(foto de Marina Poblacion)
Es el medio de transporte único para estos escolares que cruzan el lago para ir al colegio, imagen de la ilusión de salir adelante en la vida y vía de escape a la pobreza para muchos padres de esos niños. Ahora, el país se ha movilizado para ir al rescate de sus cuerpos que flotan en alguna parte de las profundidades de ese hermoso lago. Algo en mi cuerpo se contrae, se queda mirando esta escena de dolor e impotencia, de familiares deshechos, de madres y padres y hermanos y tios y primos y amigos, paralizados en la congoja ante la catástrofe. Se culpa al botero por negligente. Yo culpo también a los que se suben, viendo que están expuestos; a los padres, complices del riesgo. Al país por estar mirando para otra parte.
Aparece en mi imaginación ese lugar al fondo del Maihue también, donde reposan hermosas casas de veraneo, construidas muy probablemnete sin restricciones económicas, en medio de una bellísisma cancha de golf, a donde se llega sin problemas por un excelente camino. Cómo será me pregunto el sentir del corazón de los recidentes de esas casas cuando desde sus casas de Santiago ven esta misma noticia.
(foto de BT A)
Somos un país atrapado en la ceguera de no ver al que está un poco mas allá intentando salir de esa zona invisible del territorio, olvidados, pues nuestras vidas están demasiado ocupadas en cosas ineludibles, muy importantes, donde se construye mi reputación y mi solvencia económica.
Caigo de rodillas y sumergo mi alma en las profundidades del Maihue y abrazo esos cuerpos de niños, jovenes y adultos, y escondo mis lágrimas en la inmensidad de ese lago.