viernes, diciembre 25, 2020

Libro La ciencia oculta de Rudolf Steiner

Un libro medular de Rudolf Steiner. En el entra en la que es su Escuela de formación de capacidades espirituales de los que llamará iniciados o videntes. Los que ven más allá del mundo físico-sensible al que estamos acostumbrados. Los que ven la dimensión espiritual de la realidad.

Claramente vivimos en una era de total, o prácticamente total ceguera, de la dimensión espiritual. Nos va quedando la fe, a ciegas, de que exista. Pero conexión perceptiva de la realidad espiritual, muy poca.
Estamos en medio de una era materialista, sin más.

Steiner sostiene que el universo, entero, es espíritu. Y que la materia, es una forma de condensación del espíritu. Algo así como el hielo en un espacio de agua.

En este libro recorre la historia evolutiva del universo y en particular, del hombre. Partimos siendo como calorcitos inmateriales, que flotábamos en planetas y estrellas incandescentes. Estos calorcitos van evolucionando y pasando de planeta en planeta, o estrella, y se van materializando hasta el cuerpo material que hoy somos.
Esta parte de su relato, parece ser una ficción esotérica de la más extrema. 

Lo que va dejando claro, es que los distintos pasos e incorporaciones, de la estructura del hombre, es implementada con la intervención de agentes espirituales, de diverso tipo. 
Bottom line, somo seres espirituales a la base, rodeados y afectados, por seres espirituales.

Dónde perdimos el norte de la dimensión espiritual ? En la fase de la Atlántida. Ahí entraron al ser humano, unos espíritus, que nos cegaron de la dimensión espiritual. De ahí vino el cataclismo o hundimiento de ese continente y la escapada en todas dirección de nuestros antepasados.

Steiner vaticina otro cataclismo de proporciones, poco más adelante de la época actual. De miedo. Pero por lo desubicados que hemos andado, estropeándolo todo, enfocados en cosas muy lejos de lo espiritual, y como todo es espíritu, se vendría.

El paso inicial de su escuela del desarrollo de la capacidad de ver lo espiritual, es la concentración hacia el interior, o meditación. Le pide a los alumnos, paciencia y persistencia. Parece que el avance requiere de tiempo.
Después hay que desarrollar la Imaginación, trayendo imágenes creadas sin intervención del mundo físico. Poner total concentración en ellas y después, en la capacidad que fue capaz de crearlas. Incluso por la atención y persistir en ellas, en la emoción que esas imágenes generan.

Con los pasos siguientes se desarrolla la Intuición y la Inspiración.
Con estas capacidades disponibles, empezamos a ver ya la dimensión espiritual que está en todo lo manifiesto, en todo lo "real".

Otra cosa que dice Steiner, es que los seres humanos estamos constituidos de tres cuerpos y un Yo. Son el cuerpo físico, el etéreo o vital, y el astral.
Cuando nos dormimos, quedan el cuerpo físico y el cuerpo etéreo, que mantiene con vida al cuerpo físico.


Y el astral y el yo, salen de paseo, se van a la dimensión espiritual. Algo nuevo traen a veces de esos paseos. Al despertar, es como que el cuerpo astral le da un electroshock a los otros dos cuerpos, y los vuelve a la vida consciente, con un yo persistente, con su memoria.

Con la venida de Cristo a la Tierra, instala este el centro de la dimensión y evolución espiritual, en el centro del ser humano, el amor. De fuera pasa la cosa medular a estar adentro.
Cristo es central en la evolución humana para Steiner.

Somos seres espirituales y nuestra materialidad es espíritu condensado.
A que distancia estamos de entender algo así ?
Lo que está claro, según Steiner, es que esa dimensión espiritual es perceptible por órganos que debemos y podemos desarrollar.
Y al no ver la dimensión espiritual de la realidad, estanos operando completamente ciegos. Y causando estragos.

Por de pronto, cuando tenemos activa la capacidad de maravillarnos, podemos captar destellos de la dimensión espiritual de la realidad.

lunes, diciembre 14, 2020

La realidad que veo

Veo lo que veo y lo que no veo no lo veo.

No todos se dan cuenta que si están sentados junto a otra persona mirando para el mismo lado, ven distinto.
No todos se dan cuenta que la realidad que cada uno ve, se nos aparece como distinta.

