Me ha gustado este libro de Vicente Villela. Medito todos los días, entre 10 minutos y media hora; desde hace años. Sé el valor que esto tiene.
Escrito por un escéptico, de esos que no creen en nada, pero un día, por alguna influencia, prueba un alucinógeno, como el LSD y descubre que la conciencia, su interioridad, puede estar llena de sorpresas muy impresionantes.
Toma conciencia que cuando vamos a habitar una nueva casa, la recorremos entera, abrimos las llaves, hablamos con los vecinos, etc., pero de la casa interior que habitamos, nada o casi nada.Y decide asistir a un retiro de meditación vipassana. Horas y horas de no hacer nada, solo atender a la respiración, colapsa y arranca como a los tres días.
Recapacita, curioso por ver qué hay para este lado, para adentro de nosotros mismos, insiste y se inscribe en otro retiro igual y esta vez sí llega hasta el final.
Ahí empieza su recorrido que va a terminar en este libro.
Descubre que desarrollando esta habilidad de enfocar la atención a voluntad, en alguna medida, ya le reporta cambios en la forma de andar en el día a día, que valora.
Descubre que la vida ocurre en el presente, en el aquí y ahora. Y de que nos pasamos la vida en otra parte. Pensando en lo que viene, pensando en lo que fue, pensando en algo que nos saca del momento presente.
Se percata que las redes sociales nos tienen jaqueada la mente, la atención, y no solo eso, están estropeando gravemente nuestra capacidad de sostener la atención en un solo punto o foco. Saltamos de un tema a otro, de una imagen a otra, como monos de rama en rama de la selva.
Y esto es un daño mayor, que lesiona nuestra capacidad cognitiva. Es grave.
Por eso meditar, lo propone como un ejercicio compensatorio importante, en los tiempos que corren donde el celular, Internet, se tornan ineludibles.
La atención cuando empezamos la práctica de meditar es como una linterna que ilumina algo que está allá, o aquí. Enfocamos en la respiración, luego en el cuerpo, sus tensiones, lo que sentimos.
Ya avanzado en la práctica, nos invita a tomar conciencia de todo lo que está accesible desde la conciencia, desde la atención, digamos en 360 grados. Es como sacarle la pieza que enfoca la linterna y transformarlo en un foco que ilumina en todos los sentidos. Lograr esto, atender a todo el campo atencional, es un paso importante. Podemos andar en la calle, en la micros, ejercitando ese tipo de atención.
Termina Vicente Villana hablando de la meditación en su máximo nivel, cuando somos capaces de enfocar a la fuente de donde brota la atención. A atender al núcleo del ser que somos, que llamamos yo.
Tomar conciencia de la conciencia que somos, con la atención puesta en ese vacío que nos constituye y de donde emerge y pasa toda la experiencia.
De repente te cae la chaucha que vivimos en una cultura que te empuja a ir apurado a algún lado, donde está lo que buscas, ya sea en riqueza, en logros, en destinos, pero el destino verdadero, el importante, es llegar al aquí y ahora; que es donde ocurre la vida. Guau.
Un libro didáctico, entretenido, qué ilumina y justifica una actividad que cuando aprendes con ella, afecta, transforma tu vida de manera significativa.
Agradecido.
Muy buena reflexión cada vez con mayores dotes "literarios" , felicitaciones.
ResponderBorrarHola Gabriel, muchísimas gracias por tu reseña, como sabes el mercado de libros en Chile es pequeño y todas las ayudas en difusión suman. Me alegra que el libro te haya resultado útil y espero haber aportado a difundir ideas que a ambos nos parecen importante y necesarias para una vida examinada. Un abrazo!
ResponderBorrarGrata sorpresa tener al autor de un libro comentando un posteo de su libro en mi blog; me siento honrado y agradecido.
Borrar