lunes, marzo 27, 2023

Libro Por qué fracasan los países de Daron Acemoglu y James Robinson

Este libro de Daron Acemoglu y James Robinson, más que recomendártelo, te insto a leerlo.
A mi me cambió la mirada de cómo veía el mundo y la historia de la humanidad.

Antes pensaba que los países prósperos, exitosos, eran porque seguían una cierta religión, se habían educado adecuadamente o habían caído por suerte en un territorio determinado. Jared Diamond, con su libro Armas, gérmenes y acero, me había convencido de algo por ahí.
Pero ahora, nada que ver. Son las instituciones, las políticas y económicas, donde reside el origen de todo.

Daron
Las extractivas son lo peor y las inclusivas, el sello de todas las posibilidades.
Aparte, los países deben contar con una autoridad relativamente fuerte, para que instale las leyes adecuadas y las haga cumplir, cuidando adecuadamente la ley y el orden.
La propiedad privada, santo grial; es fundamental.

Daron Acemoglu y James Robinson se pasean por todo el planeta y por toda la historia de la humanidad. Se estudiaron el tema bien; por lo menos eso da la impresión.
Y al menos yo, quedé con una sensación de que somos unas bestias y siempre lo hemos sido.
El genocidio de los holandeses en las islas Molucas en Indonesia, para hacerse del monopolio de las especies por allá por el 1600. Simplemente en una isla, mataron a todos los locales, hombres, mujeres, niños, ancianos y se quedaron con unos pocos, que les enseñaran las técnicas del cultivo. Se repartieron la tierra entre ellos y a producir, lo que les costaba 1 lo vendían en Europa el 600. Te suena ?

James
Los belgas, con su rey Leopoldo II, gestionó su propiedad del país del Congo a su pinta. Matanzas a destajo, amputaciones a los originarios, todo para que le produjeran, trajeron primero el marfil de los elefantes, después el caucho. Se calcula que mató a unos 10 millones de congoleños. Ah y aparte trató de hacerlos católicos.

Para que decir los españoles en América. El método consistía en hacerse de un pueblo local, con abundante mano de obra, destronar al rey y ponerse ellos como gobernantes, con métodos del terror, ayudados por la tecnología de las armas mucho más adelantadas qué ellos.
A los norteamericanos no se les dio igual, no había pueblos concentrados, verticalizados. Eran pocos y desperdigados.
En Jamestown lo pasaron pésimo y terminaron repartiéndose las tierras entre ellos y a trabajar se ha dicho. Se organizaron a través de reuniones deliberativas muy participativas, donde las autoridades eran controladas o manejadas con buenos equilibrios, estableciendo leyes y reglas de convivencia, que serían la base de lo que finalmente se constituiría en una democracia inclusiva. 

Lo que con más atención hay que mirar es la historia de Gran Bretaña (Inglaterra). La guerra entre los Lancaster y los York, la elite, los aristócratas. Guerras con las qué se debilitaron fuertemente.
Vino la peste negra, que redujo la población a la mitad. La mano de obra sierva se hizo escasa y se pusieron exigentes. Y empezaron a organizarse y a establecer normas y reglas, en que cualquiera podía ir al parlamento y ser escuchado en sus demandas.
Se equilibraron con la elite gobernante y establecieron leyes que protegían la propiedad privada, se establecieron leyes que protegían los inventos, las patentes, el gobernante debía hacer cumplir todas estas leyes y cuidar la ley y el orden.
Y zas, fue justo ahí donde explota la revolución industrial, un país al que antes de eso poco valoraban.

Me convencí mirando Sudáfrica, de que las elites se preocupan de mantener a los pobres pobres, para disponer de mano de obra barata. Los negros en una zona, se habían repartido la tierra en pequeñas parcelas de su propiedad y venían prosperando de lo lindo, con lo qué las minas empezaron a no disponer de mano de obra en cantidad y tarifas convenientes. Y establecieron las leyes del apartheid, en que les expropiaron las tierras, los echaron de ahí, les prohibieron emprender y los encerraron en reducciones hacinadas. 

