Cristian Warnken publica este libro en noviembre del 2021; recién.
En él habla de la desertificación de nuestra geografía, pero más que nada de nuestra interioridad.
Estamos en medio de una sequía que el otro día escuché lleva 13 años. Mucho, y se empieza a notar. Hay personas muy preocupadas. Mis hijos me tienen loco por la cantidad de agua que gasto cuando lavo la loza.
En la historia, intermitentemente vienen las plagas, los vándalos. El libro comienza con el momento en que San Agustín de Hipona, norte de África, ve venir la invasión de los bárbaros y hasta ahí nomás llega. Arrasan con todo.
Nosotros aquí, en el 2019 enfrentamos también las hordas de vándalos, que vienen a destruirlo todo. Son como una fuerza de la naturaleza. Y por donde pasan arrasan.
Aún no terminamos de entender todo el fenómeno y pensamos que una nueva Constitución podría salvarnos.
Warnken hace un verdadero psicoanálisis en este libro de nuestra época. Y no viene solo. De su boca hablan miles de escritores, pensadores y quizás más que nada poetas.
Fue tanto lo que me sensibilicé con la poesía que el otro día me fui a comprar un libro de poesía, uno cualquiera, para culturizarme un poco más. Terminé con un libro de Enrique Lihn.
Tantas voces, lúcidas, agudas, hacen a este libro un libro que más vale hacerle una segunda pasada. Eso hice y le dije a mi mujer, que la segunda pasada era mucho mejor que la primera. O será que a mis 70 años, recién cumplidos, ya se me olvida todo demasiado rápido ?
La desertificación en la forma de desarraigo. El otro se viene alejando más y más. Incluso el otro pasó a estar mediado por las pantallas. Cercanía, más bien distancia social. El otro es ya con la pandemia, una verdadera amenaza. Uno se siente como un apestoso en muchas partes. ¿Cuánto nos afecta esto? Mucho pienso.
La superficialidad, la escasa reflexión abunda. Por eso Humberto Maturana escribe su último libro que titula La revolución reflexiva, pues eso es lo que dice que hace falta. Nos falta pensar más.
Andamos en otra, acelerados, con las agendas llenas, los días sin descanso, a rendir, elevar la productividad, hacer las cuotas, las metas. Si hasta los niños en las escuelas están locos con esto, sino pregúntenle a Felipe Lecannelier.
La desertificación del alma, saturada la mente de información que el mundo digital se preocupa de proveernos ad infinitum, haciéndolo cada vez mejor en el sentido de darle a cada uno lo que sintoniza con sus preferencias y gustos.
Bottom line, la interioridad desertificada, con el foco puesto en el mundo exterior, en la información, como si en ello se nos fuera la vida.
Hemos perdido el silencio interior. No sabemos estar solos sin hacer nada. Estamos abducidos por las sirenas seductoras de las redes sociales y el marketing que necesita que le compres esto y aquello, con desesperación. Invierten no sabes cuanta plata en atrapar tu atención. Basta solo mirar lo que ganan los mejores futbolistas, que logran atrapar tu atención y por ahí se meten y te atrapan.
Pero sabes qué ? Los desiertos también florecen, Y hay expertos en andar por los desiertos. Destreza que tenemos que aprender.
Cierra el libro deslizando una señal de esperanza, pero algo tienes que hacer tú. Por de pronto, leer este libro del gran y amarillo Cristian Warnken.
Warnken ha sido una voz en el desierto de los que no creemos en la violencia como forma de protesta y se ha quedado solo, sediento de escuchar otras voces sumarse a la defensa de la ciudad como espacio de todas las personas.
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