domingo, octubre 13, 2024

Encuentro después de 55 años de salidos del Grange

Dos días completamos en esta actividad organizada por nuestro compañero John Scott, hijo del funcionario del colegio John Scott, cuya familia vivió siempre en el mismo colegio, mientras asistimos al colegio.

John Scott
Por eso John fue parte de un grupo de compañeros que como internos, venidos de muchas partes de Chile, vivían en el colegio.
Ahí me enteré que Gerásimo Dionisis, cuyos padres vivían a no muchas cuadras del colegio y Jorge Soto, cuyos padres vivían en un campo en el sur de Chile, eran internos del colegio.

Mi padre fue también interno del colegio, muy conocido de nuestro profesor de francés, monsieur Covos, que por aprecio a él, cuando pasaba lista, a mi me nombraba con el mismo nombre de mi padre, Gabriel, cuando a todos los demás los llamaba por el apellido.
Luis Echavarri, nuestro poeta del curso (aportó una bella poesía de recuerdo para este evento), también fue interno del colegio, siendo que sus padres vivían a un par de cuadras del colegio. Nunca entendió este proceder de sus padres.



Encuentros significativos podría llamarse este evento. Sostuve con diversas personas, significativas conversaciones, unas más otras menos.
Tengo este blog de entrevistas que les hicimos a 27 compañeros, con el Caco y en algunas ocasiones con Juan Aviño, en años pasados. Tuve la preocupación de leer algunos de sus contenidos antes de esta reunión.
Por eso tempranamente abordé a Alvaro Fisher con la pregunta, qué son “las ganas”, tema que había registrado de esa conversación antigua, en que había dicho que lo importante en la vida era tener ganas.
Un tema por el que este connotado evolucionista no dejaba de tener interés. Esa pregunta dio pie a la que fue mi primera conversación significativa.

cuadro del Caco Salazar

la fuente

Llegué con el Caco Salazar, que me pasó a buscar a mi casa, procedente él de la costa de Papudo donde vive, para pernoctar una noche en mi casa.
Ya entrar al colegio es un hecho significativo. Por esos espacios y recintos nos paseamos cuando éramos muy chicos y luego jóvenes. Qué recuerdos se agitaban en nuestra memoria, solo al recorrer esos patios y corredores.
Llegamos con el Caco vestidos muy informales, con sendos jockeys, y nos encontramos con muchos compañeros vestidos con corbata y tenida con chaqueta y pantalón de vestir, como si fuéramos alumnos de los últimos años.
Nada en mi suscribía ese anhelo de remembranza a ese nivel.



Recuerdo haber hablado con mucho interés con Alejandro Rojas, compañero del que nunca fui amigo, pero del que tenía curiosidad de conocer. Retirado hace ya algunos años, de un cargo como asistente comercial del Banco del Estado, donde pasó años trabajando. Separado, padre de dos o tres hijos, sin nietos. Tuvimos una buena conversación indagatoria, cercana y con un buen afecto mutuo. Ya era hora de establecer vínculos. Al día siguiente, en Old Boys, éramos los dos únicos con jockeys.



Nos sentamos en el Asembly Hall, detrás de niños de unos 7, 8 años. Y vimos una obra de teatro donde participaron multitudes. Fue muy simpático y me sorprendió lo atentos que todos estos peques seguían el guión, a pesar de parecer distraídos todo el tiempo. Conocí en la fila delante mía, al Peque, la Cata y la Mía, que en un rato terminó con mi jockey puesto.
Largo fue el espectáculo, lo que me hizo mirar a mi alrededor y ver como mis compañeros miraban e interactuaban con sus celulares, de una manera que algo me perturbó.



Cada encuentro con un viejo compañero de curso, con muchos de los cuales no nos veíamos por años, fue significativo. Los años han pasado, se nota. Aparte de que hay muchos, creo que 21, que ya nos han dejado. Somos los sobrevivientes, muy conscientes, luego de una proyección que nos preparó John con los idos, que capaz que en la próxima, seamos nosotros lo que estemos ahí.
Bueno pues, no perdamos tiempo y vamos conectando, con unos y otros, con mucha presencia y afecto, que sorprendentemente sigue vivo.



Un grupo nos fuimos a la casa de John Scott que deslinda con el Country Club, por dentro, por las canchas de golf del Country. No fue una caminata corta, pero supe que los que hicieron la ruta por las calles, fue mucho más larga.
Iba punteando este grupo explorador con Carlos Fernández, con quien apreciamos las casas que miraban al Country, soñando con comprar alguna de ellas.
Llegamos a la casa de John donde ya el fuego ardía y las carnes y corderos chorreaban sus grasas. Un rico pisco sour nos esperaba, al costado de una piscina y de un jardín con terraza.



Conversé un rato con Domingo Caram, compartiendome él bellas imágenes de su campo y animales de engorda, en su fundo cerca de Frutillar, en el sur de Chile. Me enteré que era de origen Libanés neto, cosa que ignoraba. Lo mismo me enteré que Dionisis era de origen griego, destino adonde iba a veranear todos los años arrendando alguna buena propiedad costera.
Con Roberto Blum hablé brevemente de los cambios que siente quiere hacer, tomando alguna distancia de su atareada vida multi empresarial. Escapó de repente, cuando vio que la oportunidad de agarrar un micrófono que se exhibía y decir cuánto nos quería a todos y contar alguna anécdota, donde eran protagonistas los presentes profesor Galvarino (con “v” de vaca y no de burro) y el Chispa González, debe haber sido a algo así como a sus 15 años.



