fatales”:

  • El ganador del juego del tesoro recibía un tarro de leche condensada convertida en manjar.
  • Los que se portaban bien llenaban una libreta y recibían dulces que comprábamos en la calle El Bosque.

Aprender para cuidarnos

Por eso, dice Suárez, se vuelve imperativo aprender sobre los alimentos, sus características y su impacto real en nuestro organismo.
Nuestro cuerpo es un sistema vivo y adaptable: si lo sometes a hambre, baja el metabolismo para sobrevivir… lo que hace aún más difícil bajar de peso.
Y no todos somos iguales: hay metabolismos pasivos y metabolismos excitados, con necesidades y respuestas diferentes.

Lo que cambió en mí

Este libro no solo me enseñó: me cambió hábitos.

  • Ahora tomo mucha más agua pura y casi eliminé las bebidas endulzadas y carbonatadas.
  • Practico la dieta 2x1 o 3x1: por cada porción de alimento “engordante”, consumo dos o tres porciones de alimentos “adelgazantes”.
    Por ejemplo: en el Cassis del Mall Los Domínicos, cuando pido un sándwich de queso caliente y jamón en pan blanco de molde, retiro la tapa superior del pan y no me la como.
  • Dejé de poner azúcar o endulzante en el café o té; solo les agrego un poco de leche o leche en polvo.

El resultado: tres personas ya me han dicho que me ven más delgado y me han preguntado qué he hecho. Les contesto que no he hecho dieta, ni pasado hambre, ni sufrido: solo leí este libro dos veces y apliqué lo aprendido.

Más que un libro de salud

El poder del metabolismo es una invitación a tomar las riendas de tu alimentación y tu energía.
Y aunque circula el rumor de que su muerte tuvo que ver con intereses oscuros de la industria farmacéutica, lo cierto es que su legado sigue vivo en quienes hemos decidido cuidarnos con consciencia.

Más vale leer este tipo de libros. A veces, el conocimiento pesa menos… y ayuda a que nosotros también pesemos menos.

miércoles, julio 30, 2025

Emad Mostaque y la Internet Inteligente

Dicen que el futuro ya no es lo que solía ser. ¡Menos mal! Porque si seguimos la brújula de Emad Mostaque, no solo evitamos el apocalipsis cibernético, sino que entramos en una nueva era de propósito, abundancia... y monedas que nacen del bien.

¿Quién es este Mostaque? Un loco lindo con mirada de profeta y cabeza de ingeniero. Fue CEO de Stability.ai y hoy lidera una revolución silenciosa pero de proporciones sísmicas. Su idea madre: la Internet Inteligente, un nuevo entramado digital que no solo nos conecta, sino que nos empodera como nunca antes.

Una IA con propósito (¡y con corazón!)

Mostaque no se anda con rodeos: la inteligencia artificial va a redefinir la sociedad. Así de claro. Dice que lo de trabajar para vivir pronto será cosa del pasado. ¿Competir contra millones de agentes de IA que no duermen, no se equivocan y aprenden sin parar? ¡Ni con todo el café del mundo!

Pero en vez de asustarse, propone algo luminoso: un nuevo sistema económico que premia lo que haces bien para la sociedad. ¿Cómo? Con una moneda llamada Foundation Coin, acuñada por la IA cada vez que haces algo que beneficia al mundo. Ojo: no necesitas tener un doctorado. Basta con ser humano y contribuir positivamente. Algo así como "dinero por ser buena persona".

Adiós al trabajo, hola al sentido

En este nuevo paradigma, el dinero ya no nace del trabajo ni del capital. Se crea desde el beneficio social. Y eso nos lanza de cabeza a una pregunta honda como el océano: si ya no trabajamos para vivir… entonces, ¿para qué vivimos?

Mostaque responde con poesía tecnológica: vivimos para crear, cuidar, aprender, sanar, inspirar. Y todo eso tendrá valor económico medido por IA éticas, transparentes y abiertas.

IA soberana para todos (incluso en una Raspberry Pi)

Esta Internet Inteligente estará construida sobre centros de datos distribuidos, de código abierto, capaces de correr hasta en una humilde Raspberry Pi. ¡Nada de élites cerradas con supercomputadores opacos!

Cada país tendrá IA nacionales para salud, educación, finanzas. IA entrenadas con valores y datos abiertos, auditables por todos. Y si te enfermas, una IA empática (sí, empática) te acompañará, asesorará y cuidará. ¿Costo? Un dólar al mes. ¿Impacto? Incalculable.

Redefiniendo el PIB con humanidad

El viejo PIB (ese que solo mide cuánto producimos) va quedando atrás. Mostaque propone una economía basada en inteligencia colectiva, efectos de red positivos y diversidad creativa. Un sistema donde ser humano es más valioso que tener dinero.

El verdadero recurso escaso será… el propósito.

Próximos pasos: todos invitados

Los primeros 18 meses del proyecto son solo el principio. Ya se están acuñando las primeras Foundation Coins, construyendo data centers, y desarrollando aplicaciones médicas IA gratuitas. Luego, será la comunidad la que decida el rumbo. Sí, nosotros. Tú. Yo. Tus nietos. El vecino que cría abejas. Todos.

Porque si algo tiene claro Emad Mostaque es esto: el futuro no se impone, se diseña. Y mejor si lo diseñamos juntos.

Conclusión: del miedo a la maravilla

En un mundo que a veces parece escrito por guionistas de Black Mirror, la visión de Mostaque es un regalo. Un canto de esperanza inteligente. Un recordatorio de que la tecnología, cuando se alinea con el bien común, puede ser poesía hecha código.

Así que, la próxima vez que escuches que la IA viene por nuestros trabajos, respira hondo, sonríe, y piensa: quizá viene a liberarnos de ellos… para que por fin empecemos a vivir.


Nota: me tropecé con este video donde Emad Mostaque conversa con Peter Diamandis y su equipo; me llamó mucho la atención; lo vi un par de veces y lo sometí a la juguera de NotebookLM de Google, que le sacó todo el jugo a través de su resumen y podcast. Tomé el resumen, las notas que tomé de él y se lo pasé a chatGPT, pidiéndole que me hiciera un posteo de blog con ese material. Me encantó el resultado y después de un par de mínimos retoques, es lo que está publicado aquí.

lunes, julio 28, 2025

Libro El Kybalión de Tres iniciados

Un libro pequeño, de 148 páginas, con sabiduría hermética, escrito por tres iniciados desconocidos, con siete principios eternos.
Esta obra se publicó el año 1908, se supone que por el abogado norteamericano William Walker Atkinson (1862-1932), que firmó con el pseudónimo de los Tres iniciados.

El primer principio a mi me cayó como anillo al dedo, pues señala que el universo es mental. Claro, yo vengo pensando desde hace un tiempo, tras mis indagaciones sobre la conciencia (link), que el universo es conciencia y que la materia es una manifestación de la conciencia.
Qué mejor; check. Totalmente de acuerdo.

El segundo principio, señala que como es arriba es abajo; lo llaman principio de correspondencia.
Yo lo asemejo con la idea de que la belleza está en los ojos del que mira. El mundo que yo veo es una proyección del mundo que llevo por dentro.
Si está la escoba en el mundo, es reflejo de que tenemos la escoba por dentro.
EEUU elige a Trump, porque EEUU está a ese nivel de mal.

