La propuesta de los autores apunta a potenciar a las personas, dándoles más autonomía, más poder y confiando en su criterio e inteligencia.
Proponen seis reglas que las juzgan simples, partiendo por la necesidad de saber en profundidad por qué las personas hacen lo que hacen en sus trabajos.
Señalan que cada persona tiene sus objetivos y problemas con los que lidia y miran su entorno desde la mirada de si son recursos o restricción para sus fines. No están necesariamente alineados con lo que la estructura y la descripción de cargos señala.
Lo que me parece el tema central de la propuesta viene ahora: es que atendiendo a una concienzuda observación de por que las personas hacen lo que hacen, hacer intervenciones de manera de afectar su contexto y con ello favorecer, es decir, que sea racionalmente lo mejor a hacer, el colaborar o pedir ayuda.
Esta es quizás la mayor contribución a mi entender de su propuesta, poner la colaboración en el centro de los objetivos y no por la buena onda, sino porque junto a dar más poder y autonomía a las personas, han visto que es la solución a la complejidad que tiene ahogadas a las empresas y a sus actores, desmotivados.
La colaboración no se puede forzar, solo operará si al afectar los contextos esta se hace conveniente, señalan los autores de la Boston Consulting, con su mirada pragmática.
La segunda regla es identificar o crear la categoría de integrador o facilitador, promotor, de la colaboración. No necesariamente son cargos a tiempo completo, sino funciones que realizan personas, cercanas a donde ocurren las cosas, que intervienen para favorecer la colaboración.
Los gerentes debieran ser, por supuesto, integradores.
Señalan también que habrá que reducir estructura, eliminar cargos y KPIs, simplificar reglas y procedimientos, en definitiva abrir cancha para que las personas puedan moverse autónomamente con más libertad.
La tercera regla implica mirar el poder relativo de las personas y gestionar este aspecto, dando en definitiva más poder a las personas para que puedan ejercer su autonomía, incluido el colaborar.
Yves Morieux |
No establezca al detalle lo que las personas deben hacer, deje cosas difusas, de manera que su autonomía pueda operar, señalan. Uf.
La quinta regla, que tiene que ver con experimentar en el propio cuerpo las consecuencias de lo que haces, la estoy viendo hoy en un trabajo que realizo, en donde veo a personas que van a trabajar por una semana a otras partes de la empresa y algunos se encuentran experimentando con, por ejemplo, los sistemas que ellos mismos han diseñado y construido, con graciosos juicios al respecto, al estar del otro lado. Esto significa empresas en que las personas migran y van conociendo al organismos del que son parte, desde distintos lados.
Y la ultima regla, coherente con todo lo anterior, consiste en premiar a los que colaboran y castigar a los que no colaboran, Premiar a los que piden ayuda, para lo cual la transparencia empieza a ser un valor muy potente en las organizaciones y castigar a los que no piden ayuda, no cuentan sus problemas.
Fomente que las decisiones se tomen lo más cerca de los hechos posible, y no escalen, señalan.
Y por supuesto mida los resultados globales, porque todo lo visto apunta a que estos mejoren.
En el libro aportan pautas muy concretas de como implementar todo esto, paso por paso, como son las pragmáticas prácticas de instituciones de clase mundial como es el Boston Consulting.
Referencias:
Link a mis notas del libro
Yves Morieux en TED
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