A la segunda lectura se me hizo verdaderamente interesante y me aportó luces de interpretación de la realidad del mundo en que vivimos.
El mundo del intercambio monetarizado se ha venido expandiendo, abarcando todos los intersticios de la sociedad. Todo ha quedado expuesto a ser visto como mercancía transable por dinero.
Carlos Peña |
El mundo se transaccionalizó. Todo entró en el régimen del intercambio, todo se transformó en un bien de consumo, transable en el mercado.
El dinero, esa cosa inventada por el hombre, para facilitar, fluidizar, ese intercambio. Se transformó en cosa real de un mundo abstracto, donde esa misma cosa-abstracción se podía comprar y vender. Y se transformó en generador de ganancia, en el bien máximo. El dinero.
Dime cuanto dinero tienes y te diré quien eres, cuanto vales, que es la característica del dinero. Sirve para medir cuanto algo vale.
Y que pasó con la persona, en este contexto de todo transable por dinero. Pues que conquistó la libertad y la autonomía, dos valores, o más bien virtudes, que le dan al mundo capitalista su máxima riqueza.
En la transacción por dinero, la persona, su subjetividad, queda guarnecida. No es necesario exponerla, como era antes. La persona queda entonces, aislada, individualizada. Cada uno se crea a si mismo en sus preferencias de consumo. Sin mayores injerencias del medio.
El canal de comunicación con los otros se ve disminuido, racionalizado, optimizado.
El individuo, individualista, queda en su subjetividad, reducido al mínimo. Mi subjetividad, me la guardo, es mía y en ese "descuido", se reduce e incluso, olvida.
Y perdemos la conexión con nuestra esencia, con nuestra subjetividad, que queda reducida a la racionalidad gobernante. De ahí el sinsentido, la falta de sentido profundo, del alma.
Y ahí estamos, en un mundo donde la producción "racional" de riqueza se multiplica y por lo tanto el "bienestar" crece, medida en unidades monetarias y por lo tanto difícil de objetar.
Pero, algo empieza a dar señales, que la panacea, no es tal. La nave espacial en que vamos, transformada en pozo sin fondo de recursos, empieza a fenecer, a desaparecer especie tras especie. Los océanos a llenarse de bolsas plásticas flotando, muchas zonas se contaminan al punto de impedir el desarrollo de alguna forma de vida y el aire, irrespirable.
Parece que la hemos venido cagando. En algo falla, esta forma de ver el mundo. A esta altura, ya no se si de esto habló Carlos Peña, esta, mas bien, es toda la conversación interna que me fue pasando.
Hay un planteamiento muy interesante al comparar el mercado con la democracia. En el mercado todos podemos comprar el diseño de corbata que queramos. En la democracia, tenemos que contentarnos con la que la mayoría elija. Fantástico el mercado, limitada, acotada en sus objetivos (la equidad, justicia, esas cosas), la democracia. Me quedo metido con este frente. En una de esas hay que re diseñar la democracia o especificar porque y para que, con más precisión y lucidez.
Sí, todo se puede comprar, entiendo dice Peña. Pero, algo anda mal con la interioridad sustantiva de la persona y algo anda mal, en cuanto al cuidado del organismo vivo que es el planeta en que vivimos.
Tenemos que seguir conversando. Un libro muy recomendable, pero que requerirá un par de lecturas.
"Y que pasó con la persona, en este contexto de todo transable por dinero. Pues que conquistó la libertad y la autonomía, dos valores, o más bien virtudes, que le dan al mundo capitalista su máxima riqueza."
ResponderBorrarMe acordé de la conversación del miércoles del G7.