He terminado "
Ciencia y Religión" de
Ken Wilber, tercer libro que leo de él.
La misión que se ha propuesto me parece titánica y consiste en buscar el abrazo de la ciencia y la religión. Y pienso que ha dado pasos importantes.
La ciencia debe ampliar su área de cobertura desde la básica o material, a los territorios propios de la mente y también del espíritu. La llama "ciencia profunda" o ciencia amplia.
Lo primero que hace es hacerle una zancadilla a la ciencia, que se ha instalado en nuestra modernidad occidental, cual imperialista de la materia, de todo lo medible con el ojo de la carne o sus extensiones, siendo que sus principales instrumentos de navegación son las matemáticas y la lógica, dos disciplinas netas de la mente, sin ningún elemento material ni medible de la realidad "coloreada" que los represente.
Establece una ciencia profunda, aplicable a cualquier dominio que quiera validar sus conocimientos como verdaderos, en base a instrucciones, experimentación y validación.
A la religión le pide enfocarse en la "experiencia espiritual" y dejar mitos y dogmas a un lado.
De esa manera conectará con lo que llama la "gran cadena del Ser", que corresponde a una escalera de niveles de conciencia, muy presentes en estadíos pre-Ilustración y que la aparición del imperio de la ciencia "chata" dejó en el olvido, por no decir, negó.
La modernidad, que parte con la Ilustración, nace a patadas con la religión, que venía de quemar en la hoguera al que pusiera el ojo en el telescopio de Galileo, inunda a la humanidad de dignidad, abriendo zurcos autónomos, independientes, en los campos del arte, la moral y la ciencia.
Integrar la senda del desarrollo de la conciencia o ruta espiritual enterrada en occidente desde la época previa a la Ilustración, con el "gran Tres", del Arte o la mirada del Yo, la Moral o la mirada interior del Nosotros y la Ciencia o la mirada del Ello, tanto a nivel del individuo, como del colectivo, es el gran logro o desafío que Wilber nos pone por delante.
Una potente perspectiva que nos deja vislumbrar una religión liberada y desarrollista, abrazada con la ciencia, en un impulso hacia el futuro sin igual, con un pie en el desarrollo de la conciencia del individuo y del colectivo en consecuencia, de la mano de todo ese mundo que nos ha traído a la modernidad en que estamos.
Ken Wilber no puede pasar desapercibido. Tiene mensajes potentes y esperanzadores.