El materialismo en la mira. Y qué en vez. Es el objetivo de este trabajo de Bernardo Kastrup, al que el que escribe el Epílogo, compara con Giordano Bruno. Bruno rompe con todo lo establecido, con una intuición de lo que vendrá después increíble, y que por ello el papá de ese entonces, Clemente VIII, lo castiga quemándolo en la hoguera, en Roma, el año 1600.
El materialismo es una forma de ver el mundo, en que la base de todo es la materia y la existencia de un mundo real ahí fuera, del cual somos parte. La consciencia es una emanación del cerebro y cuando morimos, simplemente se extingue. En esta concepción de la realidad, no hay, la verdad, sentido en la existencia ni esperanza de nada después de la muerte.Y todo parte con una gran explosión de la nada, donde brota el universo de planetas, soles y galaxias.
Bernardo Kastrup propone otra forma de ver el mundo. Todo parte con una nada quieta; como una membrana intergaláctica.
De repente en un punto se produce una vibración. Es el libre albedrío, un atributo de esa nada, que es capaz de generar ese primer movimiento, leve.
En ese mismo acto aparece el sujeto, el que sabe, conoce de ese movimiento, de esa vibración, de esa primera experiencia.
Como sorprendido, produce otra, y otra, y muchas más. La nada vibra como una olla de agua hirviendo. Y disfruta de esas infinitas experiencias de todo tipo que esas vibraciones son. Ese es el Big Bang de Bernardo Kastrup.
De la nada universal brota de todo. La nada tiene ese potencial, de ser .. de generarlo, todo. Es una nada fecunda; y sigue siéndolo.
La mente, o la nada, al vibrar experimenta, todo. De ahí salen rocas, mares, plantas, animales, seres humanos, emociones, pensamientos, percepciones, todo.
Se producen pequeños remolinos en esta gran nada, que tienen como existencia individual, que son capaces de darse cuenta que sienten, que sufren, que se alegran, que tienen hambre, instintos. Son los animales.
Pero cuando esos como remolinos se desarrollan con algunas particularidades, se pueden ver a sí mismos reflejados de ida y de vuelta y adquieren nuestra conciencia presente reflexiva. Son conscientes de qué son conscientes; son los seres humanos.
El materialismo nos tiene jodidos. Es como si hubiéramos recibido una caja con un contenido, abrimos la caja, botamos el contenido y nos quedamos con la caja, como si ella fuera la gran cosa. Al poner fuera de la mente a la realidad, echamos fuera toda nuestra subjetividad, echamos fuera a la naturaleza, echamos fuera toda posibilidad de sentido.
La física con que hoy disponemos para explicarnos la realidad material, está enferma de algún tipo de disociatividad, pues tiene una física clásica para los pequeños fenómenos y otra física relativista, para los fenómenos intergalácticos. La intersección no ha sido resuelta y Einstein murió intentándolo.
Y qué decir de una física que una mente y materia, que la propuesta de Bernardo Kastrup si intenta.
He experimentado este libro como si alguien estuviera estrangulándome para ver si lograba que terminara viendo el mundo de otra forma de la que fui enseñado y cableado. Debo decir que, no lo he logrado, pero se me han instalado una serie de semillas que espero, con el tiempo, fructifiquen.
Lo que sí sé y tengo certeza, es que la forma de ver el mundo que tenemos en la actualidad está detrás de todos nuestros fallos y se hace imperativo cambiarla. Y la propuesta de Bernardo Kastrup es lo mejor que he encontrado como opción.
La mente no está en el cerebro; es justo al revés, el cerebro está en la mente.