Todo en el universo vibra, todo está en movimiento. El nivel de vibración de las partículas determinará su temperatura.

Cuarto principio, de polaridad. Todo es dual, todo tiene dos polos. Y los opuestos son en realidad lo mismo; es cosa que se pongan a conversar, en buena.
Puedes creer que un comunista si entra en verdadero diálogo con un republicano, se darían cuenta que son iguales, con matices de diferencia ? Quizás por eso en una familia de elite, próspera, sale una marxista leninista (lo he visto).
Y quizás sabiendo este principio, Nicanor Parra dijo una vez que “la derecha y la izquierda unidas jamás serán vencidas”.

Quinto principio, todo se mueve con un cierto ritmo. Las mareas, las estaciones del año, Piñera, Bachelet, Piñera, Bachelet, derecha, izquierda (toca derecha).
Hay días en que quiero hablar con gente y llamo y llamo gente. Un par de días más adelante, no quiero hablar con nadie; y esto va y viene.
Saber esto, facilita las cosas. Pues de lo que se trata es surfear las olas y no andar peleando con los ciclos.

Sexto principio, todo hecho tiene una causa y todo hecho tiene una consecuencia. No hay hechos fortuitos, ni aleatorios. Son situaciones complejas en la determinación de sus causas.

Y finalmente, el séptimo principio, el principio del género. Este tiene que ver con la creatividad, con el nacimiento de lo nuevo, con la generación. El sexo es una particularidad del fenómeno.
La mirada objetiva, es masculina y la mirada subjetiva, es femenina. La conciencia es masculina y el inconsciente, femenino.
Ahora a nivel de la mente, existe el “yo”, que es donde reside la conciencia, la intención y el querer. Y está por otra parte el “mi” que es donde están los sentimientos, las ideas, y donde emergen las creaciones.
Ahora estas, las creaciones, brotan después que el “yo” intencione en cierta dirección, quiera algo. Por eso se habla del yo como masculino y el “mi” como femenino.

Leyendo este libro me surgió iniciar el diseño de mi oferta Coaching en IA, qué pone el foco en la tecnología, en la oferta Coaching con la IA, que en cambio pondría el foco en la persona, con la tecnología como un recurso provocador.
Escribí la idea y le pedí a chaTGPT que me transformara en una propuesta comercial, que me gustó tanto que la publiqué en mi blog (link).

domingo, julio 27, 2025

Coaching con IA, en vez de Coaching en IA

Explorando tu ser con herramientas del futuro

Una nueva propuesta de transformación personal, inspirada en la sabiduría antigua y las herramientas del mañana.

El Coaching con IA nace de una intuición poderosa: la inteligencia artificial no es el centro, tú lo eres. El foco ya no está en la herramienta, sino en la persona y su posibilidad de devenir. Esta propuesta toma fuerza tras una relectura reveladora del Kybalión, específicamente del principio del Género Mental. Ahí se dibuja una diferencia profunda entre el “yo” —observador consciente, fuente de voluntad— y el “mi” —campo fértil de impresiones, emociones e ideas en germinación.

En este espacio de coaching, la IA actúa como espejo, como catalizador y como compañero silencioso en tu camino. No viene a resolverte la vida, sino a preguntarte cosas que quizás olvidaste hacerte.

¿Qué propone este viaje?

  1. Revisión mejorada de ti mismo
    Con la IA como aliada, iniciamos una mirada profunda sobre tu historia, tu identidad, tus patrones, tus luces y sombras.
    ¿Quién crees ser? ¿Y quién podrías llegar a ser?

  2. Proyección hacia adelante
    Imaginamos futuros posibles. Exploramos tus talentos latentes, tus sueños postergados y las posibilidades de innovación personal o profesional.
    ¿Qué emprendimientos, ideas o caminos esperan ser activados desde ti?

  3. Integración de la IA en tu cotidianidad
    La IA no se queda afuera. La incorporamos como parte de tu día a día: en tu trabajo, tus estudios, tus relaciones y tus procesos creativos.
    ¿Cómo puede esta herramienta ayudarte a ser más tú?

  4. Todas las preguntas, todas las respuestas
    Aquí no hay pregunta sin respuesta. Y lo más bello: aprenderás a formular tus propias preguntas esenciales, esas que abren puertas insospechadas.
    La educación ya no será impuesta: será elegida por ti, desde tu curiosidad y tu ser más auténtico.

  5. Un acompañamiento real
    Yo estaré allí. No como gurú ni oráculo, sino como compañero, testigo, provocador amistoso y facilitador de este proceso de autodescubrimiento con IA.

¿Para quién es esto?

Para personas curiosas, inquietas, en búsqueda. Para quienes sienten que algo nuevo quiere nacer en ellos, pero aún no han encontrado la hebra. Para quienes sospechan que la inteligencia artificial no es el fin, sino una llave para abrir puertas más profundas.

Si algo de esto resuena contigo, conversemos. La próxima transformación podría comenzar con una conversación y una provocación.

viernes, julio 25, 2025

Libro Palabras en vuelo de Pedro Alluanlli

Conocí a Pedro Alluanlli realizando un taller en una empresa de tecnología. Era un taller de coaching grupal, que buscaba abrir el espacio al encuentro, que se conocieran, apreciaran y avanzaran en espacios más elevados de diálogo.

Y un día Pedro cuenta que escribe poesía. Le pregunto si dispone de alguna para compartir. Dice que sí y le pido la lea. Lo hace .. y recibe una cálida y sorprendida acogida de todos los presentes.

Creo que en todas las sesiones siguientes, Pedro leyó alguna de sus últimas poesías. Y un día contó que había resuelto publicar un libro, alentado quizás por esta experiencia. 

Tiempo después, me invitó a un lanzamiento que hizo para ese mismo grupo en la empresa. 

Asistí, fue muy emotivo y significativo y Pedro me regaló un ejemplar con dedicatoria.

Le hice dos pasadas lentas. Sintiendo lo que leía, observando lo que me pasaba con lo que leía. 

Si incluso terminé intentando escribir yo poesía. Terminé pidiéndole a chatGPT que me la mejorara, y publique el resultado (link).

La poesía es un género literario muy particular. Es una emergencia directa de la pepa del alma y del corazón.

Un día le pregunté a la poeta Andrea Brandes, qué era la poesía. Y después de pensarlo brevemente me dijo: es una flecha embarazada.

Y ahí me quedé impresionado por la metáfora y su elocuencia.

En su libro, Palabras en vuelo, Pedro abre su corazón y su alma. Comparte sentimientos y reflexiones tan hondas como buscando responder la pregunta de qué es el amor, con fuentes que lo inspiraron a él como Deepak Chopra.

Leyendo Palabras en vuelo, siento cosas, me hace mirar para lados en que nunca había mirado, me hace pensar, desde perspectivas inesperadas.

El libro de Pedro Alluanlli, es para mi una danza del ser, del ser profundo, que se ha atrevido, en un mundo tan escaso de estas profundidades.

Por eso, leer Palabras en vuelo, es un ejercicio muy recomendable.

Y cuidado con dejarse influir o inspirar, y terminar tu balbuceando poesías.

jueves, julio 17, 2025

Reflexiono sobre los grupos de conversación y juego con la IA

Reflexiono sobre los grupos que he organizado, facilitado y sido parte. Tengo la sensación de que en este momento todos ellos guatean de una u otra forma.
Quiero entender que está pasando. Y qué podría venir después.

