Camino por la calle apoquindo después de estacionar el auto en el subterraneo del metro escuela militar. Voy con mi hija Emilia conectados por el hilo de su ipod, que nos sintoniza en esa su música que igual aprecio y disfruto. Disfruto con ella.
Nos queda una oreja disponible para la conversación intermitente (la música ocupa la primera prioridad). Mira ese tipo de chaqueta colorada que va en bicicleta con espejo retrovisor bajando hacia el centro. Mira estos arboles enormes con sus flores también coloradas que a pesar de estar en la mitad de la ciudad le han de hacer sentir a los habitantes de este edificio que están medio en medio de un bosque. Mira los tubos de los paraguas de agua de esa plaza allá enfrente que están tristes pues no han dado el agua.
Camino por las calles de esta ciudad tantas veces, mirando, pensando, ensoñando. Tantas imágenes que pasan y se van. Imágenes muchas de ellas bellas, y a veces llenas del contenido de mi trajin de esta época de mi historia. Con mi hija ya sabemos que vemos cosas diferentes y me gusta, quisiera decir, nos gusta, compartir. Hacer ver al otro, lo que veo y viceversa.
Como la gente se las arregla para generar sus pesos del día a día de los modos mas increibles, a veces, imposibles. Veo a este tipo que vende en la calle lupas. Siempre despliega tres de ellas en una mano, de diferentes tamaños, y en la otra tiene .. no me acuerdo que. Ese tipo que corre tras las micros, libreta en mano, lapiz en la otra, haciendo anotaciones mirando intermitentemente el reloj, mientras intenta hablar con los choferes que a veces sacan la mano con alguna moneda. Estas niñas que al entrar al metro hacen guardia a rumas enormes de diarios de esos gratis, e incluso en alguna oportunidad he visto una larga cola de gente esperando que empiecen a repartirlos. Unos tipos que se han puesto a la salida del banco .. bueno, tocando música instrumental vestidos formalmente, con sombreros de esos antiguos, los alluyas creo que se llaman. Hay un liceo de mujeres en la cuadra siguiente y las escolares la revuelven a veces con ellos al pasar.
Aspiro en esta etapa de mi vida a hacer algo que me guste, que realmente me apasione, y parece que lo estoy logrando. Me asusta debo decirlo, pues es arriesgado. Quisiera ver pasión y entusiasmo en lo que hace toda esa gente. Mas bien siento que según como ando yo los veo, proyectando simplemente mi estado de ánimo en su quehacer. Y al final, pocas veces logro de verdad verlos, y mucho menos hablar con ellos. Una vez volví tras mis pasos y me puse a conversar con un diestro malabarista de una esquina. Ganaba como 300 lucas al mes y además estudiaba. Le dedicaba un par de horas al día solamente y el cabro se veia, bien, contento. Y me fui entusiasmado y contento de saber y ver como nos las arreglamos para salir adelante buscándole el lado a la vida.
Aquí comparto mis impresiones y reflexiones sobre temas relacionados con el coaching profesional, que es mi actividad principal, libros que leo y otras menudencias, como una forma de compartir y propagar la conversación que estos temas generan
ME QUEDA CLARO QUE ESTÁS GOZANDO DEL TIEMPO QUE TE TOCA. LA VIDA TE SONRÍE Y LO SABES, LO INTUYES.
ResponderBorrarME GUSTA COMO TE EXPRESAS. LA SIMPLEZA DE LA MANO, A CABALLO POR LAS LETRAS LLENAS DE VIBRANTE VIDA, LA DE TODOS Y DE NADIE.
Me llega la sabiduría de las cosas simples, gozar del momento que es irrepetible, del aqui y el ahora
ResponderBorrarQue linda imagen, tú y tu hija, cableados por una oreja, un cordón umbilical masculino. Pasean como siameses cibernéticos, te imaginas posible esta escena hace 30 años?.
ResponderBorrarPreciosa complicidad con tu hija!!
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