Hay excepciones notables en todas partes. Entiendo porque Australia prosperó siendo que era un destino de los presos de Gran Bretaña, después que se les cerró Norteamérica para ello. Tuvieron que arreglárselas entre ellos y no fue muy distinto a Jamestown en los inicios de Estados Unidos.
Zimbabue en África es otro ejemplo destacado. Cómo tres jefes de tribu fueron directamente a Londres a pedirle a la reina que los protegiera de Cecil Rhodes (Rodesia) que venía subiendo desde el sur con sus ejércitos asesinos. Y lo lograron.
Sus usos y costumbres participativas tribales, les ayudaron para que después con la independencia avanzaran con fuerza y rapidez hacia gobiernos inclusivos y leyes económicas también inclusivas. Un país que es una notable excepción en África.

Después de leer este libro, me quedé con la idea de que China o cambia su gobierno dictatorial del partido comunista o se irá desinflando poco a poco.
Lo que pasa es que para que los países prosperen, debe estar abierta la cancha para que la innovación y la destrucción creativa florezcan.
Y Rusia, otro país extractivo, no inclusivo, pegado en su sueño de volver a ser un imperio zarista, estaría condenado a perder, no solo esta guerra, sino a que Putin salga de ahí y mal.

Bueno, un libro que te recomiendo especialmente y que debería ser obligatorio en los colegios.

domingo, marzo 19, 2023

¿Quieres saber en qué voy con mi tema de la conciencia?

Esto le dije a una amiga en una conversación.
Bueno, me dijo.

Mira, todo partió un día en que caí en cuenta de que los cambios significativos que nos hacen falta como país, no son más izquierda o más derecha o más centro, ni más plata aquí o más plata allá. Lo que hacía falta era elevar el nivel de conciencia.
Ojo que no me refería a un mejor nivel en la calidad de la educación, cosa que igual pienso es clave.

Luego vino la lectura de los libros de Yuval Noah Harari. En el Homo Deus dice que el futuro tiene dos derivas, uno la de los robots y algoritmos de IA, que dejarán inútiles a millones, con las consecuencias políticas y sociales de ello.
Y la otra deriva que señala, es que en el siglo XXI nos abocaremos a cartografiar la conciencia. Sii, dije, y por esa ruta me he venido instalando.

Después se me instaló la idea de que hace falta una nueva espiritualidad, pues las religiones e iglesias actuales, están en franco deterioro y no me seducían para nada.
Como tengo este hábito de ir difundiendo en qué ando a través de mi blog, saltó un amigo y me dijo que tenía que leer a Rudolf Steiner (link2, link3), que él tenía algo que decirme al respecto. Y él mismo, me fue prestando uno tras otro, libros de Steiner.
Steiner es fascinante. Ve al ser humano como algo sagrado y por ello vender su trabajo como una mercancía es no entender nada. Ve la educación como desarrollo interior y espiritual.

Después viene mi tropiezo con la física cuántica. Claro, la física cuántica se venía tropezando con la conciencia. En un experimento con la luz y una placa metálica con dos ranuras, si no había nadie mirando, la luz se comportaba como ondas inmateriales, dejando una sombra correspondiente. Pero si aparecía una persona, un agente consciente, la luz cambiaba su comportamiento, aparecían los fotones y la luz se comportaba como partículas, dejando solo dos barras verticales luminosas al otro lado de la placa metálica. Y los físicos materialistas no tenían forma de interpretar este experimento y otros del tipo.

Le escucho decir a una persona que uno de sus temas principales era la conciencia; no una vez, dos veces. Le dije que quería conversar con ella y fue ella la que me preguntó si había leído a Amit Goswami (link2, link3). Ella misma me empezó a prestar uno tras otro libros de él. Estoy muy agradecido con ella, lo mismo del que me prestó libros de Rudolf Steiner.
Amit Goswami es un indú que vivió toda su vida profesional en EEUU como físico cuántico. Hoy está retirado y vive en la India.
Plantea que el universo es conciencia y que la materia es una manifestación de la conciencia. Por eso las partículas elementales aparecen cuando aparece una conciencia a mirarlas; sino, desaparecen. Por eso Einstein le decía a un amigo, tu crees de verdad que si no miramos la luna, no está ? Nooo.
Goswami pulveriza de un plumazo el mundo materialista en que me formé, que pone a la materia en la base de todo y deja a la conciencia como lo fundamental.

