Cuarto libro de Amit Goswami que leo. Una de las cosas que más me ha impresionado es lo abocados que estamos en nuestras vidas al mundo exterior.
Efectivamente, somos una civilización materialista y cientificista. Creemos que todo parte de las partículas elementales y de ahí se construye para arriba; causación ascendente, la llama él. Y por ahí se llega a nuestro cerebro, de donde emanan cosas, como nuestros sentimientos, pensamientos, incluso nuestra espiritualidad.
La base de todo es la conciencia y la materia es una manifestación de la conciencia.
Esa cosa que el materialismo vigente elude, que es la conciencia, sería el epicentro y fuente de todo lo que nos constituye. Eso nos fuerza a poner la mirada en nuestra interioridad, cosa a la que nos insta Amit en su libro.
La conciencia puede estar, dormida profundamente, dormida soñando, despierta o en estados positivos o elevados.
La conciencia es no local, lo que significa que no se atiene a las dimensiones del espacio-tiempo de nuestra realidad.
Nuestra conciencia es el medio a través del cual conectamos con los campos sutiles; que son varios.
El demostrado fenómeno de la comunicación entre personas sin señal, se acomoda bien a la idea de que use cuerpos sutiles no locales que nos constituyen.
A este nivel, no local, todos somos uno. Y por ahí, ni siquiera hay que mover nada de un lado para otro.
Esto lo tenían claro los Vedas, que se saludan con la palabra Namasté, que significa te saludo desde ese punto donde tu y yo somos la misma cosa. Conocimiento milenario.
Cuatro cuerpos sutiles nos constituyen según Amit. El cuerpo vital, donde residen los campos morfogenéticos, que pautean a los ADN de las células de los órganos, para sintetizar las proteínas propias de ese órgano. De este cuerpo brota la energía vital y unos cosquilleos en los chakras, qué son los sentimientos, que procesados por el cerebro son las emociones. El cuerpo mental que procesa los significados, a través del pensamiento. El cuerpo supramental donde residen los arquetipos de los valores, como el amor, la belleza, la justicia. El siguiente cuerpo es la fuente de todas las posibilidades, o Dios.
Osea, a través de la conciencia, tenemos acceso directo a Dios. Dice Amit que el mismo Jesucristo decía esto.
Nuestra forma corriente de operar activa esa parte del yo que llamamos Ego. El Ego está sujeto a todos los condicionamientos que hemos recibido y es el que mantiene, construye y conserva el relato del yo que somos; que creemos que somos. Para operar en el mundo necesitamos al Ego y mientras más maduro mejor.
Pero hay otro yo, el yo al que se accede en la meditación, que es curioso, pues es un yo más bien vacío, más bien como un yo nada. Este yo, que es pura conciencia, es capaz de acceder a los distintos cuerpos sutiles que nos constituyen, e incluso al campo donde residen todas las posibilidades, que es territorio de Dios.
Dios no ha muerto, dice Amit y está al alcance de nuestra mano.
Por ejemplo, en el proceso creativo fundamental de la conciencia, Amit distingue cuatro pasos:
- Preparación
- Incubación (procesamiento inconsciente)
- Inspiración súbita (salto cuántico)
- Verificación o manifestación
La incubación, es una especie de sentarse a empollar todo lo que se ha aprendido o recabado. No hay que pensar mucho aquí, pues el que trabaja es el inconsciente.
La inspiración, es súbita, una especie de salto cuántico, como cuando los electrones saltan de orbital, en que desaparecen de una órbita y aparecen en la otra. En esta fase accedemos mágicamente al campo donde todo es posible y elegimos la posibilidad que queremos que se manifieste. Un acto inconsciente, por de pronto. Es la conexión de la musa, de la divinidad.
La verificación o manifestación, es cuando maestreamos el producto de la inspiración en un producto útil. En todo caso, este proceso creativo puede ser de instancias externas como internas.
En nuestra cultura, la conciencia es un objeto obviado, que va quedando claro, debemos rescatar y volver a poner en su posición gravitante de nuestras preocupaciones. Si es lo que somos al final de cuentas y es lo que nos sobrevive cuando morimos, dice Amit.
Más cultivo de la interioridad, soltando el excesivo foco en hacernos de bienes del mundo exterior. No vinimos a eso; se nos había olvidado.
Dios mediante.
Gracias por compartir.
ResponderBorrarEstos días me acompaña "Sincrodestino" de Deepak Chopra.
quién dice que todo lo que consideramos sólido en el mundo físico, entra y sale de un vacío infinito a la velocidad de la luz.
Qué la continuidad y solidez del mundo existen sólo en la imaginación alimentada por sentidos que no pueden discernir las ondas de energía e información que conforman el nivel cuántico de la existencia.
Por mi parte suelto amarras y me voy entregando a ese yo vacío ese yo nada el que está en conciencia en la meditación, al cual haces referencia.
Un abrazo
Gracias Isabel Fernández. Veo que estamos sintonizados.
BorrarGracias padre!
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