Reviso mi historia y me doy cuenta que una situación podría haber tomado completamente otro rumbo si las partes hubiéramos sabido conversar de aquello que nos causaba escozor y que no sabíamos cómo abordar.
Hay una pendiente resbaladiza que nos lleva a concluir que lo que pasa es que el otro ES de una cierta forma y por eso tal cosa.
Cuando lo que hace falta es una buena conversación. Pero antes, saber sostener buenas conversaciones.
Por eso pongo tanto énfasis en que no sabemos conversar y se trata de una tecnología social, a la que nos debemos abocar.
Esta idea de que las personas son de una cierta forma, está equivocada.
Las personas vienen siendo de una cierta forma, no porque sean de esa forma, sino porque aprendieron esa forma de actuar.
Las personas en su núcleo no son nada, más que una gota de conciencia, con acceso a la fuente creativa e inspiradora. Los que meditamos puede que tengamos ya esta sospecha o intuición.
Lo que nos constituye son nuestra interacciones, son nuestras relaciones, tanto con personas como con el hacer en el que estamos.
Esa idea de que la persona ES de tal forma y jamás podrá salir de ahí, es errada y limitante.
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