lunes, julio 30, 2018

Propuestas para lidiar con los conflictos, de Marshall Rosenberg

Marshall Rosenberg nos quiere enseñar como comunicarnos mejor. Tendrá que lidiar con una formación que traemos, que no nos lo hará fácil entender de qué está hablando y menos cambiar los modos tan firmemente instalados.

Fuimos educados en un sistema educacional, que nos decía permanentemente si estábamos bien o mal, tanto en cuanto al ser que éramos, como en las conductas que expresábamos.
Alguien, normalmente mayor que nosotros, sabía que era lo correcto y que no.

A esto Rosenberg lo llama la cultura de la dominación. Un buen profesor era capaz de controlar a sus alumnos. Tenerlos quietos, sentados, atentos e interrumpiendo lo menos posible. Y aprendiendo.
Si no haces lo que yo quiero que hagas, que suelo llamar "lo que es debido o correcto", diré que eres no apto, que tienes fallas que tendrás que corregir, que tu futuro está amenazado.

Nos formamos en una cultura de dominación, donde el poder, el que sabe, quien eres, cuan bien hecho estás, cuanto vales y cuales son tus posibilidades futuras, estaba fuera de ti.

Hay un territorio que necesitamos hacer aflorar, que es el de nuestras necesidades. Un territorio muchas veces desconocido, descuidado, incluso desprestigiado.
Las mujeres no deben preocuparse de sus necesidades, pues se deben a sus familias.
Los hombres no deben preocuparse de sus necesidades, pues deben hacer lo que la autoridad les pide.
Lo otro es ser egoísta.

Marshall Rosenberg divide la comunicación en tres pasos.
  1. Hablar con honestidad de la acción que se está pidiendo, o que se está objetando.
  2. Cuales son los sentimientos que esa acción moviliza y cual es la necesidad que se quiere atender o que no se está atendiendo.
  3. En el caso de la objeción de una acción, cual es la acción que se pide en vez.
Esta simple interacción, que pone el foco en las necesidades y las acciones, solo atiende a los sentimientos que habitualmente reflejan cuanto de la necesidad está atendida o no.

El meollo de esta mejor comunicación entre las partes, apunta a hacer contacto de corazón, poniendo por delante mis y tus necesidades. Ninguna otra cosa.

Qué entorpece toda esta comunicación ?

Esta forma de relacionarnos queriendo ejercer presión para que el otro haga lo que queremos. Es la cultura de la dominación, que parece gobernar el juego de la comunicación humana.
Mira, "lo correcto" en este caso, es que tu ... Me pongo en una posición de superioridad al saber yo qué es lo correcto y desde ahí te presiono.
Eres un egoísta, nunca ... y desde ahí pienso, que recabará que no puede seguir siendo tan egoísta y hará lo que quiero. Cuando lo normal es que el otro se encabrite y salga dando un portazo. Los juicios no aportan mayormente.
Cuando vuelvo del trabajo y tu pieza está desordenada, me pongo muy mal genio. La culpa es otro instrumento de manipulación.
Eres un flojo, así no llegarás a ninguna parte. Porqué no haces lo que te pido. Cómo yo soy, lo pretende saber el otro.

Cómo zafamos de todo esto ? Cómo eliminamos estas formas de relacionarnos ?
Primero retirándole el poder a los demás de todo cuanto tenga que ver con como yo soy.

Y poner el foco en las necesidades en juego.
Cuando alguien te ataca, desarrollar la capacidad de escuchar la necesidad del otro no atendida o que está desando sea satisfecha.
Un territorio poco atendido, donde tenemos que tomar cursos de capacitación.

Desde el punto de vista de la cultura, entendida esta como pautas de respuesta descubiertas, desarrolladas o inventadas, para lidiar con cierto entorno, “lo correcto”, como lo que está bien y mal, son propias de un momento de ella, que serán cambiadas para acomodarse a los cambios que de seguro vendrán, por entidades como los líderes, los políticos u otros. En este sentido, lo correcto, como lo que está bien y mal, cambiarán, junto a la cultura.

Y tu qué dices ?

Referencias:
Video de Marshall Rosenberg
Posteo anterior de Marshall Rosenberg en este blog

sábado, julio 21, 2018

Confianza y respeto

Conversaba el otro día con Isaquino Benadof en uno de nuestro habituales encuentros a conversar en torno a un café con galletitas, en que me decía esta interpretación de lo que es la confianza y el respeto, que me pareció ameritaba un posteo.

La confianza, ese recurso tan escaso en nuestra querida patria chilena, se construye de una manera muy simple: haciendo promesas y cumpliendolas.

Cómo hacemos promesas, cuántas promesas hacemos, con qué claridad para el que escucha la promesa la hacemos, son aspectos que tendremos que mirar para avanzar en la confianza, que sí, queremos mejorar en Chile, en nuestra vida, en nuestras empresas.

Me encuentro con un viejo amigo en la calle. Nos detenemos un rato, intercambiamos gestos amables, palabras. Y terminamos despidiéndonos, diciendo “nos vemos”, chao. O “veamonos”; ya, chao.
Hubo promesa ahí ? Claramente no. Hubo una declaración de intención; de prometer ? Ni siquiera.
O hubo un eludir prometer ? Más pareciera.