Este solo hecho es causal de muchos conflictos; incluso guerras.
Humberto Maturana lo dice así: somos observadores particulares, válidos.
Válidos quiere decir que lo que cada uno ve, está bien. 

Mañana tendremos un eclipse en Chile. Todos veremos la misma cosa, si estamos parados en el mismo punto ? Si y no.
Interesante dirá uno, increíble dirá otro, otro llorará y otro buscará a quien abrazar. Todos, al parecer, experimentan cosas distintas.
¿Ven lo mismo ?

Si viene un científico, filma el hecho, saca fotografías, podemos decir que registra el hecho objetivo.
Pero cada persona presente tiene una experiencia diferente. Y se puede decir que cada uno de ellos ve algo distinto.

Existe una física Newtoniana y existe una física cuántica. El eclipse se rige por las leyes Newtonianas de la naturaleza. Pero nosotros, parece que somos cuánticos; la realidad depende del observador.

Yo soy, lo que veo. El tipo de observador que yo soy, me determina.
Y esto no es estático; cambia con el tiempo y cambia con la experiencia.

Cuando la ciencia entró en escena, le quitó un pedazo enorme a la iglesia, de lo que es la realidad, de lo que es verdad. Su método científico fue tan contundente, que en adelante si estaba científicamente demostrado, era verdad, era un hecho real.
Toda la parte que la ciencia no cubría, pasó al cuidado de la iglesia, que lo mantuvo en la categoría de dogmas de fe.
El prestigio de la ciencia fue tan grande, que la cultura se transformó en una centrada en lo medible por la ciencia y por lo tanto en una cultura materialista.
El espíritu perdió pedegree, perdió credibilidad, hasta que , se podría decir, la espiritualidad murió; o Dios murió.
Y dejamos de ver para ese lado. Nos enceguecimos.

La conversación de coaching, busca tomar conciencia del observador que vengo siendo y explorar otras posibilidades, en buena medida desafiando juicios que traigo, de la realidad y de mi mismo.
Un buen trabajo de coaching lleva al Coachee a cambiar como observador.
Aparecen cosas que no se veían y nuevas posibilidades emergen. Lo que sigue es la acción, proceso que el Coach también puede acompañar.

Lo que vemos es un dato, al final de cuentas. Cuando nos abrimos a conversar, con mente abierta y corazón abierto, efectivamente podemos vernos afectados por cómo otros ven, y mover nuestra forma de ver.

Aprender también afecta como vemos. Toda profesión u oficio, nos sumerge en un mar de distinciones, lenguaje propio, en que un mundo aparece, que antes no estaba. Y me forma para poder operar ahí donde antes nada sabíamos, nada veíamos.

Necesitamos cambiar el mundo en que estamos. Necesitamos cambiar la Constitución que nos rige. Lo que más necesitamos es cambiar como vemos, para que nuevos mundos sean posibles. Sospecho que necesitamos despertar nuestros sentidos del espíritu, para ver hacia donde no hemos estado viendo. Necesitamos una nueva espiritualidad.

¿Cómo hacemos esto? Y necesitamos hacerlo rápido.

viernes, diciembre 11, 2020

Conociendo a Roberto Vidal de un local de venta de repuestos de autos

El auto no parte, me dice por teléfono la Andrea, mi mujer.
Qué hago ? Recuerdo un dato que me dio Álvaro Fresno de THB Seguros, pero no di con él. Fue entonces que me acordé de Sergio Herrera, vendedor particular de autos, con el que he tenido varias transacciones, de las cuales salió un posteo para él y una cierta amistad.
Se vino para acá y con una herramienta que yo no conocía, hizo partir el auto. Es la batería, me dijo. Conversamos y decidimos ir juntos a un local que él conoce en Pedro de Valdivia, pasado el Estadio Nacional.

Allá, llegando, se fue derecho adonde Roberto Vidal, que atendía a otro cliente y le dijo que quería que nos atendiera. Esperamos un rato y llegó preguntando qué queríamos. La batería, parece que está mala.
Ya teníamos el capó abierto y ahí se metió de cabeza Roberto. 

Se fue y volvió con un jarro con agua caliente, que vertió sobre un borne de la batería que estaba cubierto por una sustancia blanca (sulfato), que al parecer afectaba a su funcionamiento. Dejó con esto el borne limpiecito.
Luego desprendió los terminales, fue a buscar una lija, y lijo ambos lados del contacto de ambos bornes; positivo y negativo. Conectó y me pidió hiciera partir el motor.
No partió. Si, es la batería, ya no funciona. Tiene que comprar una.