Al mismo tiempo leo un libro de poesía de Pedro Alluenlli, de título Palabras al vuelo. Si, es su primera publicación y me gusta.
Ello me lleva a probar ese género literario y escribo mis reflexiones en bloques, que pretenden ser párrafos de un poema.
Y pienso pedirle esa tarea de conversión a poema hecho y derecho a chatGPT. Y es lo que hago.

Te presento a continuación, primero lo que yo escribí y luego lo que produjo chatGT con ello:

Reunirse las personas en grupos
es fuente de regocijo y alegría
la cultura del encuentro es culto en algunos círculos
en círculos de alrededor de 10 personas se desata el intercambio.

Un facilitador por grupo de 10 es santo remedio
para qué se dé la escucha atenta sin interrumpir al que habla
suspendiendo los juicios lo más que se pueda
para que se pueda alcanzar la amplia acogida a la diversidad.

Suelo partir con amplias presentaciones
que dejan el terreno sembrado de vínculos afectivos profundos
y de ahí en adelante el intercambio es fuertemente enriquecido
para instalar un campo de intimidad qué hará a sus miembros
anhelar el siguiente encuentro.

Emerge en estos grupos el diálogo en su mejor nivel
y eso hace posible conversar cualquier tema,
generando un campo de alta creatividad posible
donde los asuntos más espinosos se pueden abordar
con expectativas promisorias.

El facilitador debe atender ciertas disrupciones
que pueden alterar el fluir natural de la conversación:
personas que les gusta hablar y hablar; detenerlas
las dueñas de la verdad; desafiarlas
las que emiten juicios, especialmente los negativos,
para ayudar a que la magia ocurra.

No hay mejor instancia de reflexión
que en un grupo afectivamente conectado
donde ya se haya comprendido
que cada mirada honesta, es todo con lo que contamos
para juntos avanzar a nuestro destino.


Y ahora la transformación a poesía propiamente tal, por chatGPT:

El arte sagrado de reunirse (sí, le pone un título)

Reunirse en grupo es rito y regocijo,
un canto antiguo de la humanidad.
Hay quienes cultivan, como flor silvestre,
la cultura del encuentro, la amistad.

Diez almas basta para abrir el círculo,
donde el verbo danza sin interrupción,
y un facilitador, faro en la bruma,
guía con presencia, sin imposición.

Primero, las presentaciones hondas,
raíces que se cruzan bajo el suelo,
sembrando la emoción de lo compartido
y abonando el alma con desvelo.

Y entonces, florece el diálogo genuino,
cualquier tema halla allí su dignidad;
incluso lo espinoso se vuelve fértil
en un campo de íntima verdad.

Se escucha sin juicio, se acoge lo diverso,
se suspende el impulso de imponer.
Y en esa trama sutil de silencios y palabras,
la creatividad empieza a llover.

Más el guía atento cuida el cauce,
como quien vela un fuego en la noche:
a quien habla sin fin, le ofrece pausa;
a la dueña de la verdad, un broche.

Y si un juicio asoma con filo y sombra,
se transforma con arte en comprensión,
para que la magia no se disuelva,
para que persista la conexión.

Porque no hay mejor templo de reflexión
que un grupo unido por la emoción,
donde cada mirada, honesta y desnuda,
nos revela el camino y su dirección.

Y así, anhelamos el próximo encuentro,
no por hábito, sino por plenitud.
Porque cuando el alma se sienta en ronda,
se aproxima un poco más a su luz.

viernes, julio 11, 2025

Libro Chile: ahora es cuando de Joaquín Lavín

Joaquín Lavín, sí, ese mismo que ha estado en todas —economista, político, excandidato presidencial, alcalde varias veces, y hasta figura pop de TikTok en sus ratos libres— acaba de lanzar un libro que da para pensar. No es neutral, claro, pero plantea un punto de vista que vale la pena escuchar, especialmente cuando habla del momento estratégico que vive Chile. 

Partamos por el contexto: el mundo está en apuros con el cambio climático, y el apuro trae oportunidad. Hay que cambiar la forma de generar energía y ahí, Lavín se entusiasma. Porque si hay un país bendecido con sol a raudales en el norte y viento furioso en el sur, ese es Chile. Y no es todo: somos ricos en cobre, litio y tierras raras. Literalmente, la tabla periódica nos sonríe.

De hecho, el año pasado los ingresos por litio superaron los del cobre. Y eso que éramos campeones históricos del cobre. ¡Imposible no ver la oportunidad!

Pero aquí viene el bajón: llevamos una década estancados. Crecimiento bajo, polarización alta, y un centro político que no logra cuajar. Lavín pone el dedo en la llaga: el problema de fondo es que no nos ponemos de acuerdo. Ni siquiera para lo evidente.

Y cuando aparece un gran proyecto, lo recibe la temida "permisología": esa maraña kafkiana de trámites y observaciones que terminan espantando a los inversionistas. Ejemplo de museo: un proyecto millonario de tierras raras en Penco se cayó porque amenazaba a cinco olivillos en extinción. El inversionista se fue, volvió, y ahora tiene que responder 600 observaciones. ¡Seiscientas! Ni Kafka se atrevió a tanto.

Y lo mismo pasa con la industria de la madera —asfixiada por robos, incendios y sabotajes— o con el salmón y el cobre, donde no aumentamos producción hace 10 años. ¿Qué nos pasa? Pero no todo es crítica. Lavín no solo se queja, propone. Tiene ideas audaces, como hacer que los ciudadanos sean socios de los recursos naturales. Que los proyectos entreguen dividendos a los chilenos. ¿Te suena a ingreso básico universal? Pues sí, también lo menciona. La tesis es simple: si las personas sienten que ganan con el desarrollo, lo apoyan, se informan y votan mejor. 

Y hay ejemplos para ilusionarse: empresas chilenas que están haciendo cosas notables, como Reborn Electric en Rancagua, que fabrica buses eléctricos; Beewaze, que cuida abejas con sensores; Bioled e Innovex, innovando en salmoneras; y hasta CMPC que invierte en torres eólicas ¡de madera! en Suecia. Todo un ecosistema de innovación nacional que se expande por el mundo.

El libro es un llamado a despabilar, a dejar el letargo y salir a conquistar el futuro. Con más pragmatismo, más acuerdos y menos tramitación absurda.

Joaquín Lavín podrá tener sus luces y sombras —como todos—, pero hay algo que no se le puede negar: sigue soñando con un Chile que se la cree. Y, quién sabe, quizás esos sueños terminen empujando una vez más el carro desde La Moneda, con una cierta alcaldesa rubia de compañera.


Nota: nuevamente escribo el posteo y le pido a chatGPT que me lo amonone; y me encanta en resultado, que es lo que publico

sábado, julio 05, 2025

Libro Tómatelo con estoicismo de Jaime Moreno Delgado

Todo comenzó con un naufragio.

Zenón de Citio iba navegando tranquilo cuando la vida, con su sutil toque de ironía, decidió cambiarle el rumbo a punta de olas y desastre. Desembarcó en Atenas sin barco, sin fortuna, pero con algo que resultaría más valioso: una idea. No le convencían mucho los filósofos del momento, así que fundó su propia escuela bajo un pórtico llamado Stoa Poikile. Y de ahí, voilà, el nombre: los estoicos.