Si en el momento de escuchar el “veámonos”, saco una libreta o mi celular y contesto, “ya, cuando ?”, listo para anotar; la cosa cambia.
Si después de haber agendado la fecha y lugar de nuestra siguiente cita, mi contraparte me manda un whatsapp diciéndome que se le complicó la cosa para ese día, así que hablemos la próxima semana. La sospecha de, la verdad, no querer esa siguiente cita, se instala. Y sus correspondientes emociones y juicios.

Existen estas prácticas sociales de no decir que no deseamos volver a vernos, salvo otro encuentro fortuito, que por supuesto no eludirémos, usando estos mecanismos, de declarar intenciones que no son tanto y así quedar bien, sin hacer daño.

Ser claros en nuestras intenciones e intereses. Hacer promesas sinceras, haciéndonos cargo de cómo son escuchadas por nuestra contraparte, para que no hayan dudas y después cumpliéndolas con prolijidad, es signo de desarrollo en todos los aspectos; cultural, económico, e incluso moral.

Cuántas veces los que hemos sido y somos vendedores, perdemos tanto tiempo, con personas que nos hacen creer que hay interés en comprarnos o contratarnos, y no clausuran las expectativas, sino que las dejan abiertas, sosteniendo la ilusión del posible negocio. Y volvemos a llamar, y volvemos a ir, para que nuevamente, tener que atender un “mándame una cotización” u otra reunión, para que nunca pase nada.
Qué juicios de confianza y desconfianza, vamos construyendo de estas formas. Y qué estados de ánimo, emociones y juicios vamos instalando.

Estoy convencido, a estas alturas de mi vida, que mientras más sinceros y claros seamos en las promesas que hagamos, mejor juicio construiremos en los demás de nosotros y más poder tendremos para hacer cosas en la vida con otros.

Y respecto del respeto, conversábamos con Isaquino, tenemos costumbres de nuestra cultura, que consisten en ir vestidos de ciertas formas a ciertos eventos, que lo que persiguen es igualarnos. Todos de terno en los matrimonios, por ejemplo. “Nadie es más importante que nadie”.
El tipo que llega en mangas de camisa y ropa sport, se sale de la regla, de la costumbre y al hacerlo, falta el respeto a esa regla y con ello a todos los presentes.

El problema hoy en día, es que todas las autoridades, del tipo que sean, eclesiásticas, políticas, empresariales, deportivas incluso, han mostrado sus .. faltas de respeto, sus corrupciones, sus abusos hacia nosotros, los que los seguíamos y respetábamos, que estamos revisando y poniendo en duda todas las reglas y costumbres, como una forma de expresar nuestra profunda y enojada disconformidad. Lo hemos puesto todo en cuestión.

Buena cosa, pienso yo.
Y tú qué dices ?

lunes, julio 09, 2018

Khristian Briones y la delincuencia

Su padre los abandona a temprana edad. Su madre dadas las oportunidades de trabajo, se va a una ciudad distante de donde envía lo que podía para apoyar. Quedan a cargo de un abuelo alcohólico, violento y pobre.
Una vez iniciado en las drogas, se va a la calle donde se inicia en el robo, le entra la pasta base y lo atrapa en la adicción.

A los 14 años llega al Sename, donde aprende la cultura delictual. La violencia se le torna forma natural. Dice que los centros del Sename son escuelas del delito.

Khristian Briones
A los 18 llega a la cárcel. Un mundo más violento aún, de donde saldrá más violento aún, con 20 puñaladas en el cuerpo y el 30% de este quemado en peleas donde se usaban bombas molotov; si, dentro de la cárcel. Y por supuesto, más adicto.

Yo conocí a Khristian, en un evento 3xi, en el MAC de Matucana, donde salió adelante y leyó su presentación, parado frente al micrófono, delante de una 150 personas sentadas en círculo, donde había personas de todos los mundos que tenían que ver con la inclusión de los presos en la sociedad.
Me impresionó su historia, lo descarnado de como la contó y la fortaleza que irradiaba ahí parado.

Después aparecería en uno de mis grupos, donde destaqué el hecho de estar ex infractores de ley, ciudadanos comunes y silvestres, sentados conversando, sin miedo. Siendo el miedo el principal factor que nos distancia. Y donde quizás lo que más pasó es descubrir que sí podíamos conversar y sí podíamos empatizar. Y que muy probable de ahí, de estas instancias, juntos buscaríamos la salida definitiva al problema.

Khristian logra salir adelante, con la ayuda del sacerdote Nicolás Vial y la Fundación Paternitas, que lo ayuda con su rehabilitación de las drogas, una ardua tarea.
En su relato, Khristian, deja claro la dificultad de realizar el cambio que en el fondo del alma quería, pero que las fuerzas del medio se lo hacían tan difícil.

Y una de la mayores dificultades, es que cuando salen de la cárcel, todas las puertas están cerradas, por sus papeles manchados. Reincidir es como la vía obvia de sobrevivencia. Es un círculo vicioso.

Recuerdo haberle confesado a la Alejandra Pizarro, que en el fondo mio pensaba que el problema de la delincuencia, no era mi problema. Era de las policías, el sistema judicial y carcelario; en definitiva del Estado.

El problema de la delincuencia es un problema de todos nosotros; es quizás la transformación principal que se me está instalando del evento 3xi al que asistí.
Parte con estas “familias” disfuncionales, donde me cuesta ver cómo intervenir. Y luego la pobreza y las drogas.
Necesitamos, urgentemente, sentarnos a conversar todos los ciudadanos, como lo hicimos ese día del evento 3xi e idear juntos soluciones.

Hay esperanza y Khristian es un excelente ejemplo.