No tengo claro que hacía yo en ese cuarto piso de la casa central de la UC asistiendo a esa tertulia en conmemoración de los 50 años del Concilio Vaticano segundo, donde los ponentes eran
Pepe Aldunate, jesuita, y
Mariano Puga, cura obrero, salido del barrio alto.
Bueno, resultó una salida con mi mujer, con la que después nos fuimos al Dominó de Tobalaba a disfrutar del 2x1 del "día del completo", acompañado de sendos chops.
No he leído el texto del Concilio Vaticano II, pero si he leído buenas referencias de él. Escucho en esta tertulia decir que fue un verdadero cambio de paradigma para la iglesia. De alguna manera los últimos papas, en particular Juan Pablo II, más bien retrocedieron la cosa a los tiempos previos al Vaticano II.
La crisis actual sería una tremenda oportunidad, una ocasión propicia para arremeter con el espíritu de ese texto, que sale bajo el papa Juan XXIII. Este papa abrió las puertas y ventanas del Vaticano para que entraran nuevos aires, los aires de la modernidad; una invitación a un cambio radical que no ha pasado.
Estos dos curas, que son dos curas muy particulares, dicen que la iglesia no ha sido capaz de hacer el cambio, la transformación, indicada en el concilio Vaticano II. La crisis que hoy vive la iglesia es un síntoma solamente de su ineptitud, de su dificultad para renovarse.
Y hacen un llamado a los laicos, a los presentes a impulsar el cambio. A dejar de ser unos simples escuchadores, obedientes de lo que los curas dicen. Invitan a que seamos nosotros, los laicos, los que les digamos a los curas lo que necesitamos de ellos los curas. Que tomemos la iniciativa. Que juntos soñemos la nueva iglesia.
Hay un cuento muy importante con los pobres, en especial de las palabras apasionadas de Mariano Puga. Dice que son ellos los que tienen la autoridad de decir si la universidad católica sigue o no el mensaje de Cristo.
Alguien señalará que esta universidad produce profesionales políticamente autoritarios y económicamente liberales, favoreciendo a un sistema deshumanizado.
Antes estaba la jerarquía (iglesia) arriba y abajo el pueblo; obediente, rindiendo pleitesía, tratados como niños.
El concilio Vaticano II da vuelta la cosa; pone al pueblo arriba y abajo a la jerarquía "al servicio".
Y al servicio de lo que nosotros los laicos digamos. Que nos tomemos los espacios de participación, es el llamado que yo escucho.
De ahí veo la apropiación de las redes sociales de todos los que quieran vociferar sus demandas, sus pedidos a una iglesia al servicio. No se habla de las redes sociales en esta ocasión, pero yo las veo activándose rápidamente. Te imaginas a Mariano Puga transformado en un twittero a lo Alejandro Jodorowky (
@alejodorowsky) ?
Hace falta un cambio radical, los tiempos están propicios, por la crisis de la iglesia, pero estos curas no creen que la cosa venga de la iglesia, sino que debe venir de los laicos.
¿Pero cómo?
Saliendo del infantilismo laical, que nos apropiemos de la libertad y nos tomemos el poder. Los curas debieran ponerse a nuestro servicio.
Llegan a decir, si el grupo de los abusados no reacciona, quien?
Hagamos la iglesia entre todos.
Los curas no van a cambiar. En los seminarios se auto-reproducen; más de lo mismo.
Y construyamos, dice Mariano, un mundo de buenas nuevas para los pobres.
Ojo con este par de curas, que si ellos se toman el poder, la iglesia y su necesaria transformación iría más rápido.
Link referenciado: me publicaron este artículo en el sitio
Reflexión y Liberación.