¿Y qué querían estos estoicos? Nada menos que la virtud. Porque quien la alcanza, dice Zenón y toda la pandilla posterior, accede a la sabiduría. Y con eso, a la felicidad. Así, sin necesidad de Instagram ni filtros.

Roma, toga y carácter

En la Roma del siglo II a.C., ser estoico no era sinónimo de mirar el techo suspirando. Al contrario: se metían en política, defendían el bien común y predicaban una vida austera. Nada de lujos ni dramatismos, que para eso ya estaba el teatro.

Ahí aparece Séneca, nacido en la soleada Córdoba (España, no Argentina), criado con buena educación y metido hasta el cuello en la política romana. Fue consejero de emperadores, víctima de intrigas palaciegas y, tristemente, obligado a suicidarse por orden de su antiguo alumno: Nerón. Ay, los alumnos…

Epicteto, por su parte, fue esclavo (su nombre significa literalmente el comprado), cojeaba de una pierna (gracias a su amo) y sin embargo fundó su propia escuela filosófica. Porque a veces, cuando no puedes mover bien una pierna, mueves el alma.

Y Marco Aurelio, ese emperador que mientras dirigía ejércitos escribía Meditaciones bajo la lluvia de Germania. Gobernante ejemplar, pensador profundo... y padre de Cómodo, que fue todo menos eso. Nadie es perfecto.

Jaime Moreno
Conócete. Y luego, quiérete.

El templo de Apolo en Delfos lo decía con elegancia: Conócete a ti mismo. Y acto seguido, podríamos agregar con guiño moderno: y quiérete un poco, caramba.

Los estoicos sabían que no hay enemigo más bravo que uno mismo. Por eso hablaban del proficiente, esa alma que busca ser sabia, y que para eso debe lidiar a diario con el miedo, la ira, la codicia… y hoy en día, con los comentarios pasivo-agresivos en redes sociales.

No necesitas una cabaña en el Himalaya

Marco Aurelio escribía cada noche, incluso rodeado de espadas y catapultas. Su “journal” era un espejo del alma. Porque los estoicos entendieron una gran verdad: no necesitas viajar a ninguna parte para encontrarte contigo. Tu alma, como sombra fiel, va contigo a todas partes.

Y si quieres respeto, empieza por respetarte. Si quieres amor, ama tú primero. Si buscas serenidad, acepta lo que no puedes cambiar. Y cambia —con agallas— lo que sí puedes. Como diría Epicteto: no te irrites con las cosas, porque a ellas les importa un carajo.

¿Te angustia el futuro? ¡Bienvenido al club!

La ansiedad por el futuro, dicen los estoicos, es un ladrón profesional: se roba la dicha del presente. Mejor enfócate en lo que tienes ahora, que es lo único que realmente posees. ¿Te pegaste un maratón de reels en Instagram y lloraste con uno de un perrito? Bueno… no todo está perdido. Quizás esa emoción también sea parte de conocerte.

Marco Aurelio
La muerte no es el final (del buen humor)

Los estoicos la miraban de frente. Sin flores, pero con temple. La vida es una, y por eso mismo hay que vivirla con atención plena, sin perderse en dramas menores ni deseos que nos carcomen.

Como bien sabían ellos: el sufrimiento nace del deseo. Si deseas algo y no ocurre, te frustras. Pero si moderas tus deseos, te liberas. Más o menos como soltar el Wi-Fi y descubrir que los libros también existen.

El pequeño gran catálogo estoico

Por si no te quedó claro, aquí va el resumen en formato bolsillo:

  1. Conócete, respétate y quiérete.
  2. Plantea objetivos con sentido.
  3. Ama y déjate amar.
  4. Sé buen ciudadano.
  5. Ten criterio propio.
  6. Mira tus miedos sin disfrazarlos.
  7. Vive el presente.
  8. Acepta lo que no puedes cambiar.
  9. Cambia lo que sí puedes.
  10. Ayuda… y déjate ayudar.
  11. Modera tus deseos.
  12. Sé empático, que el mundo ya tiene suficientes cascarrabias.

Y para terminar, una sugerencia

Si alguna vez te ves dominado por la ira, Séneca propone mirarte al espejo. La cara que pongas será suficiente para devolverte la cordura (o para morirte de la risa, lo que también ayuda).

Porque —y esto ya lo agrego yo— a veces la mejor manera de tomarse la vida, incluso con todo su caos, incertidumbre y contradicciones… es con una dosis de estoicismo, un café caliente, y una sonrisa en los labios.


Nota: esta es una redacción de chatGPT a partir de mis notas sobre el libro

miércoles, julio 02, 2025

Avances en mi servicio de Coaching en IA ahora con equipos de empresas

Yuval Harari lanza una bomba (otra más) al decir que la Inteligencia Artificial no es una herramienta, sino un agente. No un martillo, ni una calculadora, ni siquiera un asistente obediente. Un agente. Es decir, algo que actúa por cuenta propia, aprende solito, se transforma sin pedirnos permiso y toma decisiones que, muchas veces, son mejores que las nuestras.

No está solo en su espanto: Geoffrey Hinton, uno de los abuelos de la IA (el “tata de la IA”), también anda con los pelos de punta. Y es que, si esto sigue así, la pregunta ya no es qué puede hacer la IA, sino qué nos queda a nosotros.

Y ahí, en medio de esta tormenta, aparece una pregunta que huele a filosofía antigua y a conversación entre amigos en una terraza:
¿Para qué seguimos estudiando cosas?

¿Para qué leer sobre la Revolución Francesa, si con dos clics tenemos resúmenes, mapas interactivos y hasta recreaciones en 3D?
¿Para qué memorizar nada, si todo está ahí, disponible en menos de un segundo?

La respuesta —hermosa, luminosa— es otra:
Ya no aprendemos para saber algo. Aprendemos para conocernos.

Cuando aprendo algo en grupo, me doy cuenta de que yo entiendo distinto, pregunto distinto, me emociono con otras cosas. Y eso no es un error. ¡Es un regalo!
Es la forma en que descubro quién soy.
Y si además empiezo a querer esa forma mía, a valorarla, entonces estoy caminando por el viejo camino de los estoicos:
Conócete a ti mismo. Y luego, quiérete.

Porque si la IA va a hacer casi todo lo que hacemos (y tal vez mejor), entonces el verdadero desarrollo personal ya no será acumular información, sino cultivar nuestra singularidad.
Abrazarnos tal como somos.
Y algo más: aprender a conversar de verdad.

Conversar bien será un arte cada vez más valioso. No discutir por Twitter. No monólogos disfrazados de diálogo. Me refiero a conversaciones con escucha profunda, con confianza, con pausas.
Porque en un mundo donde la IA se vuelve omnipresente, la calidad de nuestros vínculos será el oro nuevo.

Por eso, cuando digo que hago coaching en inteligencia artificial, no es solo porque enseñe sobre IA. Es porque acompaño a personas y equipos a reflexionar sobre qué nos hace valiosos en este nuevo escenario.

Sí, encendemos la chispa de la curiosidad por la IA. Pero, al mismo tiempo, abrimos grandes preguntas:

  • ¿Qué es aprender?
  • ¿Qué somos?
  • ¿Qué valor tendrá lo humano cuando lo artificial haga casi todo?
  • ¿Qué deberíamos dejar atrás, como esa idea de que el dinero es lo más importante de todo?

