Nazareth Castellanos es una neurocientífica española que ha logrado escribir un libro de base fundamentalmente científica, pero que incorpora filosofía y poesía. El título ya lo anuncia: apela a las neuronas que ella llama "mariposas", células que se gestan como primarias y eclosionan igual que las mariposas, liberando neuronas llenas de ramas y raíces. Pero es en el puente entre las neuronas donde todo ocurre, donde habita el verdadero quehacer del cerebro.
Castellanos se ha dedicado a estudiar cómo reacciona el cerebro a todo nuestro quehacer cotidiano. De ahí que termine proponiéndonos como tarea el esculpir nuestro propio cerebro, ya que, según lo que vayamos haciendo y cultivando, el cerebro —siempre plástico— se va moldeando. Central en el libro es el tema de la respiración. Particularmente bellas son las cartas entre Martin Heidegger y su amante Hannah Arendt, donde se comparten datos sobre cómo meditar mejor: respirar con presencia consciente, en forma relajada y en un lugar aislado y quieto. Al hacer todo esto, conectamos y habitamos lo que verdaderamente somos: nuestra esencia.El libro se divide en tres secciones: construir, habitar y pensar. Es el título de un discurso que dio Martin Heidegger en 1951, cuando se le invitó a pensar cómo reconstruir Alemania después de la guerra. Venimos en buena medida construidos por nuestros antepasados, no solo genéticamente sino también epigenéticamente. Períodos de escasez generarán en los descendientes una acumulación excesiva de todo tipo de objetos. Nos toca en nuestra vida aprender cómo nuestra biología, emociones, decisiones e intenciones favorecen o perjudican el desarrollo de nuestro cerebro.
Luego viene el habitar, pieza fundamental en nuestra existencia. Habitar significa alcanzar la tranquilidad, la calma necesaria para el despliegue libre del ser que somos, de nuestra esencia. Alcanzar el ser que somos: ese es un norte fundamental. Y cuando estamos en esa calma, en esa quietud, es cuando mejor se da el pensar. A pesar de ser catalogados como homo sapiens, la verdad es que poco pensamos. Necesitamos darnos cuenta de esto, y ahora que estamos en la era de la inteligencia artificial, necesitamos apoyarnos en ella para pensar, pero cuidando que no nos reemplace y terminemos pensando aún menos.Me ha llamado mucho la atención el hecho de que, como al dormir ocho horas dejamos en negro la zona del cerebro encargada de la visión, esta corre el riesgo de ser invadida por sectores vecinos que roban sus neuronas para otros fines. Lo que hace el cuerpo es inventar los sueños, que sí le aportan visualizaciones, audiciones y quién sabe qué más. Basta que dejes de ver por mucho tiempo para que el cerebro empiece a intensificar otras funciones que pudieran ser compensatorias. Por eso los ciegos presientes que alguien viene y lo pueden identificar solo por el ruido que hace.
Nazareth Castellanos va tejiendo un bello enlace entre ciencia y humanidad. Significativa es la presencia en el texto de piezas de la historia de Santiago Ramón y Cajal, quien siendo artista y eximio dibujante fue forzado por su padre a estudiar medicina, y terminó, gracias en parte a sus excepcionales dibujos de neuronas, inventando la neurociencia alrededor del año 1890.
Lo que más se me quedó de este libro es el andar respirando con conciencia, situado en el momento presente, sabiendo ahora, sí, lo bien que eso le hace a mi cerebro.


No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Los comentarios de este blog son moderados; eso significa que antes de ser publicados, serán vistos y aprobados por el autor de los posteos (anda mucho bandido por las redes).
Disculpa las molestias