Nosotros los seres humanos, seríamos una intersección de dos planos, el dual y el no dual. Por una parte está nuestra materialidad, el mundo que nos rodea, por donde merodeamos, las emanaciones del cerebro, las emociones, sensaciones, ideas … Y por otra la conciencia, que siempre está solo aquí y siempre está solo en el presente. La conciencia verdadera, a la que intentamos acceder a través de la meditación, pertenece a una dimensión no dual, sin espacio ni tiempo. Aaahhh.

Y para remachar todo este tema, están la ECM, las experiencias cercanas a la muerte, de las que tan bien habla el doctor Manuel Sans Segarra, cardiólogo de Barcelona. Cuando los pacientes se mueren en la mesa de operaciones, con muerte cerebral incluida, salen del cuerpo y ven todo lo que está pasando (lo pueden contar después), sienten paz y armonía y si sigue pasando el tiempo, empiezan a avanzar por un túnel de luz, donde se encuentran con seres queridos y sienten amor. La verdad, no quieren volver al cuerpo, que es lo que lograrán los médicos con electroshocks y medicamentos. 

No desaparecemos al morir, seguimos siendo, pero en la forma de conciencia. Y bien.
Ahí voy con el tema de la conciencia, sin desconocer lo que me dice mi amigo el Caco, que soy un pajero mental, pues nada de todo esto, parece afectar mi conducta, ni mi vida en general. ¿Será cierto?
Y qué sigue, si encarnamos todo esto ?

jueves, marzo 16, 2023

El poder de las conversaciones en un mundo de alta complejidad

El mundo se ha puesto altamente complejo. La crisis del sistema educacional, pareciera que no damos pie en bola para resolverlo y cada vez que implementamos alguna nueva norma, la cosa empeora. Es cosa de ver colegios como el Instituto Nacional.

Nadie a solas o en grupo, con los qué piensan igual, tiene la solución.
Ya no sirve ponerlos a debatir para ver quien gana, pues ninguna de las partes tiene la solución.

Recuerdo a Nicanor Parra cuando dijo, la izquierda y la derecha unidas jamás serán vencidas. Más me parece que por ahí irá la cosa.
Poner a la izquierda y a la derecha a conversar, no a debatir, parece ser la vía para mejores soluciones. 

Lo que no sabemos, aunque creemos saberlo, es conversar. Conversar de buena forma.
Para conversar de buena forma necesitamos haber aprendido varias cosas antes:

  1. No hay una realidad ahí afuera. Lo qué hay son observadores particulares, qué ven realidades distintas, qué al parecer ellos mismos la están creando.
    Si no hemos superado este punto, nos entramparemos en las discusiones de quién está viendo la realidad correctamente, lo qué es un error filosófico-biológico-neuronal.
  2. Qué hay distintas maneras de escuchar al otro. Unas en qué escuchamos para refutar o ver si estamos de acuerdo. Otra en que  escuchamos empáticamente, poniéndonos en los zapatos del otro, queriendo comprender de verdad lo qué dice, porque lo dice y desde donde lo dice.
    Incluso podemos ir más a fondo con la escucha generativa, innovativa, qué ateniendo a lo qué emerge en la dinámica de la conversación atendemos a las cosas qué emergen del campo qué la interacción crea.
    Para un buen conversar tenemos qué aplicar un buen escuchar.
  3. Necesitamos distinguir los juicios de las afirmaciones, pues cuando se confunden se distorsiona mucho lo qué está pasando en la conversación.
  4. Necesitamos saber pedir, cuando de pedir se trata. Y necesitamos saber ofrecer, cuando de ofrecer se trata.
    Necesitamos comprender la importancia de los compromisos qué se adquieren en las conversaciones y el daño cuando no se procesan bien los incumplimientos. Su impacto en la identidad pública de las personas.
  5. Necesitamos cultivar la capacidad de no solo observar las emociones qué aparecen en las conversaciones, sino saber gestionarlas.
    Las emociones son el motor de todo lo qué hacemos y deben calibrarse en su real importancia. Lo mismo los estados de ánimo.
  6. Necesitamos distinguir desde donde hablan las personas, desde el deber ser, desde lo correcto o desde lo que ellos piensan y sienten de verdad. Tienen las personas una buena conexión consigo mismo, o están pauteados por las ordenanzas qué los rigen.
  7. Tener distinciones de los tipos de conversaciones qué existen, para saber llevar los debates a diálogos y los diálogos a conversaciones generativas.
  8. Tener herramientas para distinguir las formas más comunes de corromper conversaciones, como juzgando lo qué el otro dice, echando la talla, riéndose o burlándose, silenciando las voces discordantes, etc, etc.