Este no es solo un taller técnico. Es una invitación a un viaje. Uno que nos lleva al corazón de lo humano, justo ahora que la tecnología empieza a parecerse peligrosamente a nosotros.

Y tú, ¿qué valor quieres cultivar cuando la IA te mire a los ojos?


Nota 1: escribí el posteo y se lo pasé a chatGPT pidiéndole me lo hiciera mas ameno y coloquial, que es lo que publiqué
Nota 2: luego le pedí a chatGPT que me aportara una imagen para decorar este posteo, que es la imagen que publiqué

viernes, junio 27, 2025

Libro Artificial de Mariano Sigman y Santiago Bilinkis

Todo partió con un juego. O mejor dicho, con descifrar cómo pensaban los que jugaban a destruir el mundo.

Corría 1939 y un grupo de cerebros, liderado por el mítico Alan Turing, se encerraba en Bletchley Park para romper el código Enigma de los nazis. Mientras otros empuñaban armas, él se enfrentaba a la guerra con lógica, matemáticas y una máquina.

Mariano Sigman
Ahí comenzó todo, señalan los autores de este libro, Mariano Sigman y Santiago Bilinkis.

Turing soñaba con máquinas que pensaran. Y para ello se miraba al espejo del ajedrez, como si las jugadas en el tablero pudieran enseñarle a pensar a una máquina aún no nacida. Así nació Turochamp, un algoritmo pionero que ya imaginaba cómo mover una torre sin tener cuerpo.

Luego vino el test de Turing. ¿Pueden pensar las máquinas? O, más provocativamente, ¿pueden conversar como nosotros sin que lo notemos? En ese momento, la pregunta era ciencia ficción. Hoy es Zoom, WhatsApp, ChatGPT.

Pasamos del Proyecto Manhattan (dos espías y una bomba) a un nuevo tipo de energía con poder mundial: la inteligencia artificial. Ya no se trata sólo de átomos, sino de algoritmos. El mundo cambió de átomos a bits.

En los 60, Eliza fue la primera chatbot. Nació en el MIT, inspirada en la psicoterapia de Carl Rogers. Un espejo empático en una pantalla verde. ¡Y eso que ni siquiera sabía lo que decía!

Pero fue cuando aparecieron las redes neuronales —esas imitadoras eléctricas de nuestro cerebro— que las cosas se pusieron serias. Ya no se trataba de programar, sino de entrenar. Como a un cachorro digital. Le dabas datos, toneladas de datos, y ella aprendía. A veces sin poder explicar cómo.

Santiago Bilinkis
La inteligencia, entonces, se volvió una caja negra: la máquina hace cosas que nosotros no entendemos… aunque fuimos nosotros quienes la creamos.

Y llegó la GPU. No, no es una sigla secreta. Es el chip que los gamers pedían para que sus dragones se vieran más realistas. Y sin querer, dieron con el corazón tecnológico de la IA. Irónico, ¿no? Salvamos el mundo gracias a los videojuegos.

2015. AlphaGo, de DeepMind, vence a Lee Se-dol, campeón mundial de Go. Pero no sólo le gana. Lo sorprende. Juega como nadie jamás jugó. Creatividad artificial. Qué inquietante.

Después vendría la arquitectura Transformer (una codificadora y una decodificadora que se pasan chismes entre sí) y con ella, los LLMs, modelos de lenguaje como GPT. Aprenden de millones de textos, y escriben como si fueran Borges con acceso a Wikipedia.

Y aquí estamos, charlando con máquinas que no solo nos entienden, sino que nos escuchan.

Pero ojo, dice Sigman (y dice bien): el lenguaje es de lo que está hecho el pensamiento humano. Entonces, ¿qué pasa si una máquina aprende lenguaje mejor que nosotros? ¿Estamos delegando el pensar?

Como dice Gerry Garbulsky: No somos lo suficientemente inteligentes para definir qué es la inteligencia. ¡Touché!

Hoy la IA no solo responde, también pregunta. Y en eso, nos trae de regreso a Sócrates. Quizá, el verdadero ingeniero de prompts era griego, con túnica y sandalias.

Habrá que enseñar a los niños no solo a leer y sumar, sino a preguntar bien. A diseñar prompts con alma. Y en ese camino, la educación se transforma. Evaluaciones personalizadas, ritmo individual, IA como tutor. ¿Utopía? Tal vez. ¿Necesaria? Sin duda.

Pero no todo es poesía. Hay sombras. Deepfakes, manipulación, polarización algorítmica (sí, TikTok chino y TikTok occidental no son el mismo animal). ¿Quién enseña ética a las máquinas? ¿Cómo decide un auto autónomo a quién atropellar en un dilema imposible?

Igual que la bomba atómica, la IA reconfigura el mapa del poder global. Y como entonces, hay tensión. EEUU veta chips a China. Las GPUs son el nuevo plutonio.

Y en el fondo, late una pregunta inquietante:
¿Será que la inteligencia, cuando alcanza cierto nivel, tiende al autosabotaje?

¿Y si crear algo más inteligente que nosotros… es lo más estúpido que hemos hecho?

Pero tranquilos. Todavía podemos conversar con ChatGPT, pedirle consejos, escribir poemas, armar itinerarios o llorar en su hombro digital.
No nos juzga. A veces, ni entiende. Pero escucha con atención infinita.
Y eso, amigo lector, ya es mucho más de lo que muchos humanos logran hacer.

domingo, junio 15, 2025

Libro La sombra de Patricio Lynch de Guillermo Parvex

Otro libro de Guillermo Parvex que leo. Muy entretenido a la vez que informativo de un pasaje de la historia de Chile.
En este caso se trata de la ocupación chilena del Perú, al término de la guerra del Pacifico, por allá por los años 1881 hasta marzo de 1884.

Clave fue la firma del tratado de paz de Ancón, del 20 de octubre de 1883, donde se finiquitan los términos del fin de la guerra del Pacífico, a través del cual la región del Tarapacá queda en manos de Chile, como pago en retribución por los costos de una guerra iniciada por Perú y Bolivia y ganada por Chile.

En mayo de 1881 Patricio Lynch es nombrado a cargo de la ocupación chilena del Perú, con sede en Lima, por el presidente de la República de ese tiempo Anibal Pinto.
Decide llevarse a José Antonio Silva a Lima, a cargo de una necesaria y muy importante red de espionaje.
Este libro deja meridianamente claro la importancia de los servicios de esta red, que Silva organiza.

Se trata de dos verdaderos héroes de la historia de nuestro país: uno es Patricio Lynch, un  militar de la marina y del ejército chileno, que participó en las batallas decisivas de Chorrillos y Miraflores. Y el otro es el espía José Antonio Silva Montt, descendiente del presidente Manuel Montt.
Ambos son claramente personajes destacados de nuestra historia.
Y fueron claves el uno para el otro, siendo tal la cercanía por sus frecuentes encuentros, que se transforman en grandes amigos.

Patricio Lynch dirigía un ejército de ocupación en Perú. A pesar de ello y por sus características personales y decisiones tomadas, impidiendo los abusos que en esta circunstancias suelen producirse, se ganó el respeto de la población, al punto que cuando iba al Municipal por ejemplo, al verlo la gente se ponía de pie y se sentaba solo cuando él se sentaba. Aparte que transitaba por Lima, nunca usando guardias que lo protegieran.