Finalmente se me dio el espacio para abordar nuevamente a Álvaro Fisher, cuya hija había expuesto en el Assembly Hall, de IA. Hablemos de conciencia, le dije; y nos sentamos a hablar un buen rato. Sabiendo que él era un materialista, que pensaba que la conciencia era una emanación de la materia, del cerebro, mientras que yo pensaba que el universo es y siempre ha sido conciencia y la materia una manifestación de la consciencia. Una conversación que da para todo un posteo. Fue quizás la más significativa conversación de estos memorables dos días de encuentro con estos queridos compañeros de curso del colegio.



Al día siguiente conocí las excelentes instalaciones del Club Old Boys de Chicureo. Estimo que de los 40 compañeros que asistieron el primer día, a este segundo día en día viernes, asistieron 25; quizás un poco más.
Esta vez la informalidad reinaba y fue un plácido departir e interactuar bien atendidos por un aperitivo y después una paella exquisita, en tres mesas, de unas 8 personas por mesa.
En mi mesa hubieron muchos recuerdos de la época del colegio, relatados graciosamente por John Scott, el Caco Salazar, Jorge Soto y Gerásimo Dionisio.
Yo tuve algunas buenas conversaciones con mi vecino Eduardo Vera, quien respondió mis preguntas sobre sus quehaceres y pasiones.



Qué buena instancia de encuentro, actualización de vínculos afectivos y posibilidades. Yo quedé con datos y convites a visitar el campo de Brian Leslie en la vecindad de Gorbea, con posibilidad de andar a caballo e incluso dar un paseo en avión.
Tantos nombres, tantas breves interacciones, tantos recuerdos, que no se pueden desplegar en un espacio breve como este. Debiera nombrar a Francis Carpentier, Daniel Prieto, Milton Egaña, que putas que la revolvió el primer día, Guillermo Vallejo, Gabriel Benoit, Gustavo Contesse, que me trajo de vuelta de Chicureo, Guy de Mussy, Juan Aviñó, mi gran amigo, Peter Dyer, Willy Vallejo, Claudio Skarmeta, Juan Obach, Lucho Mayol, nuestro ex ministro, Roberto Pincus, Peter Pollak, que debe estar enojado conmigo porque no le he devuelto sus invitación a comer y el pesado de .. (se me olvidó el nombre; muy conveniente).
Gracias John por organizar todo esto.



No fueron por alguna respetada razón: Pancho Lizana, Andrés Pinto, Andrés Hofmann, Luis de Urruticoechea, Roberto Meza, Tury Prado, Cucho Montt, Esteban Maldonado, Fernando Smits, Felipe Cádiz, Francisco Ayala, 
Tampoco fueron por habernos ya dejado: Jaime de Larraechea, Germán Moreno, Christian Nielsen, Hernán Duval, Esteban Urcelay, 

La poesía de Luis Echavarri:

ALEGORIA CULINARIA - Clase del 69

En el caldero de los sueños de nuestros padres
en la hoguera de sus anhelos 
en sus egos, en sus expectativas
en sus fracasos
conversados a la luz de tradiciones
experiencias meditadas con amigos, rumores
abundancia y estrechez.
terminamos todos.

Gordos, flacos
grandes y chicos
rubios y negros
hasta colorines
con el mismo overol
ingredientes de la clase del sesenta y nueve.

Fuimos parte de una receta inexistente
que el azar
improvisa el mes de marzo de cada año
en donde el y solo el     
es responsable de las proporciones
que unos cuantos recordados cocineros
y el gran chef administran.

Guiso que ha perdurado en el tiempo
esos que mejoran al día siguiente
al año siguiente
a la década siguiente.

Cuyo original sabor
tiene algo de gefilte fish
un toque de paella y moussaka
marmaon y empanadas
sin olvidarnos del
steak and kidney pie.

Con ese desequilibrio culinario
que más allá de la diversidad
de sus elementos,
fue capaz de una perfección
ausente en cada uno de nosotros.
Como si ese caldero
otorgase una particular jerarquía.

Receta, que en nuestro otoño
después de cincuenta y cinco años
a pesar de la triste perdida
de importantes ingredientes
es aún
producto de esa aleatoria y desconocida fórmula
digna de tres estrellas Michelin.

(puedes preguntarle a chatGPT (yo lo hice) qué es gefilte fish, moussaka, kidney pie y tres estrellas Michelin)


Nota: agradecimiento especial a los fotógrafos, en particular a Jorge Soto.

(comentarios con la opción Anónimo y nombre en el texto por favor)

1 comentario:

  1. Anónimo11:06 a.m.

    Muchas gracias Gabriel por tu hermosa descripción y narrativa de este tremendo encuentro de los 55 años de la Clase 69.
    Lamenté muuuucho no poder asistir, compartir con ustedes y reconocernos.
    Recibe un gran abrazo y cuando pases por Concepción, no te olvides en llamarme para juntarnos.
    Saludos
    Víctor Lamas Sánchez

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