De la lectura del libro Articuladores de lo posible de Juan Vera, Isaquino Benadof recolecta “las preguntas” que Juan va compartiendo en el libro, que se hace a sí mismo y le hace a los coachees con que trabaja.
Y en cambio yo, recolectó las referencias a personas, las busco en Youtube y las comparto al final de mi posteo del libro en este blog.
Me quedo intrigado con esta diferencia con Isaquino.
Sostenemos luego, con Juan e Isaquino una charla vía Zoom.
Y le digo a Juan que quiero conversemos de la importancia de las preguntas en el coaching.
De todo esto viene este discurrimiento.
Un buen coach, es aquel que interiorizado de la historia y problemática del coachee, le hace preguntas que lo obliguen a cuestionarse.
No es el que le hace un diagnóstico y le dice qué tiene que hacer; operar de esa forma es otra cosa distinta del coaching.
No siempre a uno, coach, se le ocurren preguntas cuestionadoras.
Una idea sería entonces recolectar preguntas, mirarlas, responderlas quizás y guardarlas; en alguna parte de la memoria, como hace Isaquino.
La pregunta, hace que el coachee elabore y muchas veces nos sorprenda con respuestas, que jamás nos hubiéramos imaginado. Y con ellas la conversación arranque por rumbos impensados. Eso es también lo entretenido y lo potente del coaching.
Cuando niños, en una etapa, tuvimos muchas preguntas. Al punto que corrimos el riesgo, y a veces ocurrió, que nos echaron de clases, por interrumpir, o incluso lo llamaron, por molestar y no dejar que el profesor siguiera con su relato.
Incluso en casa, los padres muchas veces se hartaban con las infinitas preguntas que les hacíamos. Aprendimos ahí, quizás, que ser preguntón, no es bueno.
Y en clases, las preguntas las hacía el profesor. Debíamos contestarlas, si no, nos ponían mala nota. Aprendimos a tener que contestar las preguntas, bajo apercibimiento de algo malo. Las preguntas nos empezaron a ocasionar miedo, incluso terror.
Y como que las preguntas que nos hacen, tenemos que contestarlas; si no …
Me cuenta Isaquino Benadof que el premio nobel Isaac Bashevis Singer, tiene un cuento de un tipo que iba en la antigüedad por los pueblos gritando, tengo respuestas, quien tiene preguntas. Me gustó.
Concluyo que no estamos entrenados para hacer preguntas y menos para hacer preguntas cuestionadoras para el coaching.
Esto puede no ser tan cierto, pero para los momentos que corren, pienso que lo que hace falta son preguntas que nos hagan pensar. Y cuando las tengamos, apuesto que elaboraremos buenas respuestas.
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