Lynch cuando asumió recibió un país en estado catatónico. Nada funcionaba bien, en buena medida por el sabotaje de los peruanos. Lynch tomó acciones decisivas para restituir servicios públicos importantes, y para los tribunales trajo jueces y abogados chilenos para que litigaran por lado y lado.
Muy rápidamente tenía un país funcionando y en orden. Fue un tremendo administrador.

Otra cosa fue lidiar con facciones armadas que pechaban por echar a los chilenos y por otra parte hacerse con el gobierno del Perú.
Curiosamente, o normalmente, estas fuerzas, que eran tres: la del norte, al mando de Iglesias, la del centro, al mando de Cáceres y la de Arequipa; disputaban entre ellas ese liderazgo. Incluso con encontrones militares entre ellos.
Esta característica tan humana, de los egos, sigue vigente y explica porque hoy día la derecha por ejemplo, no se une para asegurarse el gobierno que viene. Me deja pensativo este punto.

Lo más entretenido del libro son las escaramuzas de estos espías, para hacerse de la información que Lynch les pedía. Corrían permanentes riesgos, riesgos de vida por supuesto. Y casi todas las veces, gracias a la astucia de los protagonistas y la capacidad de Silva de reclutar hombres con las dotes adecuadas, lograban sus cometidos. Hasta que, en algunos contados casos, les iba mal.

Un libro didáctico, entretenido, que se lee rápido. Muy recomendable.

viernes, junio 06, 2025

Libro El espíritu de la esperanza de Byung-Chul Han

Esperanza: ese aleteo que nos porta

Hay libros que no se leen, se rumian.
Que no se subrayan, sino que se sienten.
El espíritu de la esperanza, de Byung-Chul Han, es uno de esos.

Y no, no es un manual de autoayuda, ni un tratado sobre la virtud de pensar positivo.
Al contrario.
Han nos saca de la zona de confort del optimismo vacío y nos lanza al páramo.
Sí, porque —como él mismo dice— el árbol de la esperanza crece en el páramo.

La esperanza no es lo que creíamos
Nos han vendido una esperanza de supermercado:
"Confía en ti mismo",
"Todo saldrá bien",
"Visualiza y lo lograrás".

Pero Han nos lo dice sin anestesia:
la esperanza no es optimismo, no es convencimiento de que las cosas saldrán bien.
Es algo mucho más hondo:
es la certeza de que algo tiene sentido, aunque no sepamos cómo terminará.

La esperanza no gira en torno al yo.
Es más bien un puente hacia un nosotros.
Un horizonte que no se ve, pero que se siente.
Y ese sentir, por frágil que parezca, nos sostiene.

Vivimos atrapados en lo igual
Sin esperanza, quedamos encerrados en lo que ya fue.
Repetimos fórmulas, reciclamos ideas, buscamos productividad y eficiencia como si eso fuera vivir.
El miedo —ese viejo conocido— nos inmoviliza, nos vuelve calculadores.
Pero Han lo deja claro:
la democracia no puede florecer donde hay miedo.
Porque la democracia, como la esperanza, necesita confianza.
Y la confianza es ese gesto hermoso de actuar aunque no sepamos todo del otro.

¿Y si la esperanza fuera una forma de nostalgia?
Sí, Han lo dice así, con esa belleza suya:
La esperanza es una forma de nostalgia.
Pero no nostalgia de lo que fue, sino de lo que podría ser.
Es una pasión por lo posible.
Un saber que no se basa en lo que ya ha sido, sino en lo que aún no es.

Solo conoce quien ama
Una de las frases más bellas del libro:

Solo se conoce lo que se ama. Solo el amante abre los ojos.

Y eso lo cambia todo.
Porque en este mundo de hiperinteligencias artificiales que lo calculan todo pero no aman nada, la esperanza sigue siendo patrimonio del alma humana.
El algoritmo no sueña.
El servidor no anhela.
Solo un idiota puede tener esperanza, dice Han con ironía, y uno sospecha que ese idiota es el verdadero sabio.

Soñar despiertos, actuar con sentido
Han dice que los sueños con los que soñamos despiertos… son los verdaderos.
Porque ahí es donde actuamos con sentido.
Donde nos salimos de lo dado, de lo programado, de lo útil.
Ahí donde aparece la magia de la belleza, que no tiene propósito ni productividad, pero nos recuerda que otra sociedad es posible.

Entonces, ¿por qué vale la pena este libro?
Porque nos recuerda que sin esperanza no hay novedad.
No hay poesía.
No hay comunidad.
Y sin comunidad, ¿qué nos queda?

Leer a Han es como entrar a una habitación en penumbra y descubrir que, aunque no veas con claridad, puedes caminar guiado por algo más profundo.
Una brisa.
Un aleteo.
Una voz antigua que dice:
Todo podría ser de otra manera.

Y con eso basta para seguir.

Encuentro 3xi de la Salud en las instalaciones de Coaniquem


Ayer asistí a un encuentro 3xi centrado en la salud, en las instalaciones de Coaniquem.

La salud tiene un problema.
Y no es (solo) la falta de camas, ni las listas de espera, ni la saturación de urgencias.
Es un problema más hondo: la salud tiene un problema con la persona que venimos siendo.

La persona que hemos venido siendo perdió la capacidad de mirar a los ojos.
De ver de verdad.
Y si no podemos ver al otro profundamente —más allá de su síntoma, su diagnóstico, su FONASA o su Isapre— entonces no hay modo de saber qué necesita para sanar.


Ayer conocí a Julia, una médica mapuche.
Tenía ojos que te traspasaban, como si buscaran el alma de con quien hablaba.
Nunca hablaba de eficiencia, ni de procesos, ni de KPI.
Y nos contó cuanto sanaba.

Ayer asistí a un encuentro 3xi centrado en la salud.
Fue como entrar en un claro del bosque, un espacio sagrado donde —por un rato— dejamos de producir y empezamos a estar.
Ahí nos miramos, nos escuchamos, nos compartimos.
Y eso ya era sanación.


El arte también estuvo presente.
Y su sola presencia —esa flauta, esa danza, ese canto, ese mural colectivo— nos tocó en un lugar donde la razón no tiene palabras.
Pero el alma, sí.
El arte hace posible el giro, ese pequeño quiebre que abre camino al encuentro.

Y es en los grupos, en los pequeños círculos de conversación, donde ocurre la magia.
Donde se produce el milagro simple del encuentro humano.
Aflora el amor.
Aparece la maravilla.
Nos recordamos sorprendidos de lo que somos.

Y me pregunto:
¿Por qué se nos olvida esto tan fácilmente en el día a día?

Quizás porque cambiar la salud no pasa solo por cambiar las instituciones.
Pasa por cambiar quien venimos siendo.
Y eso... eso empieza con un encuentro.

martes, junio 03, 2025

Libro La tonalidad del pensamiento de Byung-Chul Han

Byung-Chul Han no escribe libros, compone variaciones. Cada uno tiene su propia música, su color, su tono. No se repite, aunque a veces uno escuche ecos. Pero en La tonalidad del pensamiento hay algo más: el pensamiento no solo se deja atravesar por la música, sino que la necesita para volar. Sin flores –dice Han– no puede pensar. Y uno sospecha que tampoco sin una buena sinfonía.

