Acabo de terminar Pensamiento crítico para el tercer milenio, de Perlmutter, Campbell y MacCoun, y confieso que ha sido el libro más latoso que he leído en el último tiempo. No sé si estoy perdiendo neuronas, si el exceso de información me ha dañado la atención, o si simplemente me saturé de tanto pensar sobre cómo pensamos.
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Perlmutter |
Los autores no son cualquiera. Saul Perlmutter, Nobel de Física; John Campbell, filósofo y presidente de la Sociedad Europea de Filosofía; y Robert MacCoun, psicólogo social con pergaminos en Stanford. O sea, si estos tres se juntan a escribir un libro, uno se siente casi obligado a terminarlo, aunque tenga que hacerlo como quien se toma un jarabe amargo: porque “hace bien”.
¿La pregunta que tratan de responder? ¿Por qué, aun queriendo, fallamos el blanco? Aunque primero deberíamos preguntarnos: ¿tenemos claro cuál es nuestro blanco? Porque sospecho que mucha gente ni siquiera lo tiene definido. Van por la vida reaccionando más que eligiendo.
Uno de los temas que más me resonó fue el de los sesgos. El sesgo de confirmación, por ejemplo: ese impulso tan humano de buscar solo la información que respalde lo que ya creemos. Y claro, al final terminamos encerrados en burbujas que nos dan más de lo que nos gusta, más de lo que reafirma “nuestra verdad”, y menos de lo que nos hace pensar distinto.
¿Resultado? Cuando nos topamos con alguien que piensa distinto, no entendemos cómo es posible que no vea lo “obvio”. Me da entre risa y pena cuando amigos míos muy de derecha se tiran los platos con sus hijos que son de izquierda (¡y hasta comunistas!), y terminan sin hablarse por años. El algoritmo no solo nos polariza: nos arruina las sobremesas familiares.El libro también aborda el “ruido”: ese cúmulo de señales que confunden en vez de aclarar. Me reí con el ejemplo de los astrónomos que casi publican un descubrimiento sensacional… hasta que se dieron cuenta de que las “señales del espacio” venían de un microondas, o algo parecido, en el mismo observatorio.
Y cuando hablamos de sistemas colectivos, aparece el otro gran tema: hay personas que, simplemente, quieren que todo se vaya a la cresta. No buscan mejorar nada. Quieren destruirlo todo. Y claro, cuando uno mira lo que ha pasado con colegios emblemáticos como el Instituto Nacional, entiende que hay una lógica de fondo: si creo que el sistema es una mierda, mejor lo reviento antes de que me trague.
¿Exagero? No lo sé. ¿Cómo si no se entiende que Maduro siga en el poder? ¿O que Trump vuelva a la Casa Blanca arrastrando con él un torbellino de aranceles y caos global? ¿O que Putin siga invadiendo y matando sin freno? ¿O que Netanyahu desate una violencia desbocada, que a estas alturas parece venganza más que justicia?
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MacCoun |
Eso sí: el libro es necesario. Serio. Rigurosamente documentado. Pero también —y lo digo con cariño— un poco insufrible. Tal vez le faltó una pizca de humor. O tal vez el tema es tan denso que no se puede digerir sin esfuerzo.
Y ojo, porque lo que viene puede ser aún más complicado: con la inteligencia artificial avanzando a pasos agigantados, cada vez será más difícil saber si un video, una foto o una declaración son reales o manipuladas. La distorsión no va a disminuir. Al contrario.
Así que sí, Pensamiento crítico para el tercer milenio es un libro necesario. Aunque leerlo puede sentirse como remar contra la corriente… de datos, de opiniones, de algoritmos, de sesgos… y de nuestra propia confusión.