He terminado de leer el libro El País de la Canela del autor colombiano, William Ospina.
Encontré esta entrevista que le hacen acerca del libro.
Es la historia de una expedición que parte en Lima en los tiempos de Francisco Pizarro, al mando de su hermano Gonzalo Pizarro. Pasan por Quito e inician el salto de la cordillera de los Andes, junto a 4.000 indios, grandes piños de llamas, cerdos y los increíbles perros de guerra. El solo imaginar lo que se pretendía con estos perros me causa repugnancia.
Las mortandad en esas cumbres es incontable y descienden luego en lo que será el descubrimiento del río más grande del mundo, el río Amazonas.
Y todo ello, motivado por encontrar bosques de canela o el país de la canela, la especie de mayor valor que el mismo oro, la razón primera del viaje de Colón, de encontrar las Indias, donde se proveía Europa de las especies.
La brutalidad de estos jóvenes, pues al menos Orellana, Francisco de Orellana, tenía en esa época solo 30 años. La brutalidad, crueldad, criminalidad incluso, fue tal, que para alimentar a los perros de guerra, carneaban diariamente a una treintena de indios. Si cuando Orellana alcanza a la expedición liderada por Pizarro, lo primero que ve es a un perro con una mano en el hocico.
Ninguno de esos indios volvió. Y de los como 300 españoles que partieron, creo que ni una sexta parte volvió tampoco.
Tempranamente en lo que sería el total del viaje, colapsan por tierra y construyen un barco en que parte Orellana más 50 hombres, a buscar alimento básicamente, pero la corriente y quizás el disgusto de lo que habían vivido hasta la fecha, la cosa es que jamás vuelven donde ellos y completan el trayecto de este gigantesco río hasta las costas del atlántico.
Pizarro se devuelve finalmente e instala una acusación por traición en Quito para Orellana.
En la ruta se encuentran con mucho indio, pero lo más llamativo es una tribu de puras mujeres, en que una de ellas alcanza al barco con una lanza, con un lanzazo que sorprende por la fuerza del impacto.
En otra ocasión, el cura que iba en el barco, recibe, oteando la selva, un flechazo de poca penetración que le revienta un ojo y somete a este pobre hombre a los tormentos de una herida de este tipo sin más remedios que los rezos.
Un libro que se lee con gusto, en un lenguaje fértil como la selva amazónica, pero que muestra el tipo de hombres y la disposición en que andaban que se refleja en esta frase que me parece simplemente increíble: "Pidamos a Dios que un día podamos volver con armas y pertrechos a someter estas orillas y arrebatar sus tesoros".
Me quedo con la pregunta acerca de cuanto hemos cambiado realmente ?
Aquí comparto mis impresiones y reflexiones sobre temas relacionados con el coaching profesional, que es mi actividad principal, libros que leo y otras menudencias, como una forma de compartir y propagar la conversación que estos temas generan
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
El relato de Ospina es fabuloso, el libro entero es la narración de una locura, en la que todo es desmesurado. Rl Cuzco con sus templos cubiertos de oro, Atahualpa y Huascar
ResponderBorrardividiéndose el reino, los cuatro hermanos Pizarro, locos sanguinarios ávidos de poder, Almagro que muere a manos de Francisco Pizarro, Francisco Pizarro al que dan muerte los seguidores de Almagro, la muerte salvaje de millones de indios...la conquista de América de la que somos hijos, y sabemos tan poco (al menos yo!).
Respecto a tu pregunta, pienso que hemos cambiado harto! Quedan monstruos, pero por más voraces que sean los conquistadores de hoy, no los imagino cebando perros con carne humana...
Que alivio Andrea.
ResponderBorrar