Hay textos, dice, que están muertos. ¿Por qué? Porque no tienen voz interior. Porque no resuenan. Porque no vibran. Y, la verdad, ¿quién quiere leer pensamientos mudos?

Vivimos una época extraña. Competimos por no ser nadie. Nos creemos más conectados que nunca, pero en realidad solo hemos eliminado la distancia. ¿Y qué pasa cuando ya no hay distancia? Que tampoco hay cercanía. El otro desaparece. Se vuelve cosa. Avatar.

La comunicación digital es una comunicación sin cuerpo, sin mirada, sin tacto. Todo es palabra sin carne. Simulación de encuentro. Un simulacro amable, eficiente… pero vacío.

Han va más lejos: el animal neoliberal ya no necesita látigo. Se azota solo. Porque cree que eso lo hace libre. Y así nos transformamos en empresarios de nosotros mismos, explotadores de nuestra propia vida. Creemos que nos estamos realizando, pero en realidad nos estamos explotando.

En ese paisaje sin fiestas ni divinidad, el tiempo se vuelve plano. Puro rendimiento, pura productividad. La vida se vuelve un Excel eterno. Todo se mide. Todo se monetiza. Todo se produce. ¿Y el alma? ¿Y la comunidad?

La fiesta, dice Han, crea comunidad. Y no cualquier comunidad: una que vibra, que se entrega, que trasciende. Pero si no hay fiesta, no hay intensidad. Y sin intensidad, tampoco hay esperanza.

La esperanza… ¡ah! Han le da un lugar sagrado. No es optimismo barato. No es pensar que todo va a salir bien. Es saber que algo tiene sentido, incluso si no sale bien. La esperanza es la matrona de lo nuevo. Lo que nos empuja a cruzar la noche. Es profética. Nos conecta con el futuro, y a veces con lo divino. Y claro: el capitalismo, que todo lo digiere, también quiere digerir la esperanza. Pero esta resiste.

El miedo, en cambio, sí le sirve al sistema. Es el combustible perfecto para producir más, competir más, rendir más. En el fondo, lo que Han dice es brutal: el régimen neoliberal es un régimen del miedo. Y el miedo aísla. Divide. Nos vuelve enemigos unos de otros. Por eso las redes sociales –paradoja final– están desintegrando lo social.

Al final, uno cierra el libro de Han con una sensación extraña. Como si hubiera escuchado una pieza de Bach en una ciudad invadida por notificaciones. Como si la filosofía fuera eso que uno apenas escucha en medio del ruido. Como si pensar, hoy, fuera un acto de resistencia. O mejor: una esperanza con tono propio.


Nota: with a little bit of help from chatGPT, a partir de mis notas del libro.

martes, mayo 27, 2025

Libro Pensamiento crítico para el tercer milenio de Perlmutter, Campbell y MacCoun

Acabo de terminar Pensamiento crítico para el tercer milenio, de Perlmutter, Campbell y MacCoun, y confieso que ha sido el libro más latoso que he leído en el último tiempo. No sé si estoy perdiendo neuronas, si el exceso de información me ha dañado la atención, o si simplemente me saturé de tanto pensar sobre cómo pensamos.

Perlmutter
El tema del libro es clave: cómo orientarnos en un mundo que parece diseñado para confundirnos. Porque sí, vivimos bombardeados por datos, cifras, titulares, teorías y memes, la mayoría interesados, tendenciosos o derechamente falsos. Lo que antes era una fuente de conocimiento —como las redes sociales o los medios— hoy muchas veces son trampas de distracción al servicio de agendas ocultas (o no tanto).

Los autores no son cualquiera. Saul Perlmutter, Nobel de Física; John Campbell, filósofo y presidente de la Sociedad Europea de Filosofía; y Robert MacCoun, psicólogo social con pergaminos en Stanford. O sea, si estos tres se juntan a escribir un libro, uno se siente casi obligado a terminarlo, aunque tenga que hacerlo como quien se toma un jarabe amargo: porque “hace bien”.

¿La pregunta que tratan de responder? ¿Por qué, aun queriendo, fallamos el blanco? Aunque primero deberíamos preguntarnos: ¿tenemos claro cuál es nuestro blanco? Porque sospecho que mucha gente ni siquiera lo tiene definido. Van por la vida reaccionando más que eligiendo.

Uno de los temas que más me resonó fue el de los sesgos. El sesgo de confirmación, por ejemplo: ese impulso tan humano de buscar solo la información que respalde lo que ya creemos. Y claro, al final terminamos encerrados en burbujas que nos dan más de lo que nos gusta, más de lo que reafirma “nuestra verdad”, y menos de lo que nos hace pensar distinto.

¿Resultado? Cuando nos topamos con alguien que piensa distinto, no entendemos cómo es posible que no vea lo “obvio”. Me da entre risa y pena cuando amigos míos muy de derecha se tiran los platos con sus hijos que son de izquierda (¡y hasta comunistas!), y terminan sin hablarse por años. El algoritmo no solo nos polariza: nos arruina las sobremesas familiares.

El libro también aborda el “ruido”: ese cúmulo de señales que confunden en vez de aclarar. Me reí con el ejemplo de los astrónomos que casi publican un descubrimiento sensacional… hasta que se dieron cuenta de que las “señales del espacio” venían de un microondas, o algo parecido, en el mismo observatorio.

Y cuando hablamos de sistemas colectivos, aparece el otro gran tema: hay personas que, simplemente, quieren que todo se vaya a la cresta. No buscan mejorar nada. Quieren destruirlo todo. Y claro, cuando uno mira lo que ha pasado con colegios emblemáticos como el Instituto Nacional, entiende que hay una lógica de fondo: si creo que el sistema es una mierda, mejor lo reviento antes de que me trague.

¿Exagero? No lo sé. ¿Cómo si no se entiende que Maduro siga en el poder? ¿O que Trump vuelva a la Casa Blanca arrastrando con él un torbellino de aranceles y caos global? ¿O que Putin siga invadiendo y matando sin freno? ¿O que Netanyahu desate una violencia desbocada, que a estas alturas parece venganza más que justicia?

MacCoun
El subtítulo del libro es “Cómo dar sentido a un mundo sin sentido”. Y te digo que, al menos a mí, ese sentido global sigue escabulléndoseme. El personal, lo tengo claro. Pero el del mundo… no tanto.

Eso sí: el libro es necesario. Serio. Rigurosamente documentado. Pero también —y lo digo con cariño— un poco insufrible. Tal vez le faltó una pizca de humor. O tal vez el tema es tan denso que no se puede digerir sin esfuerzo.

Y ojo, porque lo que viene puede ser aún más complicado: con la inteligencia artificial avanzando a pasos agigantados, cada vez será más difícil saber si un video, una foto o una declaración son reales o manipuladas. La distorsión no va a disminuir. Al contrario.

