Con frecuencia veo, incluso participo en conversaciones, que tienen la apariencia de un tira y afloja de argumentos, de posiciones, que están dirigidos a convencer al otro de un punto de vista, muchas veces de una realidad, de un hecho, pareciera.
Los que coinciden en la línea de pensamiento hacen fuerza común, se celebran entre ellos, se animan, se halagan, se aplauden.
Y a los que difieren y están al otro lado del argumento, los intentos son a convencerlos por las buenas y si no, a destruirlos por cualquier vía, ya sea con burlas, juicios descalificatorios, o simplemente agresiones.
Este tipo de conversaciones, es lo que se suele llamar el debate, donde los participantes viven el mundo y la realidad, como si fuera algo estable, conocido por ellos, un hecho que está ahí a la vista, es cosa de mirar la realidad como es.
Y existe una cierta identificación entre la persona que habla y lo que dice. Contradecirlo, es casi un ataque personal.
Existe otra forma de conversar, que requiere ciertos saberes previos. Por ejemplo, que la realidad no es de una particular manera, sino que lo que existe son observadores particulares, diversos y todos válidos. La cosa cierta es una elaboración personal o grupal; la cosa cierta, es cierta para algunos, pero no para todos.
Cuando conversamos parados en esta comprensión, en este predicamento, la escucha de lo que dice el otro se agudiza, se ensancha en la acogida. se oye con atención, con curiosidad.
Cuando el otro ha dicho lo suyo, tomo mi espacio y tiempo de hablar y despliego, sin corazas ni miedos, como yo veo el asunto que se trata. Con honestidad, echando fuera todo lo que yo pudiera aportar a la conversación, que no tiene otro objeto que aprender con el otro y eventualmente juntos resolver algún dilema o problema.
Para que esto sea posible el canal del corazón debe estar abierto, qué es cuando la escucha es empática y la comunicación, se podría decir, es de corazón a corazón. La confianza está presente.
Esta forma de conversación se llama diálogo. En el, las personas no se identifican con lo que dicen, dicen lo que están viendo, como un aporte a la conversación. Lo dicho es mirado como cosa en sí misma. Las voluntades que conversan en esta forma, suman, aportan, construyen. No quieren ganarle a nadie, ni se sienten dueños de alguna verdad irrefutable. Han superado esa forma.
Me da por llamar a estas dos formas de conversación, dos estados de conciencia.
Y me pregunto si solo hace falta para pasar de uno al otro, desbancar la teoría de la verdad, de que “la realidad es” de una cierta forma. Incluso percibo que no es tan solo un concepto que hay que enseñar, sino una experiencia que vivir, en la línea de que la realidad la estamos creando al hablar, en el lenguaje.
He notado, cuando los grupos que van a conversar, parten por presentarse, se genera una mejor disposición a comprender que la conformación de la realidad del otro, pueda ser radicalmente distinta a la mía, que en cierta forma se explica por su biografía.
Pero puede ser más que eso lo que haga falta.
Qué dices ?
Aquí comparto mis impresiones y reflexiones sobre temas relacionados con el coaching profesional, que es mi actividad principal, libros que leo y otras menudencias, como una forma de compartir y propagar la conversación que estos temas generan
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Muy buen Blog estimado amigo. Hay varias cosas que se me vienen a la mente respecto a esto. Lo primero es el gran ejercicio que nos invitaron en DESAFIO a ir a escuchar al otro, como gran acto de empatía y humildad frente al testimonio o realidad que vive otra persona. Lo segundo es que no puedo estar más de acuerdo con la frase que menciona Lao Tse en el Tao Te King: "el sabio no discute"...es verdad. ¿Cuál es el punto de "ganar una discusión"? "Ganar" una discusión solo lleva al alineamiento y a no escuchar la realidad de otro, y por cierto, creo que El Dalai Lama dice muy bien: "solo al escuchar quizás aprendes algo, hablando solo repites lo ya conocido". En todo esto sin duda, y como bien mencionas en el Blog, el grado de conciencia respecto a la vida y los otros te permite ver y valorar profundamente la opinión de todos. Si practicamos recurrentemente la empatía y compasión en el "otro" podemos abrir la escucha activa y generar redes de colaboración y de aprendizaje. Ahí cobra importancia el poder ver claramente actúa nuestro EGO y la necesidad de la mente de hacerse un espacio....si miramos al otro a corazón abierto, viendo como somos parte de lo mismo, sin duda pasaremos a otra etapa. En eso quizás solo vale el ejercitarlo todos los días, y así, paso a paso, construir otra forma de relacionarnos. No desde el "tu y yo", o "ellos y nosotros", sino TODOS. Un gran abrazo, y gracias por la lectura
ResponderBorrarBuena Eugenio, veo que el tema te motivó. Coincido contigo del valor del buen escuchar en que nos adiestró Desafío de humanidad. Y de esto de no andar haciendo gallitos con los demás, perdiéndonos la visión de mundo del otro. Mundo que es propio de cada uno y nunca fiel reflejo de la realidad, que cada día se me elude más.
BorrarAbrazo
Digo que aveces para despertar al diálogo verdadero, el que mencionas al final del post, ese diálogo que parte del corazón se dá entre dos personas opuestas en su observar la realidad e interpretarla cuando el entorno colabora.
ResponderBorrarDigo también que se dá cuando hay realmente en ambos la intención y el deseo de conversar, siento que para eso tiene que haber afecto.
Digo que para llegar al afecto y confianza hay que crear un entorno amable en todo sentido. Puedes recurrir al humor, un juego musical, el escenario sea agradable, estético.
Digo que tienen que tomarlo en serio y tomarse en serio. No lo digo como algo grave sino al contrario...