Mientras instalaba la batería nueva, detectó que me faltaban unos remaches que sostenían parte de mi tapabarro. Fue a buscar cuatro, que eran los que faltaban y los puso, dejándome toda la parte frontal del auto firme.
Mientras trabajaba, iba y venía, conversamos y algo lo conocí. Me llamó la atención. 
Le hice algunas preguntas a Sergio, que lo conocía y decidí entrevistarlo para este espacio. Era alguien especial. Te atendía, como pocas personas lo hacen. De verdad interesado en ayudarte, sin tratar de meterte ninguna cuchufleta, ni venderte una batería sin más. Un tipo de persona escaso, que más vale darlo a conocer.

Lo llamé días después y conversamos.
Tiene 65 años, próximo a pensionarse, pero no dejará de trabajar, me dijo.
Casado y separado, con tres hijos, entre 33 y 27 años. Todos profesionales, bien encaminados.
Su mujer y sus hijos se quedaron con la casa y él arrienda una casa, frente adonde vive su actual pareja.

Nacido y criado en Santiago, en la comuna de Quinta Normal. Es el tercero de siete hermanos, hijos de un padre que fue operario de la fábrica de copas y vasos, Cristal Yungay. 
Antes de casarse su madre trabajó como maestra de cocina en el hotel Carrera. Siempre le gustó la cocina.

Estudió en Escuelas Industriales en la misma Quinta Normal y terminó con la especialidad de Electrónica.
En su primer trabajo aprendió a hacer colchones. Los hacía incluso a domicilio.
De ahí pasó al negocio de la Ferretería, siempre como empleado, a veces a cargo del local.
Un día, el dueño del local de al lado, que era de venta de repuestos de autos, lo mandó a buscar.
Me gusta como atiendes, le dijo. Te invito a venirte conmigo. Le ofreció mejorarle las condiciones económicas y de pre pagarle un crédito que tenía y darle facilidades de pago. Quedó de pensarlo durante las vacaciones de verano, que se venían.

En junio, el dueño del local de al lado, lo mandó llamar de nuevo. Esta vez aceptó y en 30 días estaba vendiendo repuestos de autos en el local de al lado. Su jefe anterior le quitó el saludo a su vecino, su nuevo jefe.

Tiene una casa de veraneo en Ventanas (no es el mejor aire, está claro), a la que en este momento le está construyendo un segundo piso, con sus propias manos, más ayudas de familiares.
Se va para allá todos los veranos a pasar una temporada.

Es fiel seguidor del equipo de futbol de La Católica, a la que sigue a provincia, si están las condiciones, a ver sus partidos. Va con algunos de sus hijos.

Y es devoto de la virgen de Lo Vásquez, a la que va a agradecerle todos los años. Tiene dudas de si este año será posible por la pandemia.

No es el dueño del negocio, como pensé al principio. Es un fiel empleado. Atiende a los clientes, como si la satisfacción del cliente fuera lo más importante. Algo que me sorprendió.
Y dónde aprendiste eso, le pregunté ? No se, me dijo, es lo que se debe hacer.
No, le dije, no es habitual como me atendiste. Mi padre debe haber sido, me dijo; él era sí.

Bueno, si quieres comprar repuestos para tu auto o salir de alguna duda en la materia, no dudes en irte al local donde trabaja, en Av Pedro de Valdivia 5321 Ñuñoa (9 7945-6928).

viernes, diciembre 04, 2020

Evento 3xi en alianza con Desafío de humanidad por Zoom


Nos congregamos una pequeña multitud en los modos de esta pandemia, para encontrarnos y conversar, desde el poder de convocatoria de 3xi y Desafío de humanidad, que esta vez aparecen aliados.

Muros y puentes son las palabras claves que provocan el encuentro.
Hemos dejado de ser comunidad por efecto de un sistema económico que todo lo contamina. Se hace imperativo recuperar esa condición, de comunidad, y para ello la invitación es que miremos los muros instalados y los puentes posibles.