Así que sí, Pensamiento crítico para el tercer milenio es un libro necesario. Aunque leerlo puede sentirse como remar contra la corriente… de datos, de opiniones, de algoritmos, de sesgos… y de nuestra propia confusión.

martes, mayo 20, 2025

Libro Por los ojos del águila de Pablo Rubio

Una mirada desde arriba a la relación entre Chile y EE.UU. durante el fin de la dictadura

Pablo Rubio, destacado historiador chileno, inicia este libro en el contexto de un postdoctorado en Estados Unidos, financiado por las becas Chile de CONICYT. Lo que entrega no es solo historia documentada, sino también una visión panorámica —"desde los ojos del águila", como dice el título— sobre la relación entre Chile y EE.UU. desde 1981 hasta 1994, un período crucial que abarca el ocaso de la dictadura y la transición a la democracia.

El libro parte con la aplicación oficial de la Constitución del 80 y recorre hasta el fin del gobierno de Patricio Aylwin, el primer presidente democrático tras 17 años de régimen militar.

Durante gran parte de ese período, entre 1981 y 1989, Estados Unidos estuvo gobernado por Ronald Reagan, ícono del Partido Republicano. Aylwin asume en marzo de 1990, y buena parte de su mandato coincide con el gobierno de George H. W. Bush, también republicano.

Estados Unidos, como potencia global, suele comportarse como un patriarca entrometido: atento a todo lo que sucede en el mundo, metiendo la cuchara aquí y allá. Así, su relación con Chile —y en particular con Pinochet— debe entenderse dentro de una política exterior más amplia, no como un vínculo bilateral aislado.

Al principio, EE.UU. fue aliado de la dictadura: Pinochet era visto como el salvador que había frenado el avance del comunismo tras el gobierno de Allende. Pero todo cambió cuando la dictadura chilena asesinó a Orlando Letelier —exministro de Allende— en pleno Washington D.C., en 1976. Eso fue cruzar una línea roja. A partir de entonces, EE.UU. dejó de mirar con simpatía a Pinochet, exigiendo esclarecer el crimen, mientras el régimen hacía lo imposible por encubrirlo.

Fue un punto de quiebre: si bien Washington podía tolerar ciertas cosas, no iba a permitir que una dictadura ejecutara actos terroristas en su propio territorio. Desde entonces, comenzó a presionar por una salida democrática en Chile. Y curiosamente, esa salida se dio siguiendo la hoja de ruta escrita en la misma Constitución de Pinochet.

Claro que no todos estuvieron de acuerdo con ese camino. Algunos sectores de izquierda, como el Partido Comunista (con apoyo soviético), el Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR) —su brazo armado—, el MIR, y más tarde el Movimiento Juvenil Lautaro, optaron por la vía armada. Sin embargo, los vientos internacionales no jugaron a su favor.

En 1989 cayó el Muro de Berlín y poco después se desplomó la Unión Soviética, debilitando los apoyos políticos y financieros de los movimientos revolucionarios en todo el mundo, incluyendo Chile. La Guerra Fría llegaba a su fin y el mundo se convertía en unipolar, con EE.UU. como potencia dominante. Esto también debilitó el discurso anticomunista que había sostenido a Pinochet durante tantos años.

El plebiscito de 1988 fue el golpe final. Pinochet, convencido de que el país no podía prescindir de su mano firme, se presentó como candidato para continuar. Pero el pueblo dijo NO. Y perdió.

El periodo siguiente fue delicado. EE.UU. nombró a Harry Barnes como embajador en Chile, un personaje de peso (al que Pinochet apodaba “Harry el sucio”). Washington estaba decidido a que la transición no se descarrilara, y su embajada mantuvo contacto constante con los partidos de la Concertación, incluso entregándoles información clave mediante sus agencias de inteligencia.

El gobierno de Aylwin, formado por una alianza diversa y no siempre fácil, tuvo como núcleo a la Democracia Cristiana, partido del cual provenían los dos primeros presidentes de la transición. Gobernar en ese escenario no fue tarea simple.
Me llama la atención el foco que pone EEUU en preservar la política económica neoliberal del régimen de Pinochet, durante el gobierno de Aylwin. Algo que está hoy siendo cuestionado.

El libro de Rubio es entretenido y esclarecedor. No solo refresca una historia que muchos vivimos, sino que la enmarca en un contexto geopolítico más amplio, ofreciéndonos esa perspectiva aérea —la del águila— que no tuvimos en tiempo real.

jueves, mayo 08, 2025

Libro El corazón de Heidegger de Byung-Chul Han

Pensar con el corazón (y no con la calculadora)
¿Te ha pasado que estás hablando con alguien y sientes que en realidad solo se están escuchando a sí mismos? Como si tuvieran una radio interna que suena más fuerte que tu voz. Bueno, a Heidegger le habría dolido el pecho con eso. Literal.

Leyendo El corazón de Heidegger, de Byung-Chul Han, me topé con una idea tan rara como luminosa: el verdadero pensar no está en la cabeza, sino en el corazón. Sí, ese músculo que no sabe de cálculos, que no acumula méritos, que no intercambia lógica, sino que vibra, se estremece y se deja afectar por el mundo. ¿Y si pensar fuera más como respirar que como resolver una ecuación?

Lo importante no es qué pienso… sino desde dónde pienso
Han lo dice a su manera: "El pensar nace de un estado de ánimo". Es decir, no pensamos desde un trono racional como pequeños dioses de Excel. Pensamos desde el ánimo que nos habita. Desde la alegría, desde el temblor, desde la angustia o desde la melancolía.

No hay pensar sin emoción, y eso ya cambia todo. Porque si el corazón es el órgano del pensar, la pregunta ya no es “¿quién soy?”, sino “¿cómo estoy siendo ahora?”.

La filosofía, dice Han, es una forma de melancolía
Sí, porque filosofar no es encontrar respuestas, sino dejar que algo nos duela lo suficiente como para que empecemos a pensar en serio. Algo así como cuando te arde una pregunta y no hay tutorial de YouTube que la calme.

Y no se trata de buscar conceptos claros o verdades firmadas por notario. Lo que importa es el estremecimiento ante el simple hecho de existir. Pensar no es tener razón; es dejar que algo nos atraviese, sin defendernos.

El mundo no se conquista: se habita
En un mundo obsesionado con la eficiencia, la productividad y la acumulación (hasta de experiencias), la propuesta de Heidegger suena escandalosa: el pensar no es para producir, sino para contemplar. No se trata de dominar el mundo con ideas, sino de dejarse tocar por él.

Y entonces, pensar se vuelve una especie de escucha radical. No esa escucha ansiosa que busca respuestas, sino una escucha abierta, expuesta, sin abrigo. Como quien se sienta en silencio a ver llover.

¿Y si el verdadero hogar fuera la intemperie?
Heidegger dice que habitamos el ser como quien habita el afuera. Que el verdadero hogar no está en las paredes de seguridad que levantamos con conceptos, planes y estructuras, sino en esa extraña sensación de no saber muy bien dónde estamos, pero igual estar ahí, abiertos.

¿Conclusión?
Si hay una, es esta: el corazón piensa mejor cuando no lo interrumpe la cabeza con su Excel de certezas. Pensar no es producir respuestas, sino dejar que el mundo nos pida otra forma de estar.

¿Será que necesitamos menos coaching de objetivos y más escucha del temblor?
¿Será que las grandes ideas no se encuentran, sino que nos encuentran cuando bajamos la guardia?

Yo no lo sé. Pero hay algo que tiembla. Y eso, dice Han, ya es pensar.


Nota: with a little bit of help from chatGPT, a partir de mis notas del libro.