Participar en una conversación de calidad en un grupo, es una de las experiencias más gratificantes y sorprendentes que se pueden tener; aparte de nutritiva.
En una conversación de calidad, el tema no es lo central, son las personas. Por ello es importante partir por que las personas se presenten. Necesitamos saber quienes somos los que nos hemos reunido a conversar.

Cuando las personas de una empresa u organización se conocen y conversan bien, la comunicación dentro de la empresa se hace más fluida, se avanza en inclusión,  la innovación prospera y la creatividad destructiva se hace posible. Estas son las razones por las que las naciones prosperan y harán que las organizaciones también lo hagan.

Pienso que es la solución para muchos contextos complejos que vivimos como país, como en las empresas, organizaciones, familias, etc.

sábado, marzo 04, 2023

Libro La cultura huachaca de Pablo Huneeus

El título, el lenguaje, podrían hacer pensar a más de alguien que será un libro liviano, entretenido, epocal.
Pablo Huneeus es un sociólogo con doctorado en la Sorbona, lo que queda a las claras en este libro, profundo, agudo, que no se guarda nada de lo que piensa, duélale a quien le duela.
Y además uno queda con la sensación que lo hemos hecho bastante como las .. mal.

Todo transcurre en una yuxtaposición de dos cosas; la fuerte migración de las zonas rurales a la ciudad y la llegada de la tecnología de la televisión.
El campo es una cultura y la ciudad es otra. Esta última es racionalista, europea, científica.
Los que llegan a la ciudad, quieren parecerse a los de ahí. Y a la vez van renegando de su origen, de la tierra y el campo.
Me llama la atención que Pablo Huneeus culpa mucho al descuido del Estado de los pequeños pueblos rurales, desprovistos de todo tipo de facilidades como agua potable, buenos colegios, etc. El abandono del Estado los pulveriza.

La televisión, que está muy bien presentada en este libro en todas sus menudencias, sus acomodos económico financieros y la deriva que finalmente adquiere. Será la televisión la principal causante de esta cultura huachaca.
Quién paga la televisión ? La agencia de publicidad, detrás de la cual están las empresas que usarán este medio de comunicación, para incentivar el consumo de sus productos y servicios. Básicamente.
El parámetro que manda es el rating, pues determinará cuánto se cobra por ese programa. Y el rating lo determina la medianía; un término que terminé de entender leyendo este libro, pues en vez de empujar la cultura de nuestra país siempre hacia arriba, la detiene y congela en la medianía, en lo simple, chabacano, festinesco, festivo.

El resultado es tremendo. Se crea la cultura huachaca. Es el centro más poblado de nuestra ciudades, que después irradiará a los campos, con la llegada de la televisión a esos lugares.
Hay una escenas en el libro, de como llega ese primer televisor a una casa en la zona de Petorca, donde todo es tierra, ir a buscar agua, lechar las cabras, hacer queso de cabra y ahora ver tele, activada por baterías de camión, que deben viajar periódicamente a cargarse al pueblo más cercano.
Y empiezan a aparecer productos modernizadores, como el shampoo, polvos para despiojar a los perros. Lo mejor, es que las pichangas o partidos de fútbol, empiezan a mejorar, pues mirándolos en la tele, aprenden nuevas técnicas y estrategias.

