Un libro que amerita más de una lectura. Por su profundidad y abundancia de sabiduría.
Compara a Jesucristo con la intuición de hombre justo o hombre perfecto, de Lao Tse y Confucio, que vivieron 600 años antes. Y las similitudes son monumentales.
Para mi este libro fue una clase magistral de espiritualidad y religiones comparadas.
Me entregó una interpretación de la cruz que no tenía: la barra horizontal es la Tierra y la barra vertical, el cielo, lo divino,que atraviesa la Tierra, de cuya intersección brota todo lo bueno, el amor, el hombre, Jesucristo.
La confrontación de los hermanos primordiales, Caín y Abel. Aprendí que Abel representa el mundo del pastoreo, de la estrecha conexión con la naturaleza. Y Caín representa al metalúrgico, al hombre que creó la primera ciudad, la civilización. Es el choque de esos dos mundos, en donde uno vence al otro. Y Dios parece estar del lado de Abel.
Aprendí que occidente se rige por una religión basada en la revelación directa de Dios a los hombres, para crear una religión para hombres. Y la naturaleza queda más allá, aparte, disponible para ser dominada y utilizada como recurso.
En cambio China tiene una cosmovisión basada en la virtud que brota del mundo natural y deja al hombre íntimamente ligado a la naturaleza.
El éxito de la potencia creadora del modo occidental, que a la vez es alienante, separado de lo trascendente, que busca la autonomía total desde el intelecto, nos está llevando al colapso total.
Esta cosmovisión, en extremo racional, ha olvidado dimensiones fundamentales de la potencia que nos constituye, situados en capas profundas del inconsciente.
El hombre virtuoso, opera espontáneamente, sin esfuerzo, como canal del sentido, llamado Tao por los chinos. De ahí que cuando no conectamos con nuestro propio sentido o alma, nos transformamos en unos desalmados, destructores y ávidos de riqueza, saber, poder, para de alguna manera compensar la pérdida de lo trascendente.
Lao Tse y Confucio, intuyeron a la perfección las características del Cristo, 600 años antes. Y lo hicieron mirando hombres con esas características que vivieron en China entre 4.000 y 3.500 años antes de Cristo. De ahí lo del Cristo pre-existente.
Este es un libro pesado, que aparte de entregarte kilos de sabiduría profunda, te deja, me dejó una sensación de estar total y completamente perdidos, desconectados de lo trascendente, del espíritu, del sentido. Perdidos. Y con preocupantes riesgos.
Aquí comparto mis impresiones y reflexiones sobre temas relacionados con el coaching profesional, que es mi actividad principal, libros que leo y otras menudencias, como una forma de compartir y propagar la conversación que estos temas generan
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Excelente Gabriel , ´creo que Gastón S. es uno de los grandes pensadores que nos van quedando,
ResponderBorrarMas bien,creo mejor referirlo a Jesús de Nazareth, que es alcanzable desde nuestro mundo, el que habitó y predicó a los que le seguían. La narración que hicieron c/u en los Evangelios, condicionado a la cultura de su tiempo desde el paradigma post pascual de la fe, por ello, parece del todo posible las influencias que las respectivas creencias de las comunidades le hicieron a su vez, a los llamados evangelistas, desde su mundo. El Cristo, o bien Jesucristo, es Revelación y está en el marco de la fé.
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