El ser mujer, en el mundo del trabajo y querer ascender, enfrenta el muro de género que ahí campea. Lo logró, pero con costos y dificultades, que no hubo tiempo de escudriñar. Los tiempos son acotados.
El muro de la invisibilización de los viejos de tercera y cuarta edad de escasos recursos, que viven o más bien sobreviven a duras penas en pequeñas y empobrecidas habitaciones, en recovecos a lo largo de todo nuestro país.
Escuelas rurales del Cajón del Maipo y de cualquier lado de Chile, encerradas en muros que limitan o restringen las expectativas de desarrollo, a la de la mera pobreza de origen.
Los muros de la visión de los planificadores de carreras, que producen más dentistas que los que el país requiere, sobre poblándolos, con los estragos consecuentes, que afectan, si, afectan, después de los años de estudios en la universidad.
Los muros que hay entre nosotros y los que están más allá, en el día a día, esos desconocidos y muchas veces invisibilizados, con los que nos topamos frecuentemente.

De esos muros me tocó escuchar en mi grupo chico cuya dinámica facilité.

Como mujer logró llegar a Directorios de grandes empresas, sintiendo que no solo lo hacía para ella, sino para las mujeres que siguieran y quisieran ascender. No debe haber sido fácil; mucho trabajo y mucho empujar. Son puentes entre mujeres.

Ella pertenece a un sector específico, de no muchos recursos. Los viejos se unieron y ella lidera la manada. Se visitan, se acompañan, se han hecho amigas y amigos, se juntan a conversar. Tiene el cargo de presidenta de esta “organización”. Poco los ayudan de la Municipalidad; re contra poco. Han hecho puentes entre ellos, pero están cortos para derrotar esa invisibilidad.

Se movilizó. Hoy es presidenta del Centro de padres del colegio rural. Lograron cambios significativos. Todo empezó haciendo huertos, hortalizas, en las que los niños trabajaban. Hizo más cosas, al punto que de colegios vecinos le vinieron a pedir ayuda. Les mostró, conversó, pero no fue allá a ayudar. Un No a ella le había sacado trote. La ayudaron. Construyó puentes, construyó redes. Se puede, fue su lección.

Impulsado por una tarea de un curso online, salió a entrevistar a esas personas invisibles que lo circundaban. Encontró muchos, encontró acogida, hizo amigos a los que saluda cada vez que los ve.
Se hizo adicto. Se va de vacaciones y en sus idas y venidas busca a quién entrevistar y lo hace. Esas entrevistas las ha publicado en su blog.
Claro, son puentes que nos acercan a los otros, y nos hacen sentir que no estamos solos. Que somos muchos, que hacemos patria. Que nos importamos.

Crearon el clima del encuentro con videos y música. Más charlas, comentarios de algunos que representan a 3xi y a Desafío. Era el estreno en sociedad de Camilo Herrera, hijo de un gran amigo ya ido, Raúl Herrera, que hoy ocupa el cargo de Director Ejecutivo de 3xi. Me gustó. Tiene la inteligencia y agudeza de su padre; incluso diría que tiene mejor facilidad de palabra y resolución. El mejor de los deseos para él.
Y Juan Vera, un charlista de lo mejor. Con su tono español, su ritmo pausado y su agudeza, que me recuerda a Carlos Peña. Tipo culto, que llega al corazón.

Habló también el Seba Salinas, que para mi es el crack de Balloon. Un tipo sencillo y fenomenal. Una sensibilidad social increíble, impulsando un proyecto fuera de serie en las zonas rurales. Contó de su historia más antigua, incluso de su paso por Kenia, en África.

Y esta mujer, de la que no retuve el nombre (me lo soplaron: María Ramírez), líder de un campamento, vecino de una población de carabineros y PDIs. Desde el principio un muro entre ambos; que crecía con los años, se elevaba. Lo sacaron y un par de muertes por atropello, los hizo volver a construirlo. Vivían encerrados, es la sensación que dice tenían.
Finalmente cruzaron el muro y fueron a conversar. Eran personas iguales, con los mismos tipos de problemas. Se empezaron a ayudar, por ejemplo en el cuidado de los niños que quedaban solos en sus casas mientras los padres iban a trabajar. Y finalmente, echaron abajo el muro. El relato que más me llegó al corazón. Ella, genial y encantadora.

Un evento potente, de encuentro significativo. Online.
Faltó la corporalidad, faltó el abrazo, muchos abrazos. Hay patria.