Salimos de Santiago a un cuarto para las 8, quince minutos después de la hora planeada. Un jeep Suzuki y 5 personas a bordo.
La salida de Santiago está espectacular con las autopistas concesionadas; incluso la que nos llevaba en la dirección de los Andes, pues nuestra ruta era el camino internacional que pasa por Portillo.
Estaba nublado y eso nos hacía dudar del pleno éxito del paseo. Lo habiamos planeado hacía unas tres semanas y lo concretabamos finalmente, ese día domingo 2 de abril.
Internarse en la cordlllera de los Andes por esa ruta que va a Portillo es toda una experiencia. Tanto camión bajando, incluso en domingo, nos sorprendía.
Cerca ya de la primera curva de ascenso a Portillo, el cartel que decía al Glaciar Juncal nos hizo desviarnos por un camino de tierra que tuvimos que retornar tras la indicación de un lugareño que nos indicó la pasada, unas casas mas arriba.
Buen camino de tierra, de unos 9 kms de extensión nos llevó al punto de partida de nuestra caminata. En la ruta nos llamaron la atención ruinas de diverso tipo, que hablaban de actividad minera e industrial que había dejado de ser rentable por variaciones de precios de los minerales o saturación de las minas. Una ruta de tren, sus puentes, pedazos de la línea literalmente arrastrados por la corriente del rio que iba por el cauce del fondo del valle; construcciones de diverso tipo, incluso adivinamos lo que fue una estación de ferrocarril. ¿Qué historias guardaban esos restos?
Breve conversación con los dueños del lugar y algunas indicaciones para nuestra ruta fueron escala suficiente para iniciar nuestra extensa caminata. El premio final era el avistamiento del glaciar Juncal que se nos aparecería allá al fondo, justo a la vuelta.
El paisaje ya era glorioso; qué lugar para montar ese campamento de construcciones en proceso de refacción.
Tomamos el sendero que partía bajando para cruzar ese cauce pequeño pero caudaloso, por ese puente y esas veredas escarpadas que me hicieron pensar que los caballos pasarían con difcultad si fueramos montados. Y a caminar se ha dicho, por una ruta que ascendía muy lentamente desde esos mas menos 2.300 mts sobre el nivel del mar del punto de partida.
Al poco andar, pasamos un piño de ovejas que en un número quizás superior a 700, pastaban en una ladera inclinada, verde por la humedad de una bajada de agua desde lo alto. Ovejas de cara negra y ovejas de cara blanca, gritaban sus notas desafinadas y emprendían movimiento en masa para arrancar a estas visitas amenazantes. Divisaba por aquí y por allá corderos mas jovenes que me hicieron pensar en los siete meses desde un probable septiembre de alumbramiento.
Cristobal caminaba adelante sacándonos distancia con su paso esforzado; detrás a cierta distancia, la Bárbara su polola; distancia que a medida que avanzabamos se iba ampliando. Yo seguía a la Bárbara a distancia estable de unos cincuenta metros. Sabiamos que debiamos caminar unas tres horas a buen tranco para lograr ver el glaciar, y esa oportunidad, al menos los tres que ibamos adelante no nos la ibamos a perder.
Humedales mas adelante, al otro lado de los cuales se veia ganado del tipo vacas y toros de gran tamaño.
La vista de los cerros enormes que ascendían escarpados con formas y colores diversos hacían del espectáculo una maravilla.
Lejos mas atrás, venían Raimundo y la Pili, los cuales mas tarde veo con mis anteojos de larga vista, que se esperan y caminan juntos.
Era una carrera por llegar a la meta, mas bien. Mas adelante vimos tres carpas de alta montaña agazapadas en los bordes de un humedal. No se veia a nadie en la vecindad así que supusimos que andaban escalando por algún lado.
Y derepente la ruta se ve interrumpida por un curso de agua, agua helada, de caudal incómodo. Subimos aguas arriba hasta encontrar unas piedras que nos permitieron a brincos exigidos, capear el obstáculo. La Bárbara exploró el territorio buscando algo mas fácil, lo que demoró a Cristobal y me puso a la cabecera de la marcha.
Finalmente doy la vuelta al cerro y empiezo a ver, encima ya, el imponente glaciar. Camino por arriba de tierra y piedras revueltas, entre gigantescos pedazos de hielo que dejan ver sus flancos, ascendiendo poco a poco hasta lo blanco del ventisquero. Me cruzo con un grupo de unas cinco personaa que bajaban volviendo y me dan indicaciones de la ruta entre las grietas. Llego hasta un alto y me siento a contemplar el hielo detenido del glaciar que se encumbra cerro arriba ante mis ojos. Unas nubes revolotean en lo alto y descienden amenazantemente hasta que empecé a sentir el golpeteo de las gotas de agua en la mitad de una ventisca helada. Abro mi mochila y saco el abrigo que tenía, me lo pongo y comienzo el descenso. Poco mas abajo encuentro a Cristobal y la Barbara, que se resguardecían bajo una enorme roca. Ahí nos cobijamos e iniciamos la comida del picnic. Poco mas rato aparecen Raimundo junto a la Pili que ya vienen exhaustos.
Bajamos en una lenta, exhausta, larguísima caminata hasta el lugar del auto. Me recuerdo tirado en el verde de un humedal, de brazos abiertos mirando el cielo nuboso y los cerros enormes, intentando descansar y recuperar energías para seguir.
Al llegar al sitio del auto, una breve conversación con la Catherine y su sobrino Tomás y de vuelta a Santiago, cansados, algunos cansadísimos, pero extasiados con el paseo y el espectáculo.
Aquí comparto mis impresiones y reflexiones sobre temas relacionados con el coaching profesional, que es mi actividad principal, libros que leo y otras menudencias, como una forma de compartir y propagar la conversación que estos temas generan
Qué extraordinario paseo. Veo que le estás dando duro. Me inscribo para algún próximo desafío de montaña.
ResponderBorrarNo me queda claro cuántas horas de caminata son en total, pero si que lo anoto en mi lista de pendientes de inmediato.
ResponderBorrarMuy entretenido lo que describiste en tu blog. Un favor - te queria pedir
ResponderBorrarque - ya que indicas claramente como se accede al lugar, que indiques en el
texto que el acceso al Glaciar cruza aprox. 20 km de propiedad privada y por
lo tanto es necesario solicitar autorizacion a mi mail ckenrick@terra.cl o a mi celular 09 3376336 y ser muy cuidadoso de retirar toda la basura.
Enviado por Catherine Kenrick, la de pelo cano de la última foto.
tio mio... fue una caminata memorable. en parte por la inmensidad de la naturaleza, la calidez del valle, la repentina lluvia frente al glaciar, las ampoas de raimundo... y en gran parte porq estoy casi segura de haber escuchado a las rocas hablar... un abrazo. tu sobrina favorita.
ResponderBorrarLamento haberme perdido este gran paseo. Espero poder ir al proximo, que ojalá sea pronto. Saludos, Andrés R.
ResponderBorrarGabriel, fascinante paseo. Es increible las maravillas que tenemos tan cerca de Santiago. Gracias por el relato y el dato de lo que hay que visitar. Saludos
ResponderBorrarParece ser que no es muy dificultosa la caminata, agradecería que dieras más información de como llegar....Ustedes no pidieron permiso para entrar?
ResponderBorrarHay algún refugio arriba?
Saludos
Mimi
ES UN BELLO LUGAR....NUNKA OLVIDARE ESA AVENTURA.
ResponderBorrarSALUDOS.