De los dos libros que he leído de Mariano Sigman, este es el que más me ha gustado.
Aquí sí que me abre a la realidad de la revolución que está siendo la neurociencia en el mundo actual.
Con el telescopio, a Galileo, que empezó a ver de verdad el mundo que nos rodea, el mundo planetario, no solo le cambió la vida, sino que cambió la forma de ver donde estamos parados todos.
Hoy la neurociencia es como un nuevo telescopio, esta vez para mirar dentro del cerebro, mientras hacemos esto o aquello.
Se está abriendo una ventana fascinante, pero estamos empezando. Mariano Sigman dice que estamos entre Lavoisier y Carnot, en cuanto al descubrimiento del calor, que se pensaba era una sustancia y terminó abriendo la revolución industrial con sus máquinas.
Los enfermos en estado vegetativo, asumo que no todos, se está constatando que escuchan, responden preguntas y comprenden lo que están escuchando, por cómo se encienden y apagan zonas del cerebro con las interacciones.
Están presentes, cuando pensábamos que estaban apagados, como plantas.
Tremendo descubrimiento. Pienso en mi tío Jorge Larraín, tantos años en estado vegetativo, hasta que un día despertó y saludó a su mujer como si nunca hubiera estado ausente.
La zona visual de nuestro cerebro opera como un computador de procesamiento paralelo. Es decir, todos los estímulos son procesados por procesadores especializados que corren en paralelo y están, no sabemos como, sintonizados, coordinados.
Aprendemos a leer aprendiendo las letras una por una, luego las sílabas y las palabras. Después vamos leyendo palabra por palabra lentamente.
Estamos ocupando un circuito cerebral entre los lóbulos frontal y parietal. Es lineal y sumamente lento.
Pero cuando aprendemos ya a leer de corrido, como leo hoy día, el proceso ocurre más bien en el lóbulo occipital de la visión, donde está este fenomenal procesamiento de alta velocidad de procesadores paralelos.
Qué importante es saber cuando estamos aprendiendo algo, que vendrá un momento en que activaremos ese segundo carburador y seremos verdaderos maestros en la materia; y no rendirnos antes.
Mucho se ha estudiado a los infantes, a los niños desde que son guaguas hasta 7, 8, 9 años. Las lecciones son increíbles. Venimos seteados para captar problemas matemáticos tempranamente. Para tener juicios morales antes de siquiera hablar. Y qué decir, de las habilidades para aprender cualquier idioma del planeta.Y los neurocientíficos han descubierto fundadamente el valor de manejarse en más de un idioma.
Los disléxicos, se ha descubierto, son perfectamente inteligentes y capaces. Lo que pasa es que tienen la comunicación cerebral entre la parte auditiva y visual, con algunos problemas. Dificultad que hoy en día es muy fácil subsanar con unos sencillos ejercicios.
Cuanto les tocó sufrir en la época escolar a estos disléxicos y disléxicas, que muchos de ellos quedaron convencidos que eran medio idiotas. Craso error.
Para mi fue muy interesante cómo los neurocientíficos manotean mirando el cerebro para entender cómo se da esto de la conciencia.
Andamos en el día a día, pajareando. Pensando en cosas que no están en el presente. Lo llaman soñar despiertos.
Cuando nos ponemos en el presente, con total atención, la iluminación del cerebro se expande y lo cubre entero.
Encuentro notable estos descubrimientos.
Bueno, te dejo estás pistas, estas señales, pues pienso que algún tiempo tendremos en el futuro que dedicarle a este tema de la neurociencia, que nos trae Mariano Sigman.
Sin duda que todos estos descubrimientos científicos fascinan a quienes, desde el mundo materialista, necesitan explicarse lo que pasa en la materia, especialmente en el ser humano. Sin embargo no somos materia solamente, la comparación con un computador de nuestra mente nos lleva al transhumanismo que pretende prolongar la "vida" eternamente en una máquina y hay que partir por preguntarnos de dónde y cómo se formó esta materia tan especial que somos cada uno de nosotros, ¿ha sido todo causa del azar y de la simple y azarosa unión de células? ¿o hay un "pensamiento" previo que diseñó este especial ser? cuando de fabricó la primera rueda en el mundo, alguien la pensó y después el mismo o un maestro la ejecutó en base a la idea previa. Una obra de arte como por ejemplo Parsifal de Eschembach, ¿la realizó tirando un montón de letras sobre una hoja y zas!!!! lista la obra maestra?, claro que es un extremo el ejemplo, como podría citar muchos otros, pero NO somos solo materia, nuestra pensamientos no son las conexiones sinápticas que lo definen todo, la emoción que ocurre al escuchar una de las maravillosas obras musicales clásicas, no son solo conexiones sinápticas ni es que sea porque una hormona del sentimiento se ha disparado al torrente sanguíneo. El ser humano ya descendido a lo más profundo del materialismo, con el consecuente egoísmo, pero es parte del proceso de evolución de la humanidad, ya es hora de que quienes "piensan un poquito" dejen de mirar la vida como si fuera todo causa del azar y de la casualidad.
ResponderBorrarSin temores, la verdad dónde nos lleve.
BorrarPor cierto, nuestra mente y cerebro son maravillosos y, porque no decirlo, misteriosos. ¿Cómo no maravillarse de que tengamos consciencia?, si percibimos la realidad a través del contexto de nuestros recuerdos y bien sabemos las debilidades de la memoria.
Y hablando de memorias, la ciencia, en esencia, no es otra cosa que esa memoria que es reproducible, en otras palabras, son aquellos registros de la experiencia que podemos repetir. Es esa memoria verificable la que nos da la confianza de subirnos a un avión o de que si aprieto los frenos se detendrá mi auto.
¿Dónde me quedé? Ah, sí. A propósito de los orígenes, ya aparecieron un par de partículas de la nada y, repito, de la nada surgieron unas partículas, pequeñitas, por cierto, pero dan para pensar, ¿no les parece?
Quizá esta idea de avanzar sin temores ya esté grabada en una de mis particulares neuronas que guardan conceptos.
Sin temores.
El fotón es una partícula que no tiene masa ni carga eléctrica y son los mediadores de la fuerza electromagnética, es decir fundamental para la vida ya que sin ellos no podría existir el átomo. Contemplar la belleza de la aurora boreal o austral no me parece un acción materialista
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