La veo por primera vez en la cafetería del Hogar donde reside mi madre, a la que visito periódicamente.
Se ve más joven y tiene algo distorsionado en la expresión, en la cara.
¿Quién es? le pregunto a mi madre. Es la Soledad, me dice, llegó hace poco y tiene ELA.
La abordo un día, en que me iba yendo y ella venía entrando en su silla de ruedas empujada por su cuidadora. Le doy la mano, me presento; nada mas. La miro con detención. Algo en ella me impresiona.
Claramente era una mujer atractiva, pero las cosas de la vida, a veces te tumban. Ella era un caso.
De repente, en la vida, te viene una enfermedad, como el ELA y no tienes más que asumir.
Uh.
Ahí vi una foto de ella antes de la enfermedad. Una mujer bella.
Ahora estamos sentados afuera de la cafetería, en un día de verano, no muy caluroso, en que ella ha aceptado ser entrevistada por mi.
Mujer de 68 años (yo tengo 73 recién cumplidos).
Se llama Soledad Mujica H.
Estudió con su hermana, dos años menor, en el Santiago College.
Me dice que siempre fue matea y medio gansa, quizás por el miedo y el dolor de tener ya a sus padres separados. Tendría que apechugar, pues tiene inserto en su mente desde chica, de nunca depender de un hombre.
Su padre fue Jorge Mujica, un Abogado que nunca ejerció, pues se fue a administrar un campo de la familia, en Las Cabras, comuna de Colchagua, cerca de Santa Cruz.
Su madre, Marta, dueña de casa, murió de ELA. Por eso piensa que su enfermedad es hereditaria.
Hace completa la carrera de Artes en el Bellas Artes de la universidad de Chile.
Después estudia una segunda carrera, Diseño, en la Universidad Católica, completándola también.
Le fascina y siempre le ha fascinado estudiar.
Se declara una artista.
Se casa a los 21 años con Pancho, en una ceremonia con cuatro sacerdotes, parientes por lado y lado.
Tiene con él a sus únicas dos hijas, la Sole y la Teresita.
Viven en el campo. Él aparte de administrarlo, es martillero en los remates de ganado del Tattersal.
La relación se quiebra por su alcoholismo y afición por las mujeres.
Se decide a separarse cuando sus hijas tenían 3 y 7 años.
Después en el Toronto Dominion Bank, de Canadá, como Secretaria del presidente del banco. Aquí estuve dos años, dice.
El año 2003 se casa en segundas nupcias con el ingeniero e informático de origen alemán, Paul (Pablo) Grollmus, con estudios universitarios en EEUU.
Vende internacionalmente, siendo uno de sus clientes, Codelco.
Con él tiene una vida muy próspera, en que se desplazan viviendo primero en EEUU, Atlanta primero y luego Cleveland, como 28 años en total y después en Europa, vivirá en Hamburgo, Bolonia, Italia y Praga. Se cambiaban de ciudad según lo que requería el negocio.
Le diagnosticaron ELA el año 2010, cuando vivía en EEUU.
El Alemania empezó a caerse en las escaleras automáticas y terminó en silla de ruedas.
Su marido empezó a desaparecer. La dejaba sola y se iba a viajar. Empezó con las mismas de su marido anterior, a darle al trago y a las mujeres. Se enteró que mantenía a una mujer en Venezuela.
Había dejado a sus hijas en Chile, con su ex marido y bajo el cuidado de su abuela.
Se divorcian, se reparten los bienes y ella embala su casa en un container, después de venderla y llega sola a Chile el año 2019.
Se compra un buen departamento.
Una de sus hijas hace un postgrado en Economía y tiene un buen trabajo en la actualidad.
La otra trabaja en EEUU en la Coca Cola y es especialista en energías sustentables.
Con el ELA bastante avanzado en Chile, un día enferma de neumonía y Covid y termina hospitalizada 10 días en la Clínica de Los Andes.
Vive en su casa con dos empleadas y dos enfermeras; un censo.
La decisión de internarla en este Hogar fue de sus hijas, con la ayuda de sus amigas.
Recuerda que cuando llegó aquí, en junio del año pasado, lloró dos semanas completas, encerrada en su pieza.
Fue ella la que armó un grupo, gracias a su poder de convocatoria, que en la actualidad son 12 y empezó a inventar cuanta actividad se le ocurría.
Las transporta al Instituto Cultural de Lo Matta, a clases de Historia de Chile.
Organizó para todo el recinto, la celebración del año nuevo.
Organiza los cumpleaños de cada una de las 12 y suelen irse a celebrar a otro lado, para lo cual contratan varios taxis, con todos los implementos para el traslado con sillas de ruedas.
Las lleva en grupo a almorzar al Mall aquí cerca.
Organizó un grupo que leen juntas libros y los comentan.
Le dicen la presidenta.
Dejó de dolerse por la enfermedad que tiene y opera como si estuviera sana; siendo que su movilidad en la actualidad es limitada.
Lectora empedernida y estudiosa de cuanto curso se le cruza.
Hizo un postgrado en Historia del Arte en la Adolfo Ibáñez; fueron 3 años y se tituló.
Después hizo un Diplomado en religiones, por un año.
Aprendió alemán, cuando vivió en Alemania, en un curso de 400 hrs (dice que habla y lee en alemán).
Llegó atea aquí y hoy asiste regularmente a la liturgia, convencida por sus amigas, así que podría decir que es católica. Dice que le hace bien ir. Le toca leer en voz alta a veces.
Una mujer que ha tenido una vida intensa, golpeada por la vida con su enfermedad que la ha arrojado a este lugar, en que hoy es una locomotora, que tira para arriba con todo y donde despliega su poder de convocatoria con este grupo que ha formado de 12, que no paran.