La crítica más importante de este libro es a cómo permitimos como país que la televisión fuera tomada por el mundo solo interesado en promover el consumo, la rentabilidad de las empresas y cero educar, dirigir una perspectiva civilizadora cultural patriota.
En otros países eso no ha sido así. Pablo Huneeus da ejemplos.
Lo importante es la economía imbécil, por ahí escuché (no en este libro).
Y la educación, la cultura, nuestra gente, el sentido de la vida, crecer como personas, construir un mejor país día a día; donde se nos quedó todo eso ?

Pablo Huneeus es un crítico irreverente. Me encanta. Pero sacarle roscas a más de uno, le tiene que rebotar en la cara. Entiendo.
Aparte, aprendí lo que hace la televisión con las personas que la ven todo el día. La foto de la portada intenta mostrar, esa mirada perdida, donde partes importantes del cerebro se desactivan y suspenden su desarrollo.
Un libro tremendo, crítico, iluminador. Quizás por estas cosas estamos en las cosas en que estamos hoy en día. Estallados socialmente, con una población que no sabe, ni tiene herramientas para saber, para dónde ir.
Y sí, también aprendí un poco más de que es la cultura, leyendo este libro.

Ahora que la cosa se ha dado vuelta y la gente está migrando de vuelta de las grandes ciudades, deberíamos pensar en cómo diseñar pequeños pueblos, bien equipados y bien administrados, para que vivir en ellos sea algo parecido a un sueño. O será mucho pedir ?
Y ahora qué los jóvenes la verdad ven bien poca televisión, sino qué usan las redes sociales, Internet y empieza a parecer la inteligencia artificial con chatgpt.

miércoles, marzo 01, 2023

La importancia de ser uno mismo

Producto de mi trabajo profesional, surge, se asienta, esta idea de que un tema persistente, es el cómo debo comportarme.
Lo habitual es buscar la manera correcta de hacerlo.
Lo más conflictivo, es saber atender a la propia interioridad y detectar qué de verdad quiero expresar, hacer, en esta particular circunstancia.

Llego a la conclusión que en la formación de las personas, no está muy frecuente el orientar la mirada a lo que dentro de uno se gesta, se piensa, incluso se siente.
La mirada interior, concluyo yo, es pobre.
La educación está orientada al mundo exterior. No a lo que me pasa a mi con lo que sea a lo que se me expone.

Pienso que ese ha de ser un cambio medular de la educación del futuro. Aprendo para conocerme a mi mismo. Viajo y observo que me pasa a mi frente a cada nuevo estímulo. Viajo para cambiar de mundos y para explorarme a mí mismo en nuevos contextos.
Cualquier persona que sale del sistema de educación escolar, tiene que saber sin rastros de duda, qué es lo suyo, a qué se dedicará, qué estudiará.
De lo que más ha aprendido en esos largos años de estudio y aprendizaje, es quién es él o ella.

Cada ocasión tiene su circunstancia. Mi forma de actuar es en general bastante fluida. Pero oscila entre mirar, sentir, qué me está pasando, quiénes son esta gente que tengo alrededor, qué hace sentido con ellos y qué no, cuánto me dejo fluir y cuánto calculo cada paso que doy.
Somos distintos en la casa que en el trabajo. Somos distintos con un amigo que con alguien que estoy recién conociendo. Soy distinto en una entrevista de trabajo, etc etc.

Necesito poder mirar para adentro de mí mismo. Necesito que en mi formación, se me haya acogido y visto en la persona particular que soy, y no haber sido guiado y pauteado para comportarme como es debido.
Por supuesto, tengo que aprender reglas culturales, reglas sociales, reglas del tránsito. Son medidas de convivencia.

Pero nunca estas deben sacrificar a la persona que soy. Ello es prioridad. O ha de serlo.
Pienso que esta zona de intervención es demasiado frecuente en mi trabajo de coaching. Responder a la pregunta, quién soy, qué es lo mío, qué me gusta. No son respuestas que las personas tengan disponibles con mucha frecuencia.

Últimamente he empujado problemas de salud en amigos y clientes, que nunca han pensado que esos problemas de salud son producto de serias incongruencias de cómo piensan y cómo actúan. Quien de verdad son, es algo que muchas veces nunca se han permitido ni siquiera mirar.
Un tema de trabajo de coaching no menor